El diccionario de la Real Academia Española define la palabra alumno, como la “persona que recibe enseñanza, respecto de un profesor o de la escuela, colegio o universidad donde estudia”; y la palabra estudiante como la “persona que cursa estudios en un establecimiento de enseñanza”, a lo que podemos llamar sinónimo, pero si formuláramos una pregunta a los habitantes de cualquier ciudad, incluyendo a nuestro amable lector: ¿estaría usted de acuerdo en colocar videocámaras de vigilancia en las escuelas donde estudian sus hijos? Ya sean escuelas de educación preescolar, básica, media o superior; a lo que vendría inmediatamente el porque de su respuesta: ¿por qué si? ó ¿por qué no?
Pregunta semejante deberíamos contestar los habitantes de la Ciudad de México, ¿estás de acuerdo en colocar videocámaras de vigilancia en las calles de tu ciudad? Obviamente se tendría que argumentar el ¿por qué si? ó el ¿por qué no?, aunque también se podría cuestionar en ambos escenarios el ¿para qué?, así mismo en ambos casos también nos podemos preguntar ¿quién decide que en una escuela o en una ciudad se coloquen videocámaras? O más directo aun, ¿por qué y para que se colocaron? Estas interrogantes no surgen como planteamientos críticos, sino constructivos y de meditación, ¿a donde nos lleva la video vigilancia?
Para reflexionar un tanto la importancia de la vigilancia, conviene recordar a Michel Foucault, quien en 1975 publico su libro Vigilar y castigar: Nacimiento de la prisión, texto en el cual nos habla sobre los métodos de castigo y vigilancia desde la sociedad medieval, pasando por la moderna, hasta la contemporánea en el siglo XX (vale la pena recordar que con el nacimiento del siglo XXI nuevas formas de control y vigilancia aparecieron).
Foucault nos habla de una estructura piramidal jerarquizada en donde el superior (llámese patrón, jefe, director, gobernante, etc.), se concede la facultad de observar a todos con facilidad, para vigilar y sancionar o castigar según sea la falta; también nos habla del panóptico, el cual es como una estructura en forma de domo con una cúpula circular la cual está dividida en cámaras o celdas que albergaban animales o personas, los cuales son vigilados desde una torre central en que se puede observar y controlar todo lo que en las cámaras sucede, a las vez sin ser observado.
Este modelo se implemento en las sociedades del mundo por parte de quienes ostentan el poder para vigilar sin ser detectado, cosa que no debe asombrarnos pues es una forma de saber lo que sucede en la sociedad de quienes gobiernan o quienes tienen o aspiran a tener el control de su(s) semejante(s) (llámese padre o madre de familia, políticos, funcionarios, escuela, institución, empresa, cárcel, agencia de investigación, etc.). Esta práctica de vigilar está muy de moda en nuestros días pues con la evolución de la tecnología digital, los dispositivos móviles y el internet, prácticamente desde la palma de la mano se puede saber que sucede en cualquier otro parte, por lo tanto el panóptico digital (a lo que he definido como el palmóptico) está presente en nuestras vidas.
Apropósito de esta situación en que muchas escuelas, centros educativos y sobre todo las calles de nuestra ciudad están llenas de videocámaras para vigilar, conviene dimensionar la palabra vigilar, es necesario precisar que su definición es “observar algo o a alguien atenta y cuidadosamente”; lo cual quiere decir que no necesariamente se esté haciendo algo malo; también podría ser para algo bueno, es decir se puede observar para aprender, para comprender, para informarnos y sobre todo para educarnos; observar es pues es el primer paso del método científico; vigilar es estar atento a algo o a alguien.
¿Acaso los estudiantes y los ciudadanos deben ser vigilados?, o más lamentable aún deberían ser sancionados. Sin duda la educación formal e informal es clave para estos cuestionamientos, se esperaría que quien está educado o se esta educando no tendría que ser vigilado; porque si se está educado, se sabe lo que es correcto en su hábitat y por lo tanto no se debería infringir las normas, actitudes y conductas que se demandan en una sociedad civilizada. Es mejor educar que sancionar.
Aceptando y aprovechando las modernas y revolucionadas tecnologías, en la actualidad lo importante debería ser que hacer cuando se ha observado algo, cuando se logra tener evidencias reales de algo que se ha vigilado y sobre todo considerar quien es el observador y quien el observado, quien vigila y quien es vigilado.
Menciono lo anterior ya que como sabemos la violencia y delincuencia se manifiesta cada día con más intensidad en nuestra sociedad, hace unos días un grupo de vecinos logró detener a un par de delincuentes en una colonia de la Ciudad de México, mismos que procedieron a entregar a la policía ahí presente, la cual al no haber querella en la instancia correspondiente, dejo en libertad a dichos ladrones. Las videocámaras habían grabado lo sucedido como a menudo nos lo presentan en los diversos medios de comunicación actuales. Las videocámaras habían cumplido su cometido, vigilar y almacenar la evidencia de lo sucedido. ¡De nada sirvió! quien sanciona no puede proceder porque no hay quien personalmente ante un juez señale a los ladrones.
Así mismo, día con día las cientos de videocámaras que el gobierno de la ciudad instaló para vigilar y tener una ciudad más segura, almacenan cientos o miles de actos de violencia, de robos, de secuestros, de agresiones, de sucesos que una persona educada no debería de cometer; ahí están las grabaciones que en poco o casi nada han ayudado a mejorar la seguridad de nuestra sociedad, no se ha sancionado a los maleantes por el solo hecho de haber sido videograbados.
Por el contrario con el nuevo reglamento de tránsito implementado en la Ciudad de México, todos los días son vigilados con videocámaras más modernas cientos de automóviles cometiendo infracciones que alteran o violan las reglas señaladas, recibiendo a su vez la sanción respectiva que el reglamento indica; en este caso las videocámaras si proyectan un dictamen, si sancionan al vehículo infractor, que lamentable y que contrariedad, pues a quien se graba cometiendo un delito ante un ser humano no se le sanciona.
Preguntémonos si queremos más videocámaras que sancionen automóviles o mejor videocámaras que sancionen delincuentes, si es el caso habrá que ponerles placas (códigos numéricos) a los delincuentes para que sean grabados, fotos multados y etiquetados para siempre, en tanto pensemos y reflexionemos que será mejor ¿Educar o Vigilar?
Estudiante de Maestría en la UAM-X
miangaca@hotmail.com