La marca distintiva de la nueva política educativa será la búsqueda simultánea de la calidad y la equidad. México no podrá jamás alcanzar la calidad sin combatir eficazmente la inequidad. Esto implica actuar, no para dar lo mismo a todos los alumnos y las escuelas —asumiendo erróneamente que todos tienen necesidades similares— sino otorgar prioridad en los apoyos a los alumnos y a las escuelas más rezagados.
Esta política debe concentrar sus esfuerzos en la primera infancia y en los primeros grado de escolaridad (no olvidemos que las desigualdades en el aprendizaje de los niños nacen de las diferencias que existen entre ellos al ingresar a la escuela). Por lo mismo, la acción educativa de los padres de familia en la crianza de los niños adquiere enorme importancia para crear un piso común en el ingreso.
Cuando la base del edificio escolar es fuerte, los pisos superiores tendrán una mejor estructura. En sentido espacial, la nueva política educativa deberá dirigir sus baterías hacia la periferia (pobreza urbana, rural, indígena) del sistema educativo nacional. Se quiere destacar las áreas escolares más olvidadas y levantarlas para ponerlas a la altura del resto del sistema.
Calidad y equidad exigen que los métodos de enseñanza cambien —lo cual exigirá de los profesores un esfuerzo especial a fin de asegurar que se atienda la diversidad. Se aspirará a que la enseñanza atienda las necesidades de cada alumno (aquí el diagnóstico y la evaluación desempeñan un papel crucial) de modo que todos los educandos accedan al aprendizaje.
El profesor debe ser el centro de atención de la nueva política educativa. Se le debe dar participación en todos los casos. La nueva reglamentación del trabajo docente destacará los estímulos al buen desempeño y —desde luego—eliminará cualquier efecto punitivo de la evaluación. Esta reglamentación deberá asegurar que los profesores participen directamente en la gestión del nuevo sistema de desarrollo profesional docente.
La nueva política educativa se esforzará para impulsar acciones y mecanismos que contribuyan a la valoración social creciente de la profesión magisterial. No se trata sólo de crear más premios y distinciones —que habría que hacerlo— sino de visibilizar también el sacrificio y el esfuerzo heroico que realizan diariamente muchos maestros por educar a niños y jóvenes en las condiciones más adversas. Se trata de saldar al menos en parte la deuda histórica que México tiene con su magisterio.
ESCUELAS NORMALES DE EXCELENCIA
PROGRAMAS LOCALES (CON APOYO FEDERAL) DE FORMACIÓN DOCENTE
CURRÍCULUM FLEXIBLE
POLÍTICA EN DIÁLOGO CON LOS ACTORES EDUCATIVOS
RESPETO A LA AUTONOMÍA SINDICAL
ACTIVAR LA PARTICIPACIÓN DE LOS PADRES DE FAMILIA
RECONOCIMIENTO SOCIAL DEL DOCENTE
REGULACIÓN DEL TRABAJO DOCENTE
ESTÍMULOS A DOCENTES QUE TRABAJEN EN ZONAS POBRES
UNA AGENCIA AUTÓNOMA DE EVALUACIÓN DE APRENDIZAJES Y DE APOYO AL TRABAJO DOCENTE
FORMACIÓN DE CAPACIDADES DE GESTIÓN EDUCATIVA PARA LOS ESTADOS