El Programa Universitario de Estudios sobre Democracia, Justicia y Sociedad de la Coordinación de Humanidades de la UNAM, invitó a los asistentes del Diálogo Internacional Universitario*, a dialogar a partir de los saberes y reflexiones colectivas en torno al impacto del COVID 19 en la región.
Esta fue mi reflexión:
El virus, contrario al modelo neoliberal, no discrimina, porque ha revelado no solamente las brechas digitales, también y en mucho mayor medida, las sociales. Problemas estructurales que no han sido resueltos, aunados al riesgo de salud presente en esta pandemia, en donde al parecer, se siguen tomando decisiones privilegiando a la economía antes que a las personas.
En este momento, el endeudamiento y la fragilidad institucional heredada en la que estamos, visibiliza la necesidad de trasformar el modelo de desarrollo vigente de manera tal que el mercado esté al servicio de la gente y no la gente al servicio del mercado (Correa, 2020).
Se están presentando fuerzas que desvelan la lógica social y los problemas sociales que se han ido acumulando, donde no se reflexiona en las múltiples aristas que se presentan en la realidad ¿será acaso por qué el pensamiento emancipador no se fomenta en los espacios sociales formativos?
Además, el escaso cuidado a la vida, que se manifiesta en la destrucción inmisericorde de nuestros recursos naturales, no solamente por la extracción de minerales basados en el arrebato de sus tierras generalmente a los indígenas, sino porque visibiliza el poco aprecio a la vida en general.
En este país en el que somos más de 125 millones de mexicanos (INEGI, 2019), se observa que los derechos sociales de las personas no siempre están vinculados al ingreso de las familias y su bienestar económico.
Existen una serie de indicadores que permiten aproximarnos a la manera en la que viven 52, 425, 887 personas en situación de pobreza, tales como el rezago educativo, el acceso a los servicios de salud, la seguridad social, la calidad y el espacio de vivienda, así como a los servicios básicos (Coneval, 2018).
La pobreza y la desigualdad nos encuentran en una desprotección social con sistemas de salud y de la economía fragmentados (Bárcenas, 2020) que, sumados a la pandemia, generarán seguramente, nuevos pobres.
De ahí la necesidad de apoyarnos en lo que muchos grupos en América Latina están realizando: construir opciones formando colectivos, organizándonos y resistiendo, en la necesidad de construir una voluntad política de abajo hacia arriba, humanizando el capitalismo para protección del ser humano (Sousa Santos, 2020) privilegiando el cuidado de los que menos tienen.
No hay violencia de Estado, es cierto, a diferencia de otros países, pero hay otras violencias que siguen aumentando: la violencia hacia las mujeres, del crimen organizado, la violencia intrafamiliar, la que reproducen las fake news y muchos medios de comunicación. Crece además una diversidad funcional recrudecida por la pandemia que se manifiesta en ignorancia, racismo, clasismo, discriminación misoginia, homofobia etc.
México presenta realidades diversas y por tanto complejas, ahora con pautas de rutinas alteradas en donde existen diversos poderes que quieren posesionare y que están en continuo enfrentamiento, porque sus intereses y riquezas están siendo vulnerados.
Construir esperanza ante este escenario, permite repensar nuestras realidades conectando lo global con lo local, generando espacios de y para la solidaridad y el trabajo conjunto. Los educadores de todos los niveles y modalidades educativas tenemos mucho que aportar, reconociendo que las escuelas no pueden ni deben seguir aisladas de la comunidad, donde se torna necesario anteponer a la urgencia del tránsito curricular, la formación para el buen vivir.
Pensar en formas más solidarias de construcción de escuela pública, donde los educadores aprovechemos la experiencia recabada, manteniendo el vínculo pedagógico ante la visión homogénea desde la diversidad, abrir la escuela a la familia promoviendo el pensamiento emancipador, trabajando en conjunto para que todas y todos tengamos y ejerzamos los mimos derechos.
Este distanciamiento dificulta las acciones colectivas, pero hay que insistir en motivar el abrazo, el reconocimiento y el disfrute del rol que cada ser humano tiene, si bien, no podemos esperar una epifanía después del coronavirus, si podemos construir un abordaje de la realidad de manera colectiva y comunitaria, caminando paso a paso ante la necesidad de visualizar un mundo diferente, en espacios de esperanza.
*Diálogo Internacional por la Democracia. La Pandemia y el Futuro de América Latina”
Referencias
CONEVAL (2018) “Personas en situación de pobreza Diez años de medición de pobreza multidimensional en México: Avances y desafíos en política social “(2008,2018).
INEGI (2019 d) “Encuesta Nacional de la Dinámica Demográfica” (ENAID).