Claudia Santizo, profesora-investigadora en la
Universidad Autónoma Metropolitana – Unidad Cuajimalpa
La educación a distancia que comprende “Aprende en casa” a través de clases en TV abierta y comunicación por Internet con Google educación es una salida de la SEP para la emergencia impuesta por el COVID19.
Un par de preguntas sobre la educación a distancia son: ¿qué tanto se puede salvar del actual ciclo escolar? y ¿qué tan útil será la experiencia para introducir nuevas herramientas en la educación pública básica?
No hay que perder la perspectiva, primero necesitamos considerar que al menos durante 1 o 2 años vamos a convivir con el COVID19 hasta no contar con una vacuna a la que todos podamos tener acceso. Con una alta probabilidad existe el riesgo de otros periodos de confinamiento, en los meses de invierno y durante los próximos 2 años si los contagios se mantienen.
Considerando el contexto actual, la propuesta de educación a distancia podemos analizarla de manera prospectiva, es decir en términos de futuros: uno probable, otro posible y uno deseable. Este ejercicio prospectivo es útil para establecer la factibilidad inmediata, mediata o de mayor plazo de la introducción de nuevas herramientas tecnológicas en la educación pública. Por la limitación de recursos del sector educativo puede parecer un ejercicio ocioso; sin embargo, la propuesta de la SEP ya está en operación y conviene analizar sus posibilidades, alcances y limitaciones.
En primer lugar considero que el postulado de la SEP “desaprendiendo para aprender”, es una forma de plantear a los docentes y directores la necesidad de pensar fuera de la caja, de encontrar nuevas formas de hacer las cosas en el confinamiento que impone el COVID19 y, más adelante, como aprendizaje de esta experiencia lograr una transformación en el proceso educativo. Esta es una oportunidad para que docentes y directores de escuela reclamen un espacio para participar en el diseño del proceso educativo.
La educación virtual está aún en sus primeras etapas de desarrollo en la educación pública. Soy profesora en la Universidad Autónoma Metropolitana y aun nos falta desarrollar dinámicas y contenidos propios para este tipo de educación que vayan más allá de la comunicación electrónica. La UAM está implementando un Programa Emergente de Enseñanza Remota (PEER). La enseñanza remota no es educación virtual. El PEER plantea tres usos de la tecnología que dependen de los medios disponibles. Primero como medio de comunicación por correo electrónico personal y transmisión de archivos. Segundo, para realizar foros de colaboración. Tercero, como plataforma virtual para videoconferencias y acceso a bibliotecas virtuales. Las limitaciones son la condiciones de conectividad. Se estima que hasta 4% de la población de la UAM no tiene acceso a equipos de cómputo propios o a servicios de internet. La UAM destinará recursos para ayudar a alumnos en esa situación. Otro asunto es la capacitación para profesores y alumnos para mejorar el uso de los recursos electrónicos.
La SEP ofrece la plataforma de Google Educación muy similar al programa de la UAM en alcance, limitaciones y posibilidades para la enseñanza-aprendizaje. Esto es educación a distancia o educación remota. Es un paso hacia la educación virtual pero aún no lo es.
Considerando los problemas de la educación remota o a distancia podemos analizar lo que es probable, lo que es posible y lo deseable. Asociemos a estos futuros una medida de tiempo: corto, mediano y largo plazo, respectivamente, pero aún esto es vago. El COVID nos obliga a precisar periodos como los siguientes: los próximos 3 meses (hasta julio), los próximos meses de invierno y los próximos 2 años (hasta 2022).
La educación a distancia como futuro probable, en la educación básica en las próximas semanas se enfrenta un reto mayúsculo que involucra procesos de enseñanza y aprendizaje en casa. Las clase se imparten por TV abierta y los padres de familia realizarán algunas labores asumiendo el papel de docentes, por ejemplo crear una “carpeta de experiencias”.
La educación en casa se ha considerado como complemento de la educación en el aula, pero no hay una política para desarrollar una educación con base en este binomio hogar–aula. Es decir, no hay experiencia acumulada en las familias. Sin embargo, la SEP espera que en las próximas semanas se desarrollen esas capacidades en las familias. Por ejemplo, la SEP señala la siguiente dinámica que deben desarrollar las familias en casa para los grados de 1º y 2º de primaria en materia de valores. Se pide a las familias que elaboren una “carpeta de experiencias” con las siguientes instrucciones:
Platica en familia:
Responde a las preguntas a través de un pequeño escrito o dibujo y guarda tus trabajos en una carpeta de experiencias para que en cuanto sea posible se las entregues a tu maestra o maestro. |
¿Cuál será el resultado de este tipo de dinámica de trabajo? Sólo una evaluación podrá señalar como se desarrolló está dinámica de trabajo. Podemos considerar algunos posibles resultados señalados en diversos estudios: El apoyo que proporcionan las familias depende de su capital cultural. Esta es otra cara de la desigualdad. Hay familias con más capacidad para ayudar en casa a sus hijos. Es decir, la educación a distancia reforzaría esa desigualdad. Una tarea pendiente para las autoridades del sector educativo es cómo compensar esas desigualdades entre familias. Un plan para desarrollar dinámicas de trabajo con familias que se encuentran en situaciones de desventaja puede ser una opción. Ello implica identificar las necesidades de las familias.
La educación a distancia como futuro posible para los próximos meses de invierno en 2020 y siguientes mientras la población no esté vacunada en su totalidad. Ahora tenemos disponible la educación a través de la televisión, pero éste es un recurso limitado. Conocemos el caso de la telesecundaria donde se requiere de un tutor, es decir no se sustituye la educación presencial, sólo al docente. Por otro lado, se cuenta con la herramienta de Google para educación que facilita la comunicación electrónica y el acceso a materiales y audiovisuales.
La utilidad efectiva de las clases por TV y en la plataforma de Google educación sólo pueden determinarla los maestros y directores. Estos actores del sector educativo tienen la palabra para determinar cómo usar nuevos instrumentos para desarrollar nuevos enfoques de enseñanza y aprendizaje. Me parece que para definir el futuro posible para un nuevo tipo de enseñanza y aprendizaje virtual, los docentes en servicio y los directores de escuela necesitan tener libertad tanto para hacer las valoraciones como para realizar propuestas de tipo pedagógico y organizacional.
La educación a distancia como futuro deseable, para 2021-2022, no la podemos precisar hasta definir una serie de componentes. Se necesita establecer, en primera instancia ¿qué queremos lograr?, ¿cómo lo haremos?, ¿cuáles son los recursos disponibles y requeridos?, ¿cuánto tiempo nos llevará alcanzar esos propósitos? Todo ello en un contexto de desigualdad social y económica. Por ejemplo, las niñas y niños con discapacidad fueron incorporados a las escuelas regulares, pero ¿cuál sería la propuesta de educación a distancia para ellos como estudiantes? De igual manera para la educación indígena y comunitaria.
En este momento puede ser injusto pedir a la SEP que tenga preparada una respuesta a las interrogantes mencionadas pues su estrategia de educación a distancia es una respuesta ante la emergencia sanitaria. Será necesario posteriormente tener tiempo para identificar ¿cuál es el trabajo pendiente para elaborar una propuesta de educación virtual que complemente la educación presencial en el aula? De esta manera, podremos establecer si estamos hablando de un futuro deseable como algo alcanzable o si sólo es una ilusión.
La educación a distancia plantea una serie de incógnitas que también son oportunidades para las autoridades, directores y docentes para replantear las prácticas de enseñanza y aprendizaje. De esta manera cobra sentido y puede tener significado el postulado de la SEP para “desaprender lo aprendido” que aplica tanto a las autoridades de educación como a directores y docentes. Hay que repensar aspectos como los siguientes:
- Pensar a la educación como un binomio aula–hogar, donde la educación en casa complementa la educación impartida por los docentes, ya sea de manera presencial, remota o virtual.
- Considerar el desarrollo de programas y soluciones de educación aula-hogar con base en los aprendizajes que vayan teniendo los directores y docentes en este periodo de confinamiento. Es posible que con esta experiencia los docentes y directores se conviertan en actores activos para desarrollar propuestas pedagógicas y organizativas de educación a distancia.
- Desarrollar procesos horizontales de gobierno en la educación. Las autoridades del sector educativo también necesitan “pensar fuera de la caja” para crear espacios ágiles de comunicación y promover la participación que permita incorporar propuestas de directores y docentes.
La emergencia por el COVID19 deja ver huecos en el funcionamiento del sistema educativo y al mismo tiempo muestra oportunidades para transformar la política educativa a partir de las experiencias de los docentes, directores de escuela y supervisores, así como de los padres de familia y los alumnos.