Recuerdo que el Plan de Estudios de la Licenciatura en Educación Preescolar 1999, consideraba dentro de su curricula una asignatura que llevaba por nombre “Gestión Escolar”; dentro de los contenidos que ahí se abordaban, uno de ellos versaba sobre el liderazgo del personal directivo en la educación básica y las funciones que éste desempeñaba en cada uno de los centros escolares para que se lograran los objetivos educacionales, contenidos que desde luego, generaban intensos debates entre mis estudiantes.
Posturas encontradas se dejaban sentir, sobre todo, cuando colocábamos en el centro del diálogo ejemplos de lo que habían observado en cada uno de los jardines de niños que habían visitado con el propósito de realizar sus jornadas de observación y práctica docente. Obviamente el tema principal estaba relacionado con el liderazgo, sin embargo, temáticas diversas, sin quererlo, tenían que incluirse: capacitación, actualización, profesionalización, promoción (escalafón), manual de funciones, reglamentos, condiciones endógenas y exógenas que dificultaban su labor; en fin, un tema con muchas aristas que, indiscutiblemente, tenían que abordarse para llegar a una conclusión: el papel del directivo escolar era de vital importancia para lograr, al menos, los propósitos de la escuela.
Algunos años han pasado de tales debates. He visto ir y venir funcionarios en la Secretaría de Educación Pública (SEP) y sobre este tema, el de los directivos, no se ha hecho mucho, salvo lo que en el 2013 Rodolfo Tuirán impulsó a través del “Programa de Actualización y Profesionalización Directiva de Nivel Medio Superior” o, si usted quiere, lo que en el 2010 se trabajó en varios centros escolares a través de una Guía para Directores – propuesta de la SEP y el SNTE – denominada “El liderazgo directivo en la gestión participativa de la seguridad escolar”; con excepción de estas cuestiones y los cursos o talleres de capacitación que se brindan esporádicamente en las entidades, insisto, no se ha hecho mucho.
El tema pues, es de singular relevancia. De hecho, lo abordó a partir de lo que ahora observo dada la Reforma Educativa que se ha impulsado y esa inquietud que en ese entonces manifestaban mis estudiantes: ¿por qué los directores que han tenido éxito en sus escuelas no se mueven a otras en donde con su liderazgo puedan mejorar las condiciones de éstas y de sus estudiantes? Cuestionamiento si usted quiere simple y con ciertos tintes de inocencia, pero reflexivo si observamos lo que en Singapur acontece: una movilidad directiva cuya base se ha construido a partir de los resultados que los directores van teniendo.
Reflexión que bien puede ser considerada en las oficinas ubicadas en República de Argentina. Muchas veces nos quejamos que “copiamos” modelos de otros países y que éstos no se adaptan al nuestro pero, ¿cuál es la posibilidad de echar andar esta idea dada la “preocupación” por mejorar la educación en todos sus niveles educativos que he observado en los últimos días en el Secretario Nuño? Creo que ninguna, y afirmo esto porque de hacerlo, se tendría tocar a un “sector” que pocas veces se toca – valga la redundancia –, motivo por el cual, imagino el mal sabor de boca que tendría quien, al parecer, pretende posicionarse en las preferencias electorales con miras al 2018.
Ciertamente los reglamentos, las condicionales laborales, las presiones sindicales y demás cuestiones ahí están, no obstante le invito a que piense por un momento en esta propuesta. Imagínese a tal o cual Director de cierto centro educativo, cuyos logros exitosos pueden ser comprobables bajo los parámetros conocidos y por conocer. ¿Sería posible que tuviera un resultado similar si se mueve a otra escuela donde las condiciones no han sido ni son tan favorables para realizar el quehacer educativo por parte del directivo en turno? La respuesta en concreto es: si, puede tener éxito. ¿Por qué?, por la experiencia adquirida que lo llevo a obtener resultados acordes a su ejercicio.
Hace unos días se habló que en las escuelas, con ciertas condiciones, se asignaría a un Subdirector para que el Director en turno dejara de realizar trámites (gestión) y se dedicara esencialmente al ámbito pedagógico pero, cómo lograr esto último si muchos de ellos han estado sumidos por años en esa gestión y muy pocas veces se han ocupado del proceso de enseñanza y aprendizaje. Ahora bien, no dudo que haya cientos de directivos con toda la capacidad para dirigir los destinos de sus escuelas, sin embargo, la “credencialización”, los “compadrazgos”, “los amigos” y demás vicios que han sido documentados por varios investigadores en la materia, han mostrado las serias repercusiones que estos hallazgos han tenido en el Sistema Educativo. Dos cuestiones que hay que tomar en cuenta.
Hace tiempo realicé dos investigaciones en el Estado de Tlaxcala en diferentes niveles, “La construcción social de la identidad profesional del docente de educación normal. Un estudio sobre los espacios de sociabilidad y procesos sociodiscursivos que definen el ser maestro. El caso de los profesores de la Escuela Normal Urbana “Lic. Emilio Sánchez Piedras” y “Mitos, realidades y ambigüedades sobre la construcción identitaria y las trayectorias socioprofesionales de las egresadas de la Escuela Normal Preescolar “Profra. Francisca Madera Martínez”; en éstas, encontré un dato que me gustaría compartirle: las trayectorias profesionales de los docentes se ven permeadas por prácticas corporativas que se fueron sedimentando en el Sistema Educativo Mexicano, por ejemplo, el que un maestro novel debiera ser asignado a una escuela lo más alejada posible no así los docentes con mayores años de servicio puesto que éstos, conforme había transcurrido el tiempo y en base a ciertos derechos “ganados”, podían acercarse a zonas geográficas cercanas a sus lugares de residencia u origen. Esta misma circunstancia se presentó en el caso de los directivos, ¿podría hacerse algo al respecto? Considero que sí, siempre y cuando se tome al toro por los cuernos y los discursos demagógicos que se vienen ofreciendo en estos días dejen de serlo y se traduzcan en acciones concretas que beneficie, pero en serio, a la educación en su conjunto.
Pensar en construir una plataforma de movilidad directiva no sería tan descabellado si es que de resultados estamos hablando. Indudablemente la profesionalización hace falta, pero también, el que los directivos sean vistos como generadores de propuestas exitosas que pueden transformar a la escuela mexicana.
Docente en Escuelas Normales en Tlaxcala
Twitter: @Lalocoche