Eduardo Gurría B.
Dentro del marco educativo y a través de las diversas publicaciones al respecto, llama la atención la propuesta curricular incluyente de la filosofía como un paradigma para la formación de niños y jóvenes, y llama mas la atención el hecho de que casi no exista polémica alguna en lo referente a su implementación.
Es decir, casi todos los educadores estamos de acuerdo en la inclusión de la filosofía en los ya saturados contenidos de la agenda escolar, debido a que se considera, mas que una acumulación de información, un punto de partida para la recuperación de los valores y su puesta en práctica de manera cotidiana y desde la temprana edad.
El marco educativo actual está peleado con las tendencias relativistas del mundo moderno: no hay congruencia entre lo que académicamente se predica y lo que se vive en el día a día fuera de las aulas, por eso, debemos ser muy cuidadosos a la hora de impartir filosofía como un paliativo de lo que el niño y el joven ven y viven, tanto en el ámbito de la calle, como en el ámbito familiar o todo lo que comprende el contexto social, que incluye, inevitablemente, redes sociales, televisión, legislación, pluralismo, sectarismo y demás fenómenos en los que estamos inmersos, cualesquiera que sean nuestras actividades o edades.
Sin duda, en el mundo de la postmodernidad, se da cada vez mas un pluralismo moral; ya no hay dobles morales en los individuos, lo que hay son múltiples morales fundamentadas en un relativismo que, bien a bien, no termina de entenderse como una manera personal de ver las cosas y de opinar, sino como diversas posturas a conveniencia o peor, como influencia del mundo exterior, como la política, los mal llamados líderes de opinión o la publicidad, de ahí los estereotipos, el acoso, el individualismo, los “yupis” o la actitud social de los “milenians”, o bien, el racismo, la homofobia o el surgimiento de enfermizas posturas nacionalistas absurdas y retrógradas que, siempre habrán de derivar en violencia, es decir, se produce una trágica falacia social.
Sin embargo –y afortunadamente-, esto no siempre se promueve al interior del aula ya que el principio de la educación consiste en eso precisamente, en con-ducir al alumno no por el camino de la pluralidad moral, aunque sí por la diversidad cultural; se conduce, bien entendido, hacia la formación.
En otras palabras, el hecho de que cada día existan mas libertades para la expresión o diversidad de índole sexual, religiosa, de opinión o lo que sea, no implica que el respeto, la honestidad o la veracidad tengan que desaparecer; estos valores expresados son conocidos como valores universales debido a que son atemporales y ubicuos, sobre todo si han sido inculcados, mas que nada, al interior del seno familiar y durante generaciones.
De ahí que la enseñanza de la filosofía no debe limitarse, tal como se ha venido haciendo, al estudio de los filósofos de la Grecia antigua, porque, si bien, estos nos han transmitido sus cosmovisiones, quedan, en la mente del alumno, no para ahondar en ellas de una manera reflexiva, sino para contestar bien las preguntas del examen.
Stella Villanueva, de la Universidad de Alcalá, menciona tres disciplinas relacionadas: la ética, la filosofía y la educación física, tal como se llevaba a cabo en Grecia, lo que nos lleva a reflexionar sobre el hecho de que la educación griega, paradójicamente, era mas moderna que en la actualidad.
La autora nos habla de cuatro aspectos a considerar: la reflexión, el análisis crítico-racional, los aspectos político y legal y el pluralismo en la concepción del bien; todo ello orientado hacia lo moral.
Por otro lado, Paul A. Boghossian en su libro “El miedo al conocimiento” (2009), trata sobre la epistemología y dice que el conocimiento surge de contextos, que es situacional y que refleja la posición del productor del conocimiento en los contextos histórico, material y cultural –postura totalmente apegada al constructivismo-, y que es contingente, es decir, busca responder a la pregunta de ¿por qué creemos lo que creemos?, ¿es acaso que nos guiamos por el pragmatismo, por la utilidad y por la conveniencia, cayendo, irremediablemente en el relativismo?
Estas dos concepciones nos pueden orientar hacia el tema que nos ocupa en el presente artículo:
Implementar la enseñanza de la filosofía en la escuela, sea en el grado que sea, debe comprender tres vertientes, tres ejes íntimamente relacionados, pero independientes, aunque comprendan una sola disciplina curricular.
En primer término está la historia de las doctrinas filosóficas como referencia a la evolución del pensamiento, pero de una manera reflexiva, adecuándola al contexto actual y llevándola a situaciones prácticas, reales, lo que debe desembocar en el debate y la explicación de los fenómenos del mundo a través del recorrido que han hecho tantos y tantos pensadores de todos los tiempos y de todos los lugares; recordemos que en un principio la filosofía era incluyente de la ciencia, la metafísica, la teología y la abstracción. Todo esto atacaba directamente a la duda, así que entonces, los filósofos eran totalitarios, y aún en plena Edad Media, cuando muchos destacados religiosos destacaron, también, en el ámbito científico, por lo cual, hasta llegaron a ser proscritos por la propia iglesia.
En segundo lugar, está la ética, como un recordatorio de que lo que está mal, está mal y lo que está bien, está bien, ahora y siempre, aquí y en todo lugar –en los valores no cabe el relativismo-, mediante casos prácticos y no necesariamente extremos ya que la vida moderna es extrema de por sí y no requiere de muchos matices; ello dependerá, en todo caso, en la manera de cómo actuemos como educadores.
Y, por último, está la lógica, esta, enfocada de una manera transversal, deberá orientar al estudiante hacia el razonamiento lógico-matemático y al razonamiento verbal que son herramientas indispensables para el desarrollo del aprendizaje significativo, para interpretar al mundo o, dicho en una palabra, para pensar.
Si en ese tenor actuamos como docentes, la filosofía estará implícita en cada una de las disciplinas y en cada una de nuestras clases y no solo en la materia de filosofía como tal, recordemos que los grandes educadores del pasado fueron, primero, filósofos.
REFERENCIAS
Boghossian, Paul A. “El miedo al conocimiento” Alianza Editorial, México, 2009
http://webdelmaestrocmf.como/portal/porque-la-etica-la-filosofia-y-la-educacion-fisica-son-fundamentales-en-la-educacion