* Jesús Andriano
Las reformas educativas implementadas en América Latina a finales del siglo pasado, generaron conflicto y tensión entre los involucrados, gobiernos, sindicatos, docentes y sociedad en general. México no fue la excepción, y en el 2012 con la implantación de la reforma educativa se generó incertidumbre en los actores educativos y un malestar social generalizado que hasta el momento no se ha podido subsanar. Ya con la reforma, la administración del gobierno federal visualizó la oportunidad de transformar e impulsar una educación de calidad, se esbozó un nuevo modelo educativo, que hasta el momento se piensa instaurar, y se creó la ley del servicio profesional docente así como el establecimiento de un sistema nacional de evaluación educativa validado por el Instituto Nacional de Evaluación Educativa (INEE) encargado de monitorear no solo los resultados en las evaluaciones realizadas a los alumnos, sino el desempeño de los docentes a través de un sistema de evaluación ya conocido.
La intención acrisolada de una reforma que diera pauta a transformar la educación, se presentó como la mejor estrategia; sin embargo a unos meses de culminar la administración federal, existen diversos vacíos sobre los preceptos prometidos para mejorar la calidad de la educación. En el documento publicado por la OCDE, Perspectiva de la política educativa 2018, poniendo el aprendizaje de los estudiantes en el centro; se hace énfasis en los incipientes resultados de la evaluación PISA 2015; los estudiantes mexicanos se encuentran por debajo del promedio a nivel internacional en las áreas de ciencias, lectura y matemáticas, sin duda los resultados no son nada alentadores y de acuerdo al planteamiento inicial por el que se instauró la reforma, el problema se encuentra asociado al desempeño de los docentes.
Con la puesta en marcha del nuevo modelo educativo para el ciclo escolar 2018-2019, la tarea de los docentes por conocer cada uno los aspectos que conllevan la propuesta del nuevo plan, suele convertirse en una labor compleja; en el documento Aprendizajes clave para la educación integral, plan y programas de estudio para la educación básica, se enfatiza utilizar como estrategia el aprendizaje que promueve la indagación, la creatividad, la colaboración y la motivación, pero sobre todo el aprendizaje basado en preguntas, problemas y proyectos, el cual promueve el interés en los alumnos y fomenta la investigación.
El Aprendizaje Basado en Problemas (ABP), es una técnica centrada en el aprendizaje, la investigación y la reflexión, que busca a partir de un problema, una posible solución, en la que alumno se convierte en el protagonista para analizar, construir y resolver el problema; en el recorrido para la solución los alumnos trabajan de manera colaborativa en pequeños grupos, compartiendo la experiencia de aprendizaje, y con ello la posibilidad de practicar y desarrollar habilidades, de observar y reflexionar sobre la posible solución. La experiencia de trabajo en pequeños grupos orienta la solución del problema y es una de las características distintivas que hacen del ABP una técnica novedosa; en esas actividades grupales los alumnos asumen responsabilidades y habilidades que son básicas para su proceso formativo, por lo tanto es una metodología centrada en el alumno y en su aprendizaje, a través del trabajo colaborativo y autónomo.
Algunos autores argumentan que el ABP ayuda a desarrollar y trabajar diversas competencias, en las que se destaca la resolución de problemas, la toma de decisiones, el trabajo colaborativo, la comunicación, argumentación, el desarrollo de actitudes, así como la presentación de la información, el pensamiento crítico, y el aprendizaje permanente, en este sentido de acuerdo a Sola (2005) las exigencias del APB son compartidas y por lo tanto la parte actitudinal cobra fuerza. En la medida en que esta técnica didáctica desplaza el centro de la gravedad de la enseñanza al aprendizaje, el alumno se convierte en un actor, en un protagonista principal del proceso de enseñanza-aprendizaje y se enfatiza que él, y sólo él, debe salir al encuentro del conocimiento a través del manejo de herramientas metodológicas y del apoyo del profesor para asegurar la eficiencia en el proceso de la enseñanza.
Ante la iniciativa del nuevo modelo educativo por fomentar el uso del APB como una técnica o metodología de enseñanza, es necesario mencionar que si no se tienen las condiciones necesarias para su implementación, dicha propuesta tiende a generar algunos quebrantos en el proceso de enseñanza; cabe señalar que el docente debe conocer los fundamentos de la técnica a utilizar, el diseño de diversos escenarios, la intención de generar un trabajo colaborativo con los alumnos, las diversas estrategias para un buen manejo del tiempo, los aspectos básicos del pensamiento crítico, la anticipación de resultados, así como los diferentes tipos y formas de evaluar de acuerdo a las habilidades de los alumnos.
La implementación de una técnica como el ABP puede convertirse es un verdadero desafío para la escuela, ya que demanda recursos materiales y humanos, capacitación de los docentes, espacios de trabajo acorde a los propósitos que se desean alcanzar, planificación curricular acorde a lo que se desea enseñar, etc. Desafortunadamente, sin las condiciones del contexto, la intención de generar una enseñanza basada en preguntas, proyectos, o problemas, suele convertirse en un simple discurso formal, ajeno al compromiso que reclama el nuevo modelo educativo de poner al estudiante y a su aprendizaje en el centro del proceso educativo. En este sentido cuando se hace referencia a cualquier herramienta metodológica, es necesario establecer de antemano un diálogo entre la teoría y la práctica, habida cuenta de que buena parte de la frustración que produce el manejo de cualquier técnica reside en su conocimiento, en los factores internos y externos que lo condicionan y por supuesto en el nulo seguimiento que se le hace. El tiempo para el próximo ciclo apremia y la posibilidad de generar un aprendizaje basado en problemas, puede convertirse en un verdadero problema para la escuela.
*Docente investigador interdisciplinario de la Escuela Normal de Tecámac. Colaborador de Voces Normalistas.