Diálogos por la Nueva Escuela Mexicana: Curriculum y Didáctica

Euriel Rosas Lozada

La necesidad de docentes, directores, Atp´s, supervisores y supervisores generales en apropiarse sobre al Plan de estudios 2022, el uso de los libros de texto gratuitos, la elaboración del programa analítico y la implementación de las metodologías sociocríticas y la evaluación formativa, fueron algunos temas que se abordaron en los Diálogos por la Nueva Escuela Mexicana: Curriculum y Didáctica el pasado 8 de julio de 2024; evento que la Subjefatura Académica de Educación primaria de la subdirección de educación primaria en la Región Naucalpan en el Estado de México diseñó e implemento para fortalecer la práctica de los docentes de esta subdirección.

Una de las conferencias fue dictada por el Dr. Marx Arriaga Navarro el aún director General de Materiales Educación de la secretaria de educación Pública, esta se centro en el “Discurso leído en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en Honduras el 28 de junio del año 2024” donde México fue invitado a compartir su experiencia en la elaboración de libros de texto gratuitos.

Dicho discurso se tituló como “La nueva escuela mexicana, los libros de texto y el humanismo mexicano”.

La Nueva Escuela Mexicana es una propuesta educativa impulsada por el gobierno del presidente Andrés Manuel López Obrador, la cual busca transformar el sistema educativo nacional. Su enfoque principal es la educación integral de los estudiantes, promoviendo valores, conocimientos y habilidades que les permitan desenvolverse de manera efectiva en la sociedad y poder transformar su realidad; pero para lograrlo es necesario realizar un análisis como ha sido el proceso de implementación de esta reforma educativa del régimen de la cuarta transformación, por lo anterior a continuación se comparte algunas ideas del discurso compartido en la CELAC.

Aunque a la derecha le disguste, aunque a los empresarios que lucran con la educación les moleste, aunque a los sacerdotes les asuste, aunque a los intelectuales orgánicos de las disidencias magisteriales les cause envidia; hoy, México sufrió una transformación en su educación básica, dando un viraje a su modelo con una propuesta decolonial, comunitaria, emancipadora, anticapitalista y popular. Coloco como prueba de ello los centenares de comentarios negativos que pululan en la infodemia mexicana, las notas televisivas, los artículos periodísticos que así lo confirman. Pero diré más, ofreceré cinco pruebas que sostienen mi afirmación sobre cómo lo vivido en México es una transformación educativa con un carácter popular.

Primera, es decolonial porque rompe con las hegemonías eurocéntricas; con la visión histórica, científica y cultural de los países colonialistas. Rompe con la tradición de los círculos urbanos hegemónicos europeos, con la educación centrada en asignaturas fragmentadas, con el desarrollo de competencias laborales, y permite que sea el docente y su comunidad que completen una currículo sintética con los saberes emanados de su territorio, generando un espacio horizontal donde convivan los avances científicos, tecnológicos y culturales de la civilizaciones eurocéntricas, con los saberes subyugados de nuestros pueblos. A esto lo hemos llamado: “Codiseño curricular” y da como resultado un “Programa de estudio analítico”, diseñado en cada aula, (hablamos de más de 300 mil centros escolares en la educación básica mexicana). Un programa de estudio analítico diseñado después de la reflexión crítica sobre las incongruencias y las desigualdades del territorio común a cada colectivo. En pocas palabras, logramos, desde lo institucional, fomentar el diseño de más de 3 millones de programas analíticos, misma cantidad de docentes en educación básica; todos esos programas desde una ecología de saberes.

Segunda prueba, nuestra educación es comunitaria porque rompió con la presión del neoliberalismo educativo y colocó al centro a la comunidad y no a un estudiante aislado como el capitalismo educativo solicita. Una de las medidas que ocupa el neoliberalismo para arrancarle el protagonismo al estado en materia educativa, es convencer a la sociedad que lo más importante en el proceso de maquila de ciudadanía, son los niños, las niñas y los adolescentes. Según ellos, para lograr una calidad en la educación, todas, todos y todes, aparentemente, debemos comprometernos e invertir lo que podamos en la educación de ellos, ya sean los presupuestos del estado o los ahorros de las familias. Frases instaladas en la cultura familiar como: “no hay mejor inversión que invertir en la educación de tus hijos” es un buen ejemplo de esta cultura del consumo. En la actualidad, trágicamente, no es el estado el obligado a ofrecer una educación democrática, sino somos todos, todas y todes los que debemos asumir ese compromiso que empuja al mercado educativo, al individualismo, la meritocracia, el oportunismo, el consumismo y el emprendimiento. Frente a esas políticas gerenciales, importadas del ámbito empresarial, con las cuales se capacita, se deshumaniza a los obreros, México dice no y coloca en el centro de su modelo educativo al reconocimiento, la instalación, la organización de comunidades democráticas, diversas; demodiversas e interculturales.

Tercer prueba, México propone una educación emancipadora y no sólo porque el modelo abrace el paradigma crítico; las epistemologías del sur, y la filosofía de la liberación. No sólo es por estas condiciones simbólicas, sino por las condiciones materiales que se han generado. Pero antes, como preámbulo, permítanme una generalidad. Desde la conformación de los Estados Nación, la educación pública y privada sirvió como herramienta para homogeneizar el tipo de ciudadanía que el sector hegemónico necesitaba. La derecha, con el estandarte del progreso, el crecimiento sostenido, la competencia, la familia nuclear y Dios, diseña programas de estudio que deben cumplirse a pie puntilla con la esperanza de conseguir la ciudadanía sumisa, trabajadora y resignada con la que se sentirían cómodos. Sin embargo, lastimosamente, la izquierda actuó de manera semejante; con la bandera de la justicia social, la lucha de clases, la democracia, la fraternidad y la solidaridad, se diseñan programas de estudio que deben seguirse a pie puntilla para conseguir al ciudadano revolucionario que luchará contra aquellos tiranos. En ambos casos, la derecha y la izquierda desconfían del pueblo; lo asumen como ignorante, como desvalido; y es ahí donde se encuentra el principio del colonialismo. Nuestro presidente, Andrés Manuel López Obrador, realizó un acto revolucionario; ¡confió en su pueblo! En todo su pueblo, no sólo en los blancos barbados de ojos azules; sino en los morenos, en los desarrapados, en los “nadies”.

En el caso de la educación mexicana, me refiero a lo que hemos llamado desde la Secretaría de Educación Pública “autonomía profesional” de la educación básica que implica las condiciones materiales para que el docente pueda territorializar el programa de estudios según las necesidades y los saberes subyugados de su comunidad. Así, entre las condiciones simbólicas que aporta la pedagogía crítica, las epistemologías del sur, la filosofía de la liberación y las condiciones materiales que permiten la reflexión crítica de la comunidad, el reconocimiento de las desigualdades y los saberes subyugados; la educación básica mexicana hoy se aprecia como una educación emancipadora.

Cuarta prueba, la educación básica mexicana como una estrategia anticapitalista. Aún falta mucho porque las raíces del consumismo son largas y retorcidas, ya que no sólo se encuentran en lo económico, sino también en lo cultural, lo social, lo emocional, etcétera. Pero solo por tener claras algunas estrategias desarrolladas este sexenio; en el año 2018, cuatro editoriales privadas, fondos transnacionales, podría decir fondos buitres por la manera como desplazaron la participación de las pequeñas editoriales nacionales, me refiero a los españoles de Grupo SM, Editorial Castillo, Santillana y Trillas, que acaparaban los contratos en la compra de los Libros de Texto Gratuitos de la educación secundaria (1,500 millones de pesos, casi $90 millones de dólares) hoy, ninguna de estas empresas que lucran con la educación reciben un solo centavo porque el estado asumió su responsabilidad y convocó a miles de maestros del país para realizar sus Libros de Texto Gratuitos.

Quinta prueba, es una educación popular porque a través de la “Autonomía magisterial”, del “pensamiento crítico”, del abordar los contenidos por medio de proyectos con carácter social en donde se visibilicen y atiendan las injusticias y las desigualdades que hay en los territorios. A través de todo ello, lo que se pretende es propiciar las condiciones simbólicas y materiales para convertir aquellas escuelas, aquellos centros escolares, en cooperativas comunitarias. De la misma manera, como lo imaginó Rafael Ramírez al diseñar el normalismo rural de nuestro país. Por lo tanto, la propuesta de la Nueva Escuela Mexicana y sus Libros de Texto Gratuitos es una política educativa, profundamente, popular.
Por último, no me quiero ir sin antes referir la estrategia política, cultural, y administrativa que están desarrollando en este momento los maestros y las maestras de todo México para la implementación de la Nueva Escuela Mexicana y el uso de sus Libros de Texto Gratuitos. Como buena estrategia, no se diseña como un plan estandarizado, sino se adapta, dinámicamente, a los hallazgos y los conflictos que surgen en los territorios. Pero a grandes rasgos, la estrategia que requiere la implementación de la Nueva Escuela Mexicana, gira en estas 12 etapas.

  • Reconocimiento de un conflicto. No importa si es superficial o surge de las desigualdades, la lucha de clases o el colonialismo; partamos de la indignación. Reconozcamos el sentimiento de indignación que surge al tomar conciencia de un conflicto que creemos relevante. Por ahí iniciemos, por concretar o verbalizar algo que apreciamos como un posible conflicto. Obliguemos a nuestro cuerpo a sentir algo, a salir de la monotonía, de la frialdad de esta sociedad del consumo y que aflore la indignación.
  • Lectura de la realidad. Superar la conciencia ingenua para intentar una conciencia real que cuestione el origen del conflicto. Si se preguntan: ¿qué es una conciencia ingenua? Imaginen una persona deshumanizada, un autómata que no piensa, no siente; que no se cuestiona, que asume que la vida es así y que es inútil intentar cambiarla. La conciencia ingenua es el resultado del infernal conformismo de esta sociedad del consumo.
  • Reconocimiento de la otredad. Obligarse a ver el mundo como lo observa el diverso, el marginado social, el ninguneado, el silenciado histórico. Detenerse un momento, desdoblarse, e imaginar en qué quiero convertirme, cómo sería el día de mañana, cómo sería mi territorio si las cosas cambiaran. En fin, imaginar cómo sería el bienestar común si se diseñara una comunidad diferente a esta sociedad del consumo.
  • Reconocimiento de las clases sociales. Si mi reflexión logró definir quién soy, de dónde vengo y qué sueño ser. Ahora es momento de reflexionar sobre las desigualdades estructurales: ¿quién está arriba, ¿quién está abajo?, ¿quién es un opresor, ¿quién es un oprimido?, ¿cuáles son los privilegios, cuáles los castigos?, ¿cómo se ejerce el poder, cómo se somete al individuo?, ¿cómo se coloniza, y cómo lograr decolonizar primero nuestro cuerpo, luego nuestra mente y por último, nuestra alma?
  • Reconocimiento de la cultura. Si somos parte de una comunidad, ¿cuál es el aparato ideológico que compartimos? De todas las incongruencias que vivimos, de todo aquello que no tenemos certeza, de todas las preguntas que evitamos abordar como: ¿qué es la vida?, ¿qué es la muerte?, ¿qué es el amor?, ¿qué es la fraternidad?, ¿qué es la sororidad?, ¿por qué los niños crecen?, ¿por qué envejecemos?, ¿por qué las flores florecen en primavera?, ¿por qué llegó el invierno? Todo lo que no tenemos certeza; todo lo que resolvemos con mitos que nos tranquilizan ante la incertidumbre; todo eso es la cultura. Así, para esta estrategia, es necesario reflexionar sobre aquellos mitos globalizantes de nuestra colectividad que nos dan identidad. En otras palabras, reconocer mi cultura y sus diferencias con las culturas de los demás.
  • Reconocimiento de las desigualdades. Poco a poco, nuestra conciencia real se convertirá en una conciencia crítica, pero para ello es necesario reconocer las desigualdades estructurales que no sólo son económicas, sino culturales, lingüísticas, sexogenéricas, políticas, geográficas, emocionales, etcétera.
  • Alinear voluntades comunitarias. Ahora que nuestra reflexión es robusta, compleja, anclada en las realidad; debemos compartir los hallazgos, buscar consensos, generar colectivos; construir comunidad. Alineemos la voluntad de los miembros en la comunidad en favor de una agenda política por la cual valga la pena luchar; valga la pena ofrecer el tiempo, la energía, para un combate en favor de la comunidad en donde los acuerdos se defiendan y respeten.
  • Organización de colectivos. En este mundo individualista, que sataniza la organización, que nos insiste en que cada uno de nosotros debe preocuparse por los suyos. En este mundo consumista, no puede haber una afrenta más grande que organizar colectivos democráticos, diversos; demodiversos. Organizar colectivos bajo una agenda política clara, con acciones claras, con un calendario claro, con un horizonte de expectativas claro en donde se reconozcan las implicaciones del bienestar común.
  • Comunicación. No sólo comunicar al interior del colectivo, de la comunidad; sino la comunicación que trasciende nuestro territorio y que entra en aquellos espacios inhóspitos; aquellos espacios en resistencia; aquellos espacios en donde la esperanza del positivismo aún tiene vigencia. Aquellos espacios en donde aún se espera la llegada de nuevas tecnologías sofisticadas que lo resolverán todo. Es ahí donde nuestra comunicación debe ser efectiva y convencer al disidente sobre cómo una comunidad demodiversa es mejor que un colectivo inhumano.
  • Cooperación comunitaria. Ahora que podemos comunicarnos, fuera de la comunidad, con otros territorios: ¿cómo coordinar esfuerzos en una agenda política regional?, ¿cómo hacer de la lucha un patrimonio, un estandarte en donde otros se puedan ver reflejados?, ¿cómo coordinar esfuerzos?, ¿cómo promover una estrategia dinámica, entre los miembros, que se adapte a las necesidades de los territorios?, ¿cómo evitar que los procedimientos de cooperación limiten las acciones de transformación cuando se solicite, a los miembros, lealtad y disciplina desde la verticalidad?, ¿cómo construir hegemonías sin cometer los vicios y abusos de las anteriores hegemonías?, ¿cómo desplazar a los opresores sin caer en la tentación de utilizar sus armas melladas que han dejado regadas por todos lados?
  • Insurgencia magisterial. Las acciones transformadoras, fruto de la reflexión cultural, económica y social, es un acto que violenta al estatus quo. Los sectores tradicionales, acostumbrados al ejercicio del poder, acusarán cualquier acción transformadora como un ejercicio violento. La Secretaría de Educación Pública se encuentra en la misma circunstancia; ella es hegemonía. Al estar ellas en la punta de la pirámide, no podemos esperar que cambien como si fuera un acto de generosidad o de misericordia. Para que la transformación, por todos anhelada, sea una realidad, se necesita la insurgencia magisterial.
  • Consolidación del poder. Después de la insurgencia magisterial, de sus acciones transformadoras continuas, tarde o temprano la institución y las hegemonías cederán. Al desplazarlas, darán lugar a nuevas formas de ejercicio del poder. Tal vez, esta etapa sea la más delicada porque siempre estará ahí la tentación de disfrutar los privilegios de las élites desplazadas. Deberemos ser muy humildes para imaginar un ejercicio del poder diferente. Una sociedad democrática, demodiversa; una comunidad que no discrimine, que no margine. Una sociedad donde todos tengan voz. Una sociedad donde el blanco, barbado, de ojos claros, (y no sólo me refiero al físico de una persona; algunos aunque somos morenos oprimidos, llevamos por dentro un blanco barbado escondido); una sociedad donde las hegemonías, aún vigentes, se contienen y permiten nuevas formas de sociedad donde no se solapen o promuevan las desigualdades.

Como escuchan, la Nueva Escuela Mexicana representa una política pública decolonial, comunitaria, emancipadora, anticapitalista y popular. El sueño de Rafael Ramírez, de Vasconcelos, de Altamirano, de Ignacio Ramírez, de Dussel, de Obrador y muchos otros pensadores mexicanos más, tal vez se alcance; una pedagogía mexicana, diseñada por mexicanos, que obliga al diálogo desde la hospitalidad, desde la dignidad de nuestros pueblos a aquellos que insisten en vernos y tratarnos como su capital humano. México, desde la Secretaría Educación Pública en general y sus Libros de Texto Gratuitos en particular, dicen no al modelo por competencias y dicen sí al humanismo mexicano y tal vez sí, al humanismo latinoamericano.

En conclusión, la reforma educativa de la Nueva Escuela Mexicana y la actualización de los libros de texto gratuitos representan un esfuerzo significativo por mejorar la educación en México. Sin embargo, la implementación de estos cambios enfrenta desafíos importantes, incluyendo la calidad de los contenidos y la capacitación docente. La atención a estas áreas será crucial para lograr los objetivos planteados por la NEM y las diferentes instancias educativas deben reflexionar e implementar espacios de debate y construcción para fortalecer la practica pedagógica de los docentes y como consecuencia mejorar los logros de aprendizaje en los estudiantes.

Referencias
Arriaga, M. (2024). La nueva escuela mexicana, los libros de texto y el humanismo mexicano. Discurso leído en la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (CELAC), en Honduras el 28 de junio del año 2024.

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