La ciudad de Durango fue el epicentro de una fiesta normalista pues, del 24 al 27 de septiembre, el Centro Cultural y de Convenciones Bicentenario y la Benemérita y Centenaria Escuela Normal del Estado de Durango, recibieron en el marco de la 7ª edición del Congreso Nacional de Investigación sobre Educación Normal (CONISEN), a investigadores, académicos, maestras, maestros, alumnas y alumnos de todos los estados de la República Mexicana, provenientes de distintas escuelas normales y/o instituciones formadoras de docentes.
Este congreso, el CONISEN, poco a poco se ha consolidado como un espacio de encuentro y de intercambio de experiencias y conocimientos que emanan de investigaciones sobre objetos de estudio, generalmente hallados en las propias escuelas normales, pero, principalmente, en las escuelas de observación y práctica docente de educación básica; espacios propicios para el establecimiento de una serie de preguntas que detonan procesos sistemáticos de indagación y que, como en esta ocasión, llevan a estudiantes y docentes normalistas a exponer en 4 días poco más de 520 ponencias, 122 talleres, 49 cursos, 55 libros, 67 carteles y 25 materiales video gráficos. Desde luego, todo ello con un buen complemento: 24 conferencias magistrales, 9 conferencias especiales, 20 encuentros de cuerpos académicos, 25 presentaciones de avances de posgrado, 8 talleres especiales, 10 paneles y coloquio y 1 encuentro de formadores de inglés en las escuelas normales.
Estos datos permiten comprender la relevancia a nivel nacional que tiene este espacio para los y las normalistas del país entero, pero ojo, no deben perderse de vista dos cuestiones importantes, la primera, como sabemos, el número total de contribuciones que logran ser aprobadas para ser presentadas en un congreso no reflejan necesariamente el número de trabajos que se hayan enviado para participar, en consecuencia, sin tener la información a la mano, puede asegurar que muchas de éstas podrían participar en otro momento; la segunda, quiero pensar que muchos de las contribuciones que podrían participar en otro momento, provienen de alumnas y alumnos que se encuentran cursando sus estudios en alguna de las escuelas normales de la República Mexicana; a todas y todos ellos les diría y pediría que no desistieran y que siguieran participando y enviando contribuciones a este u otros espacios académicos y de investigación. Quienes hemos tenido la oportunidad de participar en este tipo de foros, sabemos que la constancia y perseverancia, aunado al estudio y dedicación, conduce al logro personal, profesional e institucional.
Y bueno, ya que estoy hablando de las participaciones, particularmente prefiero observar y escuchar los trabajos que son expuestos por alumnas y alumnos de todas las latitudes y, en este congreso no fue la excepción; escuchar los avances, resultados y/o hallazgos de sus investigaciones fue sumamente enriquecedor, sobre todo cuando ya se tienen varios años de servicio en los hombros; la frescura de su pensamiento y esa combinación con la rigurosa sistematicidad que implica el acto investigativo, por donde quiera que mire, genera un cúmulo de conocimientos importantes pues, como se sabe, los fenómenos de estudio no son finitos y exclusivos de una profesión o ámbito de estudio.
Luego entonces, considero que las escuelas normales, y el normalismo en general, tienen enfrente un largo camino por recorrer en esta materia pues, hoy por hoy, como instituciones de educación superior, cuyo propósito es la formación de futuras maestras y maestros, tienen la obligación de aportar a la educación un conocimiento que no solo se genera, como he dicho, en las propias escuelas normales, sino en las escuelas de educación básica a donde acuden las y los normalistas a realizar sus observaciones y prácticas profesionales. ¿Se imaginan la maravillosa oportunidad que tienen estos actores para realizar diversas indagaciones a partir de la observación propiamente dicha y/o de sus prácticas profesionales?
Ahora bien, un tema que no quisiera dejar de mencionar, es la apertura que siempre ha mostrado este congreso para que diferentes actores se involucren y sean partícipes. Sobre este tema, llamó mi atención el primer encuentro entre representantes de las áreas de control escolar de las escuelas normales, un ejercicio que me pareció interesante si se observa con esa mirada que la investigación genera porque, indistintamente, en esas áreas se viven diversos procesos, que van desde lo administrativo hasta lo emocional o afectivo. ¿Alguien se ha puesto a pensar todas las historias de vida que los responsables de control escolar han escuchado en todo el tiempo que han estado en esos espacios?, ¿por qué no registrarlas y compartirlas?
Para finalizar quisiera señalar que, en el CONISEN, desde su primera edición realizada en Mérida, Yucatán, se vive intensamente el normalismo y, desde luego, marca una diferencia importante con otro tipo de congresos que a lo largo de los años se han posicionado en México. Muestra de ello, es la calidez de la comunidad normalista, pero, además, esa construcción identitaria que poco a poco ha ido ganando fuerza y vigor en estos 7 años.
Esperamos, y lo digo como un apasionado del normalismo mexicano, que haya CONISEN para rato. Si lo normal es extraordinario, qué extraordinario es ser normal, un normalista mexicano.
¡Enhorabuena a todos los organizadores! Especialmente al Dr. Abraham Sánchez Contreras y a todo su equipo de trabajo.