Hay libros que uno busca y otros libros que te encuentran a ti. The Road to Character, de David Brooks, editorialista del New York Times, cabe para mí, en el segundo cajón: un libro gordo de tapa naranja que me instó a ser comprado y que, una vez empezado, no pude dejar de leer (y de recomendar a todo el que se cruzaba por mi camino).
El texto arranca distinguiendo entre dos tipos de virtudes: las que ponemos en nuestro curriculum y las que el encargado o encargada de hacer nuestro homenaje póstumo –eulogy– incluiría en este. Las virtudes de uno y otro tipo suelen ser muy distintas entre sí, por más que pueda darse cierto traslape entre ambas. Así, por ejemplo, en una eulogía –neologismo, aclaro– suelen mencionarse atributos del difunto tales como la empatía, la humildad, la generosidad y la reciedumbre moral, mismos que no suelen incluirse en un curriculum. Algo similar ocurre con la lista de logros –premios, empresas, proyectos, publicaciones– que se citan en la hoja de vida, pero que quedarían un tanto fuera de lugar en una eulogía.
En The Road to Character, Brooks concentra su atención en el segundo grupo de virtudes, aquellas con las que convivimos en nuestro fuero interno y por las que habremos de ser recordados. Conviene pensar, escribir y hablar sobre ellas, dice Brooks, pues, en estos tiempos del “Big-Me”, las traemos muy olvidadas y ello ha venido haciendo de nuestras vidas y nuestro mundo lugares crecientemente estrechos, rudos e inhabitables.
Hoy y desde ya varias décadas, las virtudes íntimas (esas que se cultivan a diario, más allá de la mirada de los otros, y de las que depende que tan en paz vive y muere uno) atraviesan por uno de sus peores momentos. El impulso a su desarrollo no figura, apunta Brooks, ni parece ser parte de la “misión” central de ninguna de nuestras grandes instituciones (la familia y la escuela, por ejemplo); no las valoramos en la cotidianidad concreta; y, desde luego, brillan por su ausencia en nuestra conversación colectiva.
No siempre fue así, sin embargo. De hecho, esos atributos son la columna vertebral de todas las civilizaciones conocidas y han sido desde siempre el ancla central de la vida buena y civilizada. El olvido en la que se encuentran hoy en día en buena parte de Occidente esas virtudes es el producto de un weltanschauung en el que lo único parece interesar son los otros atributos: los del curriculum, los que nos permiten presentarnos y “vendernos” como exitosos frente a otros.
En el fondo y a pesar de la poca atención que les prestamos en estos tiempos de egoísmo sin tapujos y de persecución incansable de gratificación inmediata, sin embargo, la presencia o ausencia de virtudes tales como el auto-control, la mesura, la generosidad, la honestidad, el temple y la rectitud moral terminan impactando de forma determinante la vida de las personas. No sólo el encuentro con la muerte y la capacidad para tener una vida significativa y plena; también, señala Brooks, la posibilidad de sostener a lo largo del tiempo una trayectoria “exitosa” construida como tal desde la mirada de los otros.
Importan esos atributos del fuero interno también en el mundo de afuera, pues como tan bien apuntó Juan Pardinas en una conferencia reciente en la que citó este libro, la reputación de una persona es el producto de los dos tipos de virtudes de las que habla Brooks: las del curriculum Y las de la eulogía. Ocurre así que, cuando alguien nos pregunta su opinión sobre alguna persona o cuando pensamos en una figura pública, inevitablemente se “cuelan” en nuestra apreciación atributos distintos a los consignados o consignables en su curriculum. Esos rasgos de carácter influyen muchísimo en la reputación de los sujetos y terminan siendo fundamentales para cosas clave tales como: recomendar a alguien o no para un trabajo o para una beca; apoyar o no a alguna persona para un cargo directivo; confiar en un político o no hacerlo.
Por todo lo anterior, y porque habla de virtudes tan olvidadas y tan necesarias en estas épocas de tanto faroleo a través de pequeñas biografías interesantísimas de mujeres y hombres notables por su fuerza de carácter, conviene mucho leer el libro de Brooks.
Twitter:@BlancaHerediaR