*Hugo Aboites
A diferencia de las demás entidades federativas, que se encargan de la escala educativa completa (básica, media superior y superior autónoma), el gobierno federal nunca ha permitido o facilitado a la ciudad llegar a ese punto. Y ahora sucede que hasta lo poco que ha podido crear –los niveles superiores de educación– es objeto de hostigamiento. No sólo por momentos la Secretaría de Educación Pública (SEP) se suma a la campaña de descalificación, busca aplicar la reforma educativa en la media superior y superior, sino que, ahora, parece optar por el acoso financiero. Ha decidido suspender a la Universidad Autónoma de la Ciudad de México (UACM) casi todo el subsidio que ya le había otorgado la Cámara de Diputados. Una medida extralegal y agresiva contra una universidad pública y autónoma, y un despojo a la Ciudad de México.
Extralegal, porque en el anexo 17 del Presupuesto de Egresos de la Federación 2017, el Programa de Apoyo a Centros y Organismos de Educación
(Superior), en la nota cinco, dice que se incluye 150 millones
de pesos para la UACM. Pero recientemente la SEP (Oficio 511/17-0224) comunica que el subsidio federal asignado a esa institución asciende a la cantidad de 40 millones
. Y otras instituciones también han sido perjudicadas (como la Universidad Obrera, a la que se le cancela todo el subsidio).
Despojo, además, que ocurre contra la Ciudad de México cuando ésta apenas ha dejado de ser –como dice Porfirio Muñoz Ledo– un distrito
, y todavía está fresca la tinta de su Constitución. Pero, también, porque este es un gesto hostil en contra del derecho a la educación de miles de jóvenes de la CDMX. Precisamente este primer año en que orgullosamente aparece con todas sus letras en la Constitución como parte del artículo 13 del derecho a la educación, a la UACM se le desconoce su derecho a recibir un subsidio federal ya aprobado. Coincide con la decisión de la Asamblea Legislativa de no aumentarle el presupuesto y, además, quitarle 63 millones. ¿Allanándose así a la campaña intensa y permanente de un partido en la Asamblea Legislativa contra esta universidad? Se añade que desde 2001, cuando arranca la educación media superior y superior de la ciudad, el gobierno federal ha mostrado resistencia extrema en su contra. La UACM es una institución nueva (15 años), con 17 mil estudiantes y poco más de mil millones de presupuesto; apenas se compara con la historia de muchas décadas de otras instituciones estatales y federales (la UNAM, con un siglo de vida, más de 300 mil estudiantes y 26 mil millones de presupuesto, o la UAM, con 44 años, 55 mil estudiantes y 6 mil millones). Crear más espacios en la capital, sin embargo, sigue siendo importante porque aquí se encuentra la mayor parte de los cientos de miles de jóvenes del país que cada año buscan un lugar en el nivel superior, y porque la UACM tiene las posibilidades y el dinamismo de una plantilla laboral joven y la novedad de proyectos, componentes claves para seguir creciendo. Mientras la matrícula en gran parte de las universidades públicas del país está, por lo menos, estancada, en los últimos cuatro años la de la ciudad, con el apoyo de la responsabilidad que ha asumido el Gobierno de la CDMX para dotarla de recursos federales y locales, ha mejorado 20 mil metros cuadrados de sus instalaciones, ha construido 18 mil más y su matrícula ha crecido en 32 por ciento. Además, el apoyo de la responsabilidad política gubernamental: en el profundo conflicto de la UACM de 2013, cuando fácilmente la balanza pudo haberse inclinado hacia una pugna más destructiva, el entonces recién llegado gobierno capitalino decidió reconocer al rector interino y al Consejo Universitario que lo eligió, y con eso claramente apostó a la sobrevivencia de la UACM. Se abrió el paso a una etapa de normalización y crecimiento que resultó duradera y estratégica: con su sola renovada existencia respondió a la crítica de que nada se hace para que la capital de México, una potencia cultural y económica y una de las más grandes, deje de ser una de las más bajas en cobertura en educación superior en toda América Latina.
Esa universidad requiere más de 200 millones para lo elemental del gasto operativo (electricidad, comedores y becas; insumos de laboratorios, internet, renta de edificio, vigilancia, eventos académicos, publicaciones, mantenimiento de nueve posgrados, 18 carrera y cinco planteles), pero se ve despojada de 110 millones (después de los 63 que ya también le redujo la Asamblea). Genera una profunda crisis, pero además, la pérdida del dinamismo. Peligran proyectos, se agudizan las tensiones internas, hay emplazamiento a huelga, y se distrae la atención respecto de lo importante. Si nada cambia, la perspectiva para este año es la de una universidad que languidece. La decisión de la SEP es, por eso, una pésima noticia para la ciudad, para su incipiente sistema educativo y para los jóvenes sin escuela. Por eso es necesario defender esta parte de la educación de la ciudad, su universidad.
PS. Bienvenida, Carmen Aristegui
*Rector de la UACM. Texto publicado en La Jornada