Juan Carlos Silas Casillas
ITESO, Universidad Jesuita de Guadalajara
Las imágenes de niños sonrientes, que juegan y se abrazan; las de docentes y administrativos de preescolar celebrando a los pequeños e incluso portando disfraces, hoy no se ven. La algarabía y ambiente festivo que solía caracterizar el día del niño no se registra por segundo año consecutivo. Este 30 de abril 2021 se ha tornado, en el mejor de los casos, en una celebración queda y moderada. La razón es el confinamiento ocasionado por el Covid, la víctima es, sin duda el nivel preescolar, incluyendo estudiantes y sus familias, docentes y administrativos.
Cifras preliminares de la Secretaría de Educación Pública, disponibles en https://www.planeacion.sep.gob.mx/principalescifras/, ponen en evidencia cómo el preescolar ha sido la principal víctima de la pandemia. La baja en matrícula fue severa, pasó de 4´734,627 a 4´327,798 estudiantes inscritos a nivel nacional, lo que totaliza 406,829 niñas/os menos en las listas (que no en las aulas), es decir una disminución de 8.6%. Este decremento se dio en todas las entidades federativas a excepción de Coahuila que tuvo un magro incremento de 1%. En un recuento rápido se pueden encontrar casos llamativos como la Ciudad de México con una caída total de 16% (44,453 estudiantes menos), Morelos con una disminución de 15% (10,218 niñas/os menos) y el Estado de México con una merma de 13% (72,335 menos).
Si lo analizamos de acuerdo con su fuente de financiamiento, es claro que en el ámbito privado se registró una verdadera catástrofe. La matrícula privada pasó de 744,969 a 486,667 lo que significa que un cuarto de millón (258,302) de niñas y niños no se inscribieron de un año a otro. En términos proporcionales significa que 34.7% no regresaron. Uno de cada tres alumnitos ya no volvió. En el ámbito público la disminución fue de 148,527 estudiantes o 3.7% menos. Al tratarse de un universo grande de alumnos la disminución proporcional no luce tan espectacular, sin embargo, también se trata de muchos niños.
Si se analizan los datos en términos institucionales y operativos, cerraron sus puertas casi mil instituciones: 976 escuelas. Cuatro de cada cinco preescolares cerrados eran privados y el otro era público. Es decir que 790 privadas (disminución global de 5.2%) y 186 públicas (baja global de 0.3%). Si hablamos de “grupos”, un término bastante relativo dadas las condiciones de trabajo en casa que ha enfrentado alumnos, familias y docentes, tenemos 7,517 menos. Se pasó de 237,306 grupos a 229,789 (es decir 3.2% menos). Se perdieron 7,708 en el ámbito privado, mientras que hubo 191 nuevos en el público. De nueva cuenta se ve que la pérdida fue seria en el ámbito privado con 16.3% “grupos” menos, lo que aunado a la baja en la matrícula muestra un panorama sumamente comprometido para la operación y subsistencia de los prescolares privados ya que el promedio de alumnos por “grupo” pasó de 16 a 12 niños, mientras que en el ámbito público pasó de 21 a 20.
En lo que se refiere a personal docente, comparando el año escolar previo con las cifras del actual se tiene que hay 8,309 menos. De esa merma, 96% corresponde al ámbito privado (7,985 docentes menos) y 324 al público. En términos proporcionales significa 16.9% menos docentes laborando en preescolares privados y 0.2% menos para los públicos.
La afectación no se detiene ahí, las escuelas tienen muchas otras funciones que requieren trabajadores desempeñándolas. En términos de personal ocupado como suma total, se pasó de 409,927 a 387,269 trabajadores, es decir 22,658 menos de un año a otro. De ese total, 21,520 son de instituciones privadas y 1,138 de centros de trabajo de financiamiento público. De nueva cuenta, para los privados significó una caída de personal del orden de 17.4%, mientras que para el público la caída fue de 0.4%. Si nos centramos en el personal administrativo veremos que disminuyó 23.6% en los prescolares privados al pasar de 38,062 a 29,095 trabajadores (una merma de 8,967 de un año a otro). En el sector público la disminución fue de 950 al pasar de 44,125 a 43,175. Esto es 2.2% menos.
Para terminar este rápido recuento numérico se debe resaltar un dato que suele pasar inadvertido: los directivos de preescolar con o sin grupo, es decir que dedican tiempo a la docencia de manera adicional a su función como líder educativo. En este rubro, en el ámbito privado se registró un incremento de 4.3% de directivos con grupo y una disminución de 8.1% en el rubro de directivos sin grupo. Mientras que en el ámbito público se tuvo una disminución de 2.2% en la cantidad de directivos con grupo y un incremento de 1.8% en el total de directivos sin grupo. Esto parece evidenciar que el personal directivo en preescolares privados debió extenderse a funciones docentes, presumiblemente para aminorar el impacto en el balance ingresos-egresos, mientras que los directivos de preescolares públicos tuvieron que asumir un papel más organizativo y de gestión. Esto a raíz de que el número de estudiantes matriculados por escuela tuvo una disminución seria en el ámbito privado. El promedio de alumnos por escuela pasó de 49 a 34 en las privadas y de 54 a 52 en las públicas y, aunque sabemos que los promedios son engañosos, una disminución media de 15 alumnos por centro de trabajo privado significa una merma de 30% que sin duda se refleja en los ingresos económicos necesarios para ofrecer el servicio educativo.
Es evidente que los preescolares, tanto públicos como privados, han tenido un año extremadamente difícil, enfrentando por un lado una seria disminución de matrícula y de personal, así como una importante extensión de funciones en el personal que permanece. Por el otro lado, en lo relativo al desarrollo de los alumnos, ha debido atender a sus niñas/os a la distancia, construyendo ejercicios y dinámicas adecuadas para un entorno familiar que no es el esperado y han tenido que involucrar para ello a madres y padres de familia (así como otros integrantes como hermanos o incluso abuelos).
Aunque adivinamos que el impacto del confinamiento será alto en las/los estudiantes de preescolar, la verdad es que desconocemos la verdadera dimensión. Por ello será importante dedicar estos últimos meses del ciclo escolar 2020-2021 y el verano para encontrar las formas de recuperar lo más posible en un entorno de desgaste anímico y económico en las familias.
El reto es monumental y requiere la concurrencia de las familias, las escuelas, las comunidades y las autoridades educativas en torno a reflexionar cómo se puede aminorar el impacto y relanzar el aprendizaje/desarrollo de nuestros niños a partir del año escolar 2021-2022.
Por eso, en este 30 de abril 2021, celebremos un poquito y reflexionemos mucho en conjunto sobre nuestras acciones para el futuro cercano