Como lo han expresado autoridades de distintos niveles, para mejorar la calidad de los aprendizajes, el sistema educativo habrá de romper con distintas inercias y resistencias, una de ellas es la desidia que se genera en los docentes una vez que han obtenido su plaza o la impunidad que garantiza el Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), según apuntó la maestra Mónica Marcelina Piña Silva, durante su participación en el foro sobre la Educación Media Superior (EMS), región dos, celebrado en la ciudad de Monterrey, Nuevo León.
“Durante mi tiempo de servicio (17 años) he sido testigo de un denominador común: Cuando una persona alcanza la plaza de tiempo completo, ya no quiere estar frente a grupo Y se vale de cualquier cosa para no cumplir su carga horaria reglamentaria de 30 horas”, fue el lapidario apunte que expresó esta maestra, quien se desempeña en el Centro de Estudios Tecnológicos, industrial y de servicios N° 46, en Coahuila.
“Es aquí donde vemos que los planteles están llenos de docentes con ‘acuerdo presidencial’, ‘cambio de actividad’, que piden estar en oficinas en las que tampoco cumplen su trabajo, que no pueden subir escaleras pero sí se pueden ir de compras a Estados Unidos, que se ‘cayeron’ y se incapacitan un año amparados por ‘riesgo de trabajo’ justificado por el ISSSTE, sin contar con las constantes incapacidades médicas que consiguen amparados bajo la constante intervención del SNTE que protege a los que no contribuyen en mucho al cumplimiento de los cada vez más grandes retos de los planteles”, señaló la docente Piña Silva.
Mientras tanto, “docentes que ya cumplieron sus años de ‘servicio’, que ya deberían estar felizmente jubilados o atendiendo sus enfermedades sin las presiones del trabajo, pero que, como no planificaron su retiro, se resisten a dejar de figurar en la nómina del plantel como si trabajaran lo que su misma clave indica (40 horas = 30 horas clase y 10 horas descarga académica) y que por no querer adaptarse a vivir con la pensión (aproximadamente la mitad), se convierten en lastres para las instituciones que no puede disponer de ese recurso y que ante sus autoridades representa un superávit por lo que no justifica su necesidad de horas frente a grupo y origina que personal que apenas tiene horas, se le asignen clases de más generando a su vez déficit al plantel e inconformidades que dañan el clima laboral, por considerar ‘beneficiados’ a unos y ‘explotados’ a otros”, lamentó la maestra el pasado 25 de febrero durante la realización de este foro.
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