Vengo de una tribu de mujeres
Que traen en la memoria los saberes
Entre los labios los poderes
Para despertar a todos los seres.
Vengo de una tribu
de mil mujeres bien poderosa
Que viene a cambiar las cosas
Que tiene fuego en el corazón.
Vengo cantando rezos
Danzando al ritmo de mil tambores
Venimos desde lejos buscando la Revolución.
Despierten mujeres despierten
Por todos los seres que sienten
Apaguen las voces que duelen
Que suenen sus voces, que suenen.
Despierten mujeres despierten
Por todos los seres que sienten
Apaguen las voces que mienten
Que suenen sus voces, que suenen…”
Este extracto forma parte de una canción que escuché en mi práctica de yoga y que me remitió a aquello que ya se visibiliza con gran fuerza en nuestro país: los derechos de las mujeres. Desde la década de los setenta, las luchas han sido constantes, que han dado como resultado múltiples voces y formas de sentir, pensar y actuar para su defensa.
Martha Lamas, ha afirmado que existe una relación entre el avance de la equidad de género y las sociedades en las que predomina una postura más abierta, más democrática, y que es necesario construir mediaciones que permitan reformas puntuales, como el aborto y el matrimonio igualitario, conquistas que sin duda peligran ante la ola ultraderechista.
Ha surgido un feminismo que ella denomina espontáneo, que se nuclea alrededor del cuerpo y está teniendo un gran impacto mediático. La llamada cuarta ola del feminismo se distingue por su conexión con el mundo digital, las manifestaciones públicas y la crítica a la violencia, ya que la tecnología facilita amplios procesos de comunicación en redes sociales.
En noviembre del 2023, en una entrevista en la revista Letras Libres, Lamas aseguró que debemos unirnos en una reflexión sobre la condición humana, que examine críticamente el resentimiento que despierta el estado de cosas que vivimos y se evite el feminismo punitivista que se concentra en el castigo del varón sin entender la proporcionalidad de la pena respecto a la falta y la necesidad de protocolos claros que definan tales faltas, asuntos que tocó en Acoso. ¿Denuncia legítima o victimización? (2018).
Además, es necesario aclarar que el feminismo no es una lucha entre el bien y el mal, y que se requiere de un amplio ejercicio de pedagogía feminista en todos los estratos e instituciones de la sociedad; los varones han sido troquelados por el patriarcado, al igual que nosotras, y entre ellos, tan diversos y distintos entre sí como las mujeres, existen aliados que no podemos obviar.
No se trata de nosotras, las buenas, contra los varones, los malos. La pregunta clave es ¿qué podemos hacer para construir otro tipo de sociedad y para construir otro tipo de lazo social entre nosotres que acabe con el discurso victimista y mujerista de un cierto feminismo, marcado por un anti intelectualismo militante y que no se abre a alianzas con otros sectores?
Lo que buscamos todas, todos y todes, sin duda, es la búsqueda de una mejor sociedad. En lo particular me conmovió lo que expresó la Presidenta el 1 de octubre del 2024: “Es tiempo de transformación y es tiempo de mujeres”… “No llego sola, llegamos todas”, reconociendo el esfuerzo colectivo de las mujeres que han luchado por sus derechos a lo largo de la historia, destacando la importancia de enfrentar problemas sociales y económicos en México, que tocan con mayor dureza a las mujeres.
Si bien apenas inicia, me siento esperanzada. En los años ochenta del siglo pasado, inimaginable pensar en una Presidenta en México, pero aquí está. Para quienes no vivimos esa realidad, pareciera normal que haya ocurrido, pero hay que recordar que el voto femenino no se aprobó en México hasta 1953. Lo acepto, también tengo emociones encontradas por las realidades que aún existen en nuestro hermoso país, como los miles de desaparecidos, el incremento de la violencia o la corrupción, pero tener una Presidenta en México ya de por sí es reinvicativo, ante el recorrido vergonzoso por sexenios, de presidentes machistas que han sido marcados por el poco aprecio a las mujeres.
Al ver la ceremonia de recepción del bastón de mando que le entregaron mujeres indígenas y afromexicanas a Claudia Sheinbaum, desee enormemente que no exista esa persecución machista, misógina, clasista y discriminatoria que se le da a las acciones de las mujeres cuando sobresalen de los hombres. Recordemos tan solo la vida difícil de la esposa del presidente de los Estados Unidos de América, Michelle Obama, a quienes muchos medios de comunicación de manera sistemática, la denigraban y ofendían por ser mujer y afroamericana, sin tomar en cuenta su trabajo sensible y profesional.
Por eso, hay que seguir adelante, como siempre lo escribo, apoyando las acciones que las mujeres hacemos en nuestros pequeños o grandes espacios, sigamos esperanzadas y traigamos a nuestra memoria los saberes que vamos acumulando, cambiando las cosas que nos duelen a partir del corazón, despertando conciencias y buscando lo mejor para las personas y los seres vivos que habitan en nuestras hermosas tierras.
Ojalá señora presidenta, tus palabras no queden en el vacío y logremos todas, caminar juntas.
PD. Para quienes critican el reiterado discurso sobre el trabajo de Andrés Manuel López Obrador de la Presidenta en su toma de posesión, pienso que el agradecimiento hacia quienes han iniciado un camino, muestra a una mujer sensible, congruente y honesta con todo el derecho de decir lo que piensa.