Los docentes tienen que elaborar estrategias audaces al enseñar, que en ocasiones parecen contradictorias, para poder equilibrar el sinsentido que encuentran los estudiantes de Educación Media Superior (EMS) en su desarrollo académico, señaló la investigadora de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), Jessica Flores Leyva, al participar en la mesa sobre “Procesos de aprendizaje” en el primer Congreso Latinoamericano de Estudiantes de Ciencias Sociales, organizado por la Facultad de Estudios Latinoamericanos de Ciencias Sociales (FLACSO); actualmente, abundó la investigadora, los estudiantes encuentran poca relevancia en sus estudios de bachillerato y los maestros muchas veces no tienen las herramientas para enfrentarse a esta situación.
En su conferencia titulada “Enseñar desde el absurdo: la didáctica de las ciencias sociales en el siglo XXI”, Flores Leyva explicó que cuando los estudiantes se decantan por el estudio de las ciencias sociales, usualmente lo hacen siguiendo un criterio de “conveniencia académica y profesional”.
Esta dinámica es de gran relevancia porque esto nos dice que los alumnos “no es que quieran estudiar las ciencias sociales, más bien ‘no quieren estudiar ciencias exactas’ “, por lo que terminan decantándose por disciplinas donde el estudio de las matemáticas, la física o la química se estudian poco o nada.
Estas orientaciones deficientes, para los jóvenes que logran acceder a una universidad, generan “lagunas de conocimiento que se arrastran al nivel superior que es dónde se forman los investigadores de lo social”, detalló.
Una educación alternativa es posible
Presente en esta mesa, la académica de la UNAM Rosa Margarita Sánchez Pacheco, habló de la “educación emancipadora en América Latina”, donde destacó proyectos de educación alternativa como los del Ejercito Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) y de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
En su conferencia, Sánchez Pacheco explicó que la educación emancipadora es una opción política, basada en una pedagogía crítica, que encuentra sus orígenes en nuestro continente a finales del siglo XIX.
Esta orientación pedagógica basada en aprendizajes surgidos de las necesidades particulares de una comunidad en específico, encuentran en Latinoamérica representación en proyectos como el del Movimiento de los sin Tierra en Brasil, quienes tienen escuelas de Educación Básica y una universidad.
Pero también en Ecuador y en Bolivia, con las universidades interculturales; pero en México -para Sánchez Pacheco-, la experiencia más representativa es la del Sistema Educativo Rebelde Autónomo Zapatista, que surgió en el año 2000 como un esfuerzo de los indígenas chiapanecos por tratar de adecuar el sistema educativo a las necesidades de sus comunidades.
Actualmente este proyecto de educación, impulsado por el EZLN, tiene frente a sí dos retos fundamentales, “gestionar la producción de maestros para las comunidades (es un cargo honorario y no reciben un sueldo por esta labor); y obtener una certificación que acredite el curso de la educación básica por parte de sus alumnos, detalló la académica de la UNAM.