David Auris Villegas
Como Latinoamericano, a veces me siento extraviado en un extenso continente biodiverso y heterogéneo, enfrentado a diversos desafíos por la equidad como norte de progreso. En esa inquebrantable lucha, la educación universitaria se convierte en una poderosa herramienta, para eliminar el nudo de la disparidad y abrir las oportunidades hacia un futuro más próspero, sostenido y compartido.
Esta inequidad tiene un impacto negativo en la calidad de vida de millones de personas, lo que dificulta el desarrollo económico y social, como diría, la Comisión Económica para América Latina y el Caribe, (CEPAL). Sin embargo, existe una alternativa eficaz para superar estos obstáculos: la inclusión social a través de la educación universitaria, centrada a desarrollar el capital humano que aporte al desarrollo de nuestra región.
Para alcanzar una inclusión sociolaboral efectiva, es fundamental asegurar el acceso equitativo a la educación universitaria. No olvidemos que, en diversas naciones latinoamericanas, existen restricciones económicas y sociales que entorpecen la accesibilidad de los jóvenes de bajos recursos a la educación superior, por ello es esencial llevar a cabo políticas que brindan becas, préstamos accesibles, con el propósito de optimizar el acceso de los menos desfavorecidos a los umbrales universitarios.
En consecuencia, resulta imperativo que los gobiernos y las instituciones universitarias se involucren en la elaboración de políticas inclusivas como un derecho fundamental y no un privilegio que se les concede a algunas personas. Esta iniciativa radica en la creación de programas de investigación especializados que fomenten la adquisición de habilidades técnicas, científicas y conocimientos transversales, tales como el pensamiento crítico, la comunicación efectiva y el trabajo en equipo, los cuales empoderan formidablemente al estudiante en un mundo cada vez más competitivo.
Por otro lado, concordando con los Objetivos del desarrollo sostenido, (ODS), impulsemos las alianzas estratégicas y conexiones entre universidades, empresas y gobierno, para alcanzar una América Latina más inclusiva, en la que, desarrollando el talento de ambos géneros, traeremos abajo a los muros que nos anclan como un continente subdesarrollado.
Asimismo, conscientes que la inversión en capital humano asegura el futuro de nuestras naciones, la educación universitaria debe promover el emprendimiento, la investigación y la cultura de la innovación en los jóvenes, así como crear sus propios proyectos, brindándoles herramientas y apoyo para convertirse en agentes de transformación y generadores de empleo, en un escenario altamente competitivo.
Para concluir, resulta imperativo comprender que la educación universitaria desempeña un papel fundamental en la construcción de una América Latina más justa y desarrollada. Al asegurar a los jóvenes un acceso equitativo, sostenido y apoyo financiero, se puede alcanzar una vía hacia un futuro más inclusivo y próspero, centrado en el desarrollo del capital humano, como lo vienen haciendo con éxito los asiáticos.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.