Jorge Gutiérrez Alfonso
Josué se levantó más temprano de lo normal en fin de semana. El motivo, iría con su abuelo a la inauguración del museo de la ciudad. Al entrar, lo primero que encontró fue un salón de clases. Ahí estaban una mesa, pupitres, alumnos sentados; algunos levantaban la mano. Frente ellos, una persona les dirigía la palabra. En la pared, un pizarrón con un borrador, un trozo de gis. Intrigado Josué le preguntó a su abuelo: “¿Qué es esto, abuelo?”. El abuelo con un gesto melancólico le dijo: “Era toda una vida hijo, toda una vida” “¿Qué hacían esas personas sentadas?” “Adquirían conocimientos transmitidos por la persona que está enfrente. ¡Él era un maestro! Este espacio era la vida misma. Aquí conocí a tu abuela, recuerdo el primer día de clases. Fue lo que se llamaba amor a primera vista”. “Qué manera extraña de aprender en tus tiempos abuelo”, exclamó Josué.
El proceso educativo está enfocado en dos aspectos. El primero es el espacio físico y el segundo la aportación mensurada del maestro. Lo primero puede cambiar, con las afectaciones que los expertos indiquen, como la falta de una interacción social, la empatía, la convivencia entre seres humanos. ¿Cuánto podrán afectar a la humanidad estos cambios? Sólo el tiempo lo dirá. El segundo es irremplazable. La aportación de una persona con experiencia, con lo que ha leído y visto, ayuda a enriquecer la adquisición de saberes. Si Josué no hubiera preguntado o la pregunta hubiera quedado sin explicación, Josué se quedaría con un gran vacío. Ese vacío que sólo un maestro puede llenar.
Llegar a más lugares con actividades en una computadora o por medio de un televisor no es parte del proceso educativo, el cual requiere retroalimentación. La interacción se debe de dar, aunque sea virtual, aunque no haya interacción personal física.
Ningún dispositivo electrónico ni red satelital puede sustituir la labor del docente. El maestro cuenta con la capacidad de enseñar, con la pedagogía que aprendió en la escuela normal. El maestro normalista es indispensable en la educación de México.
En 2013, se denostó la imagen del maestro. Fue la televisión la que se encargó de este trabajo sucio. Es misma pantalla por la que hoy se trata de impulsar un proceso educativo, con maestros que son guiados por una editorial y que tienen que decir lo que ahí se les pone, acompañados de una persona que sabe hablar por televisión.
La educación debe estar en manos del gobierno, en donde los beneficiados debemos ser los mexicanos. La educación no debe pasar a particulares para que la administren. No es una empresa. No es un negocio. Es la educación de los mexicanos
El uso de la tecnología en el proceso educativo es inevitable. Se debe trabajar con ella; tendrá que ser una herramienta como en su tiempo fue el ábaco, la calculadora, la máquina de escribir y, ahora, la computadora. Cada una en su momento fue un apoyo a la educación. Así deben ser los dispositivos electrónicos, un soporte para el maestro, y que no se quiera sustituir al maestro con los dispositivos. México merece una educación a la altura del mundo. En México, se debe trabajar con una educación basada en el aula con apoyo de la tecnología. No híbrida. Debe ser una educación presencial, en donde la tecnología sea una herramienta.
Dos semanas han pasado desde que dio inicio el ciclo escolar. Han sido transmitidos temas producidos para otros programas y no para ser parte del proceso educativo. Son programas sin sustento pedagógico. Son programas de otros países incrustados de relleno en educación II. Cápsulas de todos los temas, sin estructura semestral como se trabaja en este nivel. Por ejemplo, en el programa del martes 1 de septiembre, se transmitió el octavo programa, cuando debió divulgarse el séptimo. Investigué para saber por qué había sido así. Y cuál fue mi sorpresa: este programa es de “Aprende en casa I”.
Existen en la programación de bachillerato programas con formato 4:3, lo que indica que fueron grabados años atrás. Entonces, ¿qué fue lo que se pagó al productor? Antes del 24 de agosto, el secretario de educación dijo que ya llevaban dos semanas de grabación. Además, los programas transmitidos ahora contienen errores que a la postre confundirán al alumno. Por ejemplo,indicar que la altura de un triángulo isósceles son las diagonales del mismo, hace que el alumno, cuando se le pregunta en otro tema. ¿Cuál es la altura que alcanza una escalera en un muro?, responda, sin dudarlo, con la medida de la escalera. Si se desea calcular áreas de triángulo existe otra herramienta, quizás laboriosa, que serviría para dividir los triángulos en el cálculo de áreas. Para triángulos rectángulos: base por altura sobre dos. Para los otros tipos de triángulo, la fórmula de Herón.
Han sido transmitidas aseveraciones que no responden a lo que debería saber el alumno. De esta manera, falla el proceso educativo. Lo que se comprueba al seguir las transmisiones por televisión es que no todo estaba listo para la fecha en que se inició el ciclo escolar. Ha habido más errores, que aciertos, en el modelo elegido.
Por medio de la televisión, que quizá llegue a todos los rincones del país, no está llegando lo que se debe aprender.
Josué debería ser consciente de que el aula no debe ser cosa del pasado.