El concepto de la ciudadanía como la participación de todos en las decisiones cívicas, políticas y sociales es relativamente moderno. Para finales del siglo 18, la Constitución de Estados Unidos representaba el pensamiento más avanzado sobre el concepto de la ciudadanía. Sin embargo, limitaba el derecho a participar a los hombres blancos.
Hoy en día la participación plena más bien se limita por la carencia de hábitos de ciudadanía. El comportamiento virtuoso de los ciudadanos es importante fundamento para una sociedad democrática porque es imposible que las leyes por si solas puedan construir comunidades justas y eficaces en proveer el bienestar común. El comportamiento virtuoso se aprende, por tanto se debe enseñar en las escuelas así como en las familias.
Hay quienes sostienen que la “educación” en el sentido de los buenos modales y las virtudes sociales se debe aprender en la familia, y reservar la escuela para enseñar matemáticas, lectura, ciencias y demás materias académicas. El problema con esta posición, por supuesto, es que muchos niños viven en familias que carecen de ejemplos del comportamiento virtuoso. ¿Dónde aprenderán si no en la escuela? Ellos también merecen la oportunidad de ejercer los derechos y responsabilidades de la ciudadanía, y la sociedad no puede darse el lujo de considerarlos como desechables.
Jason Ohler (Digital Community, Digital Citizen, 2010) destaca la importancia de la escuela en enseñar los hábitos de ciudadanía en la sociedad moderna:
“Hay una pregunta fundamental que debemos contestar con respecto a cómo educar a nuestros niños en la era digital. La respuesta que encontremos determinará como planear e implementar la educación en su sentido más amplio en los años venideros. En su forma más sencilla, la pregunta es, ¿Debemos considerar que los alumnos tienen dos vidas o solo una? … Con más detalle: ¿debemos considerar que los alumnos tienen dos vidas separadas –una vida desenchufada dentro de la escuela y otra vida saturada con medios digitales fuera de la escuela–, o debemos creer que tienen una sola vida que integra sus existencias como estudiantes y como ciudadanos digitales?”
“La perspectiva de dos vidas plantea que nuestros estudiantes deben vivir una vida tradicional estudiantil en su escuela, parecida a la que vivieron sus padres, y una segunda vida digital fuera de clases. Plantea que la tecnología que usan los muchachos es demasiado cara, problemática, o distrayente para poder integrarla en los procesos de enseñanza y aprendizaje. Plantea que los impactos personales, sociales, y ambientales de un estilo de vida digital deben quedar fuera de los programas de estudio. Y más importante, plantea que los muchachos tendrán que navegar por su cuenta el mundo digital más allá de las puertas de su colegio y formar sus propios criterios respecto a preocupaciones actuales como la seguridad cibernética, la responsabilidad tecnológica, y la ciudadanía digital sin la ayuda del sistema educativo”. Según Ohler, si nuestra respuesta favorece la separación de las vidas estudiantiles y digitales, las consecuencias serán lamentables.
Hace apenas unos diez años, la cultura digital ha venido a añadir otro nivel a las virtudes tradicionales de ciudadanía como respeto, responsabilidad, valentía, bondad, empatía, solidaridad e integridad. Debido a su carácter virtual, global y multicultural, la participación en comunidades digitales tiene algunas diferencias con la participación comunitaria en la vida real, como son:
- Comunidades personalizadas unidas por necesidades e intereses comunes de sus participantes
- Dispersión geográfica de las comunidades virtuales y la pertenencia a varias diferentes comunidades a la vez
- Relacionamiento directo entre personas de diferentes nacionalidades, sin sus líderes de por medio
- Posibilidad de uso de identidades inventadas, y con ellas un sentimiento de invisibilidad y anonimato y posibles situaciones inseguras
- Conexión tenue entre acción y consecuencias
- Mayor necesidad de poder evaluar las fuentes de información según su veracidad y propiedad para la formación de los educandos
- Mayor necesidad de identificar la audiencia y ajustar el alcance de la comunicación (intima, personal, social, o pública) y de cuidar la “huella digital” personal, ya que publicar fotos de una borrachera descabellada en medios sociales puede costarnos oportunidades profesionales después.
- Múltiples destrezas comunicativas diferentes en medios digitales: ej. collage de medios visuales, verbales y auditivas en vez de ensayos tradicionales; presentaciones Powerpoint o Prezi en vez de exámenes.
Los chicos ya saben navegar con las tecnologías digitales en sus intereses y entretenimientos personales. Ohler plantea que:
“…la tarea de los maestros es ayudar a los estudiantes a conectar sus redes personales a realidades globales que tienen significado personal e importancia académica”.
Para hacerlo, vale la pena involucrar a los educandos en fijar las pautas para su participación en comunidades virtuales dentro de la escuela, revisando cuidadosa y conscientemente estas y otras distinciones entre las comunidades de vida real y las comunidades digitales. Tenemos mucho esfuerzo y aprendizaje por delante si queremos que las escuelas recuperen su relevancia para el desarrollo de la ciudadanía en el mundo moderno.
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