El año 2020 es un año que será recordado por la atípico del estilo de vida que lo acompañó. Tuvimos que taparnos la boca para intentar gritar. La boca, la nariz, los ojos, los oídos, son órganos metafóricos del organismo humano, son órganos que dan lugar a que entre energía y que por cada uno de ellos salga la belleza y la creación.
La boca es el órgano a través del cual entra el alimento es decir la vida, pero también es ese mismo órgano da lugar a la salida de las palabras, de la poesía, a los gritos de protesta y de indignación.
En el año 2020 tuvimos que cubrirnos la boca para preservar la vida, todo ha sido una gran paradoja o también como algunos dice un gran engaño, la poesía ha quedado silenciada cubierta en el fondo por el cubrebocas, es por ello que en estos meses la poesía se ha convertido en susurros, en muecas, en ademanes, tratando de dar salida a los sueños contenidos.
Para el caso de los humanos la realidad no está ahí y no es tan real, es creada, construida o inventada, no es que las cosas sean tal cual se supone que son, sino que son creadas por el ojo y la mirada humana, la realidad no es tal como es sino es creada a partir de la mirada y el ojo humano. Tenemos que construir la realidad para valorarla para darle los distintos atributos y el sentido, que sólo los humanos podemos hacer.
Es por ello que, bajo esta dialéctica entre la realidad real y la realidad construida o inventada, hemos vivido en este año 2020 en un parcial engaño si bien el peligro por el coronavirus es real, también es inventado. Los grandes poderosos o aquellos que se creen los dueños del mundo, han decidido jugar en el ajedrez humano, el problema es que el ajedrez es el mundo y las piezas son la humanidad de cada raza, cada cultura vieja o nueva, cada continente poblado, han decidido jugar a apostar a esta especie de ruleta rusa, en donde todos absolutamente todos incluso ellos mismos hemos aliado perdiendo.
El año 2020 hemos vivido en peligro debido a que afloraron nuevos miedos, nuevas persecuciones, nuevas amenazas; tuvimos que quedarnos en casa para dejar que la amenaza camine por las calles, tuvimos que cubrirnos la boca para evitar que las gotas de saliva lleguen a otra piel sensible e indefensa y la contaminen, tuvimos que evitar los besos, los abrazos para cuidar que más adelante cuando regrese la calma, regresen igualmente los besos y los abrazos sinceros. El peligro de este año ha quedado condensado en nuevas creencias, ideologías o en afloramiento de un nuevo fundamentalismo que dice de manera enérgica “Quédate en casa”. Cerraron los parques, los teatros, el espectáculo quedó cancelado a los humanos y dio lugar a un nuevo poder el poder de las redes y un nuevo poder el de la virtualidad.
En educación la atención escolar migró de los edificios abiertos, y el bullicio escolar de cada día a formas inéditas de atención basada en la atención virtual y la distancia. La atención educativa pasó a formas inimaginables de proceder.
Necesitamos escribir el gran libro del año 2020 que sintetice y condense en una gran historia las pequeñas historias que la gente ha venido escribiendo en la desesperación de los márgenes o bajo el miedo de estas nuevas historias, inéditas, nuevas, verdaderas que nunca se habían vivido.