David Auris Villegas
Quienes profesamos el maravilloso arte de educar personas, en Perú y en todas partes, ilusionados, emprendemos esta aventura, para transformar vidas y provocar alegría a la humanidad; sin embargo, con el trascurrir de los años, esta luna de miel pedagógica, va desvaneciéndose en países como el nuestro, donde el quehacer docente es un ejercicio marginal y vilipendiado desde los gobiernos y la misma sociedad.
Ante esta espantosa realidad, ¿cómo autovalorarnos?, ¿probablemente siendo homenajeados cada 6 de julio? Al observar esta pancarta, Día del Maestro, reafirmemos nuestra aventura pedagógica, a pesar de tantos muros por escalar.
En efecto, los más de quinientos mil docentes del país, como personas, según las investigaciones, merecemos una vida digna y acomodada, por ello, exigimos al gobierno como cuestión existencial, elevar nuestros estipendios y asignar 10% del PBI a educación.
Además, el estado socioemocional del cuerpo docente, debido a esta pandemia se ha visto vapuleado, requiriendo ser tonificado infatigablemente desde el Ministerio de Educación, empoderándonos de habilidades blandas, con la finalidad de educar personas solidarias, seguros de sí mismo, capaces de tomar decisiones acertadas en contextos disruptivos.
Por otra parte, dado la multiplicación del conocimiento y la revolución científica, es imprescindible desarrollar la experticia docente, orientados a educar estudiantes científicos, creativos y productores de contenidos con dosis emprendedora.
En este sentido, eduquemos para la vida, asumiendo nuestra tarea inspiradora y empática, esgrimamos con maestría el arte didáctico recomendado por Comenio, acompañado del magistral dominio de los recursos tecnológicos, centrados a lograr aprendizajes innovadores en esta nueva realidad híbrida.
Asimismo, es posible lograr calidad educativa, desde una política de estado consecuente que mire hacia adelante y aspire una sociedad desarrollada y sostenida que, por ahora debemos esperar, debido a que el presidente Castillo, demuestra una supina ignorancia pedagógica, pues durante 11 meses de gestión ha cambiado 4 ministros de educación, generando un desconcierto social.
Aunque el gobierno ha perdido la brújula, impulsemos proyectos educativos de mejora continua, desde la sociedad civil, junto a padres de familia y el sector empresarial como hacen los países nórdicos, quiénes ha desarrollado gracias a una educación de calidad.
Abreviando, a pesar de tantas limitaciones, como educadores e ingenieros sociales, renovemos nuestros votos pedagógicos y comprometámonos a liderar la verdadera transformación social, hacia un progreso compartido y desarrollo sostenible que todos aspiramos.
David Auris Villegas. Escritor, columnista y pedagogo peruano.
davidauris@gmail.com
https://orcid.org/0000-0002-8478-6738