Después de que se dieron a conocer los resultados de la evaluación que se aplicó a directivos y docentes de los diferentes niveles que conforman el Sistema Educativo Mexicano (SME); las reacciones no se hicieron esperar. Se habló de las cifras, de los símbolos, de los despidos, de los premios, de los castigos, en fin, de cientos de cuestiones que, especialistas y analistas en la materia, planteamos una y otra vez.
Los medios de comunicación se inundaron con la imagen del secretario y de los datos tan pomposos que éste presentaba en cuanto evento organizaba. Obviamente, la nota que vendió, y mucho, fue la del cese de más de 3000 docentes que no se presentaron al examen programado. ¡Cómo no iba a generar ruido tal noticia, si para muchos de los medios eso, señores, es lo que vende!
No obstante este cúmulo de sucesos, y cuando al parecer llega la calma, la reflexión se hace más profunda y comienzan a surgir otras ideas.
Es cierto; necesaria ha sido y es, una reforma educativa en México. Los indicadores internacionales que ubican a nuestro país en varios rubros, no son tan halagadores que digamos. De hecho ocupamos indecorosas posiciones y como resultado de este conteo de datos, desde hace unos años, se le ha fincado al docente la responsabilidad de los mismos. ¿Pues de quién más iba a ser? Ya imagino a Chuayffet o al actual Secretario gritar a los cuatro vientos que la culpa es suya, o del gobierno que encabeza su jefe, o de los contextos económicos internacionales que mueven al mundo entero. ¡No señores, tenía que ser del maestro! Si, de ese maestro que a pesar de los pesares, en los últimos años ha sacado la casta, por más que organizaciones cortas de miras como Mexicanos Primero, hayan hecho su esfuerzo por denostarlo – aunque hoy, al parecer, se retracte y diga lo contrario –.
¡Es que hacen huelgas, suspenden clases, no entienden los conceptos, no trabajan los consejos técnicos! En fin, todo un cúmulo de aspectos negativos que se les han atribuido que, sinceramente, ya no saben para dónde hacerse a un lado los maestros.
Si mi ojo matemático no me falla, más del 80% de los docentes se ubicaron en niveles suficientes, destacados, buenos y excelentes y, el porcentaje restante, se quedó en insuficiente. ¡Tómala barbón! ¿Cómo les quedó el ojo? Resulta que de esta valoración puede entenderse que los bajos niveles de aprovechamiento de los estudiantes no es responsabilidad única de los docentes. ¡Hurra, viva, bravo!… No, lamentablemente, no escuche a muchos lanzar tales expresiones. ¡Es su trabajo y tienen que hacerlo! – Oía en días pasados, a varios padres de familia expresar esos comentarios –. Y, efectivamente, es su trabajo, tienen que hacerlo porque para eso devengan un salario, pero señores, no se equivoquen, miles de docentes entienden su quehacer, están comprometidos aunque su esfuerzo es poco reconocido y también conocido, y no por ello andan gritando que la SEP no les brinda lo necesario para que hagan su trabajo. Estos miles de profesores, créanme, construyen esas condiciones y hasta ponen de su bolsillo para generar aprendizajes en sus alumnos.
Las historias, los sucesos, las maestras y los maestros ahí están, insisto, tenemos que conocerlos. Claro, vende más la nota en la que el Secretario –conjuntamente con el gobernador de Chipas–, sostuvo una reunión para preparar el recinto y los policías para la evaluación extraordinaria que se realizará en esa entidad federativa. Así es el mercado. No obstante ello, mi insistencia será desmedida: tenemos que conocer a quiénes desde su trinchera, con el sol a plomo, se parten la vida dando lo mejor en su trabajo para y por sus alumnos. Maestras y maestros que, sin importar salir en el periódico o gozar de monumentos, son reconocidos por sus pueblos. Esos maestros, señores, son un digno ejemplo.
No niego que el lado oscuro de la docencia existe, sería ilógico no reconocerlo, pero esto no es exclusivo del medio.
No. No es necesario que se les aviente en la cara que es su trabajo y que tienen que hacerlo. Estoy completamente seguro de que cumplirán con el reto. Ya hay muestra de ello.
Si en verdad queremos mejorar algo señor Secretario, le tengo un sabio consejo, de dominio popular si usted gusta, pero sabio: el buen juez por su casa empieza. Ponga orden en ella señor, evalúe a sus funcionarios, vea cuántos de ellos llegaron por mero “trámite político” a un espacio eminentemente educativo. Muchos, nada saben sobre el magisterio y, menos, de pedagogía o didáctica y, tenga por seguro, que tampoco han pisado un aula.
No señor Secretario, el problema no está en el maestro, usted ya lo ha constatado; pensemos en el Sistema, en ese que por años ha sido olvidado pero utilizado para fines político-electoreros.
Basta de faramallas, discursos y demagogias. Aplaudo el que visite escuelas de nivel básico, pero al menos, le recomiendo formule preguntas profundas, y más cuando lo graban los medios. ¿Están contentos?, ¿les gusta su escuela?, ¿les agradaron las tabletas que les trajeron? Imagino que, muchos niños ante su presencia, responderán afirmativamente tales cuestionamientos.
La docencia, como usted lo ha reconocido y sabe, no es fácil. Por qué no les pregunta a esos pequeños cómo entendieron el ciclo del agua, cómo se originó el universo, por qué el cielo es azul durante el día y obscuro por las noches, vaya, le pongo una fácil, cómo comprendieron el concepto de número a partir de la grafía conocida como 1.
Para ello se requiere conocimiento, inteligencia, habilidad, creatividad, en fin, muchas cualidades que varios funcionarios que laboran en tal Secretaría desconocen, sencillamente porque no educan, solo grillan.
Evaluémonos parejo
Hablemos de una mejora sustantiva en el proceso de enseñanza y generación de aprendizajes. Reúnase con gobernadores, no para atrincherar el terreno, sino para buscar la forma de mejorar la educación desde las Secretarías en cada una de las entidades.
Entiendo que la política y la educación mantienen una relación indisoluble, el ser humano, como bien lo señaló Aristóteles, es social y político por naturaleza, pero por favor, hagamos una verdadera política educativa a favor de los mexicanos. Si, de esos 60 millones de mexicanos que viven en pobreza y, que hasta donde es posible, son educados por un maestro. Si, por un maestro que a pesar de los pesares, sigue educando y siendo un digno ejemplo.
Docente en Escuelas Normales en Tlaxcala
Twitter: @Lalocoche