Un expositor, en reciente conferencia educativa, nos dijo que tenemos que usar estrategias constructivistas para estimular más participación de los niños en su propio proceso de aprendizaje. “¿Y porque usted no lo hace aquí con nosotros? –pensé– ¡no diga, enséñenos cómo!”.
Leer mi columna de la semana pasada de nuevo me recordó aquella conferencia. Escribí: La “diversión difícil” (aprendizaje social) viene de un reto significativo que… surge al enfrentar a problemas difíciles. La “diversión difícil” y colaborativa es algo que los educadores debemos integrar a nuestra pedagogía al máximo para crear conexión emocional e involucramiento de nuestros estudiantes en su propio aprendizaje.”
¡No diga, enséñenos cómo!
Lo bueno es que no faltan ejemplos del aprendizaje social. Se ve en acción a diario. En las redes sociales abundan los “prosumidores” – que tanto consumen como producen contenidos–. Se organizan grupos informales alrededor de problemas de interés mutuo. Constituyen fuerza ciudadana presionando para mayor transparencia en gobierno. La primera reacción de Los Pinos al reportaje de Aristegui sobre la casa blanca fue tratar de callar o bloquear la noticia y después despedir a la periodista, y la reacción abrumadora en Facebook, Twitter, e innumerables foros no se hizo esperar, abanderado por hashtags como #yosoycarmen y #quenosetepase. Recientemente, debido a las presiones de las redes sociales y los tuits ciudadanos a sus representantes parlamentarios, la redacción final de la ley anticorrupción resultó ser más estricta que la propuesta inicial.
El aprendizaje social se caracteriza por el libre y gratuito compartir de contenidos, la apertura a la participación y colaboración de todos, la sabiduría de las multitudes, y la confianza generada por diferentes mecanismos de control y seguimiento de la reputación digital.
Plutarco afirmó que la educación no es llenar un vaso sino encender una llama. A pesar de la antigüedad de su visión, las escuelas aun no la han asumido. Se han apartado poco de las mismas metodologías que empleaban en el siglo 19 para enseñar a los tatarabuelos. El aprendizaje social, en cambio, enciende la llama porque las personas aprenden para poder actuar, y según los resultados, determinan que más necesitan aprender. Clay Shirky, en su libro Here Comes Everybody (ahí viene todo el mundo) plantea que compartir en redes sociales nos lleva inevitablemente a la colaboración, y la colaboración a la acción.
Confieso que nunca implementé el aprendizaje social como método predominante en un colegio. En colegios que dirigí, alentaba y ayudaba a profesores a incorporar más problemas reales como tarea para grupos colaborativos de alumnos. ¿Pero cómo sería una escuela en México que basara su enseñanza en problemas? ¿Podríamos hacerlo y cumplir con el programa de la SEP? ¿Y con costos por alumno similares a las escuelas públicas?
Esta última pregunta es relevante ya que un modelo educativo con costos mucho mayores a lo que se gasta actualmente el gobierno para educar a cada alumno no puede trascender como alternativa a la educación pública actual. Costos anuales por alumno fueron reportados por el INEE para el año 2012 como 15,500 pesos en preescolar, 14,100 pesos en primaria, 21,816 pesos en secundaria y 30,502 pesos en bachillerato. Su ritmo de crecimiento en los últimos años ha sido aproximadamente el 0.5%.
Sería interesante que una comunidad virtual de educadores diseñara una escuela en todos sus aspectos como proyecto de aprendizaje social. Recomiendo el ejemplo de las Escuelas Innova del Perú como manera de mantener costos razonables para un programa basado en resolución de problemas por grupos de alumnos, y aprendizaje de destrezas y contenidos por programas digitales como Kahn Academy y YouTube (que pronto tendrá 34 mil videos educativos en español para todos los niveles). Tienen 60 alumnos por grado, y solo necesitan tres profesores para dos grados. En tiempo de trabajos grupales, un profesor supervisa a 30 alumnos, pero en tiempo solo (programas de aprendizaje digital), un profesor guía a los 60 estudiantes del grado. Tener tres maestros por cada dos grados en vez de cuatro crea la oportunidad de proporcionarles mayores salarios y más oportunidades de capacitación, especialmente en los protocolos comunes (“así es que se trabaja en este colegio”).
Habría que convencer a la SEP que se cubrirá el programa de estudios, haciendo a la vez una profunda revisión de los objetivos para decidir cuáles son esenciales e importantes y poder estudiarlos con mayor profundidad con las estrategias de aprendizaje social.
Hasta ahí ha llegado mi consideración del problema. ¿Alguien más tiene ideas para poder implementar el aprendizaje social como metodología base en una escuela? Me encantaría oír sus sugerencias e ideas. Prometo hacer un resumen de las aportaciones y hacerlo llegar a todos los participantes.
Twitter @ejspin, #escuelaaprendizajesocial
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