Desastre educativo
Hubo un tiempo no del todo distante en el cual en México había un secretario de Educación Pública que solía ocuparse de vigilar que los maestros dieran clases y los alumnos las tomaran en unos bastimentos llamados escuelas. Pero eso era antes. Como se ha visto, el secretario ya no es necesario (ario-ario). No se engañen la lectora y el lector, Emilio Chuayfett entra y sale de las oficinas de lo que fue la Secretaría de Educación Pública, pero se trata de un simulacro, de un montaje, de un arte dramático. Incluso Gil podría desempeñar ese papel con cierto decoro. Para apuntalar esta impresión tenemos no un botón, como dice el refrán, sino una verdadera mercería.
Repantigado en el mullido sillón del amplísimo estudio, Gilga observa cómo se desmorona un trozo nada despreciable de la educación en México. Gil lo leyó en su periódico La Razón en una nota de Jacquelin Coatecatl.
Los futuros maestros de la Universidad Pedagógica Nacional de Chilpancingo abandonaron los salones de clases para marchar y exigir justicia por los desaparecidos de Iguala. De plano cerraron la escuela y se dieron a la calle para tomar casetas, realizar bloqueos y otras actividades propias de su oficio.
Una hoja
Como pasan las cosas cuando pasan, el semestre de la UPN debió terminar en diciembre, pero las cuentas y los cuentos académicos no salían, ni entraban. Mucha marcha, mucho boteo, mucho boqueo y bloqueo, mucho desmadre, mucho Ayotzinapa, pues a qué hora la escuela.
Los dirigentes han exigido que todos los estudiantes aprueben el periodo entregando un trabajo por escrito cuya extensión decidirá el redactor a partir de una cuartilla, menos de un hoja no se aceptará, tampoco así de fácil. “No hemos estado de flojos. Hacemos guardias de 24 horas toda la semana en la escuela y vamos a actividades de protesta”, dijo Ana Laura Cortés Arcos, coordinadora de los estudiantes en paro.
No fue nada fácil para los estudiantes, o como se llamen, obtener este logro educativo. Los muchachos tuvieron que utilizar un método persuasivo: bloquearon la Autopista del Sol. La cosa se puso color de hormiga (sin albur): “Permitimos que los maestros ingresaran a la escuela para que se entrevistaran con los jefes de grupo y nos indicaran el trabajo mediante el cual obtendríamos la calificación final, pero un grupo de maestros no se presentó bajo el argumento de que para evaluarnos nos requerían en clases normales, lo cual es una petición a la que no cederemos y de mantenerse esa postura no permitiremos que se abra la escuela y tampoco que se inicie el próximo semestre”, dijo Cortés Arcos.
Los maestros le piden a los alumnos que asistan a clases. ¿Qué les pasa? ¿Se han vuelto locos? ¿Habrase visto? Gamés va más lejos que esta prócer de los movimientos educativos: que a todos los niños de Chilpancingo, al nacer, se les otorgue el grado de maestros por la UPN, se les dote de una plaza y se les asigne una caseta para cobrar el peaje. ¿Cómo ve esta reforma educativa, señorita Ana Laura? Todos somos Ayotzinapa.
Cuando Salvador Martínez della Roca, secretario de Educación de Guerrero, se enteró de que la Autopista del Sol había sido bloqueada, como un rayo de eficiencia aceptó que los estudiantes aprobarán el semestre con un trabajo. Gran solución. ¡Felicidades!, Salvador.
Chepi
En el mismo orden de ideas, mju, Gamés leyó también en su periódico La Razón que el que fuera dirigente de la Sección 22 de la CNTE, Azael Santiago Chepi, viejo cliente de esta página del fondo, fue registrado (ya hacía falta una voz pasiva) como candidato a diputado federal en el distrito 4 de Oaxaca por el partido Movimiento Regeneración Nacional. Maestro del paro (no empiecen), del bloqueo, del plantón, Chepi ha recibido de Liópez un reconocimiento. ¿Lo ven? Estamos perdidos, Morena postula a un truhán ante los ojos de los hoteleros, restauranteros, comerciantes, trabajadores a quienes Chepi y sus huestes les impidieron trabajar. Y todos tan contentos. Mecachis en veinte, farfulló Gilga.
Según los cálculos de la nota de Jacquelin Coatecatl, en cuatro años al frente de la sección, Chepi dejó sin clases durante 111 días a un millón 300 mil alumnos de Oaxaca. Que con su pan se lo coman, musitó Gamés al borde del mullido sillón. Y Liópez tranquilo, él no paga por ver.
La máxima de Albert Einstein espetó dentro del ático de las frases célebres: “El mundo no está en peligro por las malas personas sino por aquellas que permiten la maldad”.
Gil s’en va.
Twitter: @GilGamesX