Queridas lectoras, estimados lectores: con su venia, hoy voy a sacar a colación una jácara de la que soy protagonista, es parte de mi labor académica. Una nueva responsabilidad y un libro fresco, ya impreso, pero que todavía no llega a librerías, la pandemia obliga.
El lunes 18 de enero, mi amiga y colega, Zaira Navarrete Cazales, me transfirió la estafeta para conducir la Sociedad Mexicana de Educación Comparada; ejerzo su presidencia ejecutiva. Me acompaña un comité directivo formado por personas competentes y un consejo asesor de la presidencia conformado por compañeros distinguidos.
Zaira nos hereda una sociedad pujante, con más de 20 libros publicados, una membresía crecida y la obligación de organizar un encuentro más en mayo de 2022. Será difícil superar lo que la Somec logró bajo su presidencia, pero trataremos de mantener el ritmo.
El libro al que me referí es producto de uno de esos encuentros. Es una antología de ensayos e informes que fueron dictaminados con rigor por colegas de la misma sociedad pertenecientes al Sistema Nacional de Investigadores. Cf. Zaira Navarrete Cazales, Carlos Ornelas y Marco Aurelio Navarro Leal (coordinadores), Educación comparada: Tendencias teóricas y empíricas internacionales y nacionales (Ciudad de México: Plaza y Valdés Editores y Somec, 2020).
Permítaseme reproducir, con ligeras ediciones, fragmentos breves del Prólogo que escribí para presentar el libro.
Los investigadores de la educación comparada [concurrentes en este libro] abarcan vastos campos disciplinarios: de la pedagogía a la economía, de la didáctica a la sociología, de la práctica curricular a la filosofía. Estudian lo mismo la enseñanza que el aprendizaje, documentan prácticas y destacan saberes de los actores del hecho educativo. Y en cada campo se debaten ideas, se enfrentan paradigmas explicativos o porfían posturas políticas. Y en todos ellos casi siempre se recurre a cierto tipo de cotejos. Nuestro campo nos permite reflexionar y plantearnos interrogantes sobre lo que hacemos, frente a lo que hacen en otros países y no solamente copiar modelos extranjeros o prácticas exitosas, como comúnmente se piensa, aun en los ámbitos de la formación de educadores. No obstante, la educación comparada en México permanece como un campo en construcción, lo cual no significa que el panorama sea desolador, sino en la construcción social de reconocimiento como campo disciplinario. Empero, desde que se constituyó la Somec, en 2004, registramos avances considerables. Los encuentros organizados por la Sociedad concitan una participación cada vez mayor y hemos transitado a compilaciones de trabajos de rigor académico creciente.
En la Somec no presumimos de originalidad, germinamos por iniciativa de líderes académicos que participan en diferentes sociedades nacionales de educación comparada e internacional. Nacimos bajo el techo protector del Consejo Mundial de Sociedades de Educación Comparada (WCCES, por sus iniciales en inglés). Los promotores originarios de la sociedad mexicana participamos en la Comparative and International Education Society (CIES) desde el siglo pasado y trajimos a cuestas un bagaje de trabajo en congresos internacionales. No obstante, teníamos escasa vinculación entre nosotros y menos con colegas que cultivan campos colindantes.
En buena medida, esa falta de articulación continuó durante los primeros años de vida de la Sociedad. Teníamos encuentros aislados, al cobijo del Consejo Mexicano de Investigación Educativa y no podíamos constituir imagen e identidad propias.
Ya traspasamos el umbral. Estamos consolidados y trabajamos con pasión por mejorar la educación en México y el mundo por medio de la construcción de conocimiento sólido, investigación rigurosa y publicaciones como la que presumimos hoy. Nuestro desafío inmediato es diseñar y poner en circulación una revista propia que, con el mismo rigor científico, participe en debates internacionales de educación comparada.