Rosalina Romero Gonzaga*
¿Transformación o cambios aparentes?
La iniciativa de cambios a los artículos 3 y 31 de la Constitución Política[i] que presentó el día de ayer Andrés Manuel López Obrador como presidente constitucional liquida la reforma educativa y desaparece el INEE como organismo autónomo. Con ello, se intensifican los reacomodos y la recomposición de fuerzas políticas y administrativas al interior de la SEP.
Las decisiones recientes del secretario de educación, Esteban Moctezuma, augura un escenario de pocos cambios que abonen a la Cuarta Transformación en materia educativa. El reciente nombramiento de Enrique Ku Herrera como director general del CONALEP[ii] limita la posibilidad de refundar la instancia educativa federal sin la injerencia de viejos cuadros del PRI o del SNTE. Ku Herrera, aliado hasta 2017 de la profesora Gordillo, estuvo como director general de Educación Indígena en dos ocasiones (1989-1992; 2006-2007).
La inercia educativa persiste
La Dirección General de Educación Indígena (DGEI), instancia que desde su creación se han mantenido separada de facto del resto de las direcciones general de la Subsecretaría de Educación Básica (SEB), es un claro ejemplo de la inercia gubernamental desde los tiempos de la hegemonía del PRI y los dos sexenios del PAN de mantener bajo control un sector tradicionalmente renuente a los cambios y los juegos de poder que han desarrollado los grupos interburocráticos para repartirse la SEP. La DGEI ha sido la unidad adscrita a la SEB funcionando bajo el viejo esquema de acuerdos y negociaciones entre el SNTE y la directora general la cual ha maniobrado para conservar su influencia y minimizar sus pérdidas. Se le ha mantenido dentro de la estructura “por ser una decisión de gobierno, por ser un asunto nacional,” que necesitaba ciertos instrumentos pedagógicos de política educativa comunes pero que en la práctica no lo asumió.
El desarrollo organizacional de la DGEI ha sido atravesado por conflictos sindicales que han impedido incorporarla al conjunto de políticas de la Educación Básica. Su posición ha sido marginal y se le ha considerado como una Subsecretaría, una isla, una entidad separada del resto de las direcciones generales. La educación indígena se incorporó al subsistema de Educación Básica con débiles o escasas consideraciones académicas y pedagógicas. El discurso intercultural adoptado por el SNTE, el magisterio y algunas organizaciones indígenas encauzó los programas no sólo hacia la elaboración de una plataforma política de impulso a la educación bilingüe, sino hacia aspectos político-sindicales. El sindicato reagrupó a los profesores indígenas y condujo sus demandas étnicas al terreno laboral. La incorporación de personal indígena en los puestos de dirección -tradicionalmente los directores generales han sido militantes activos del PRI y miembros del CEN del SNTE- y de segundo nivel, así como la cantidad de concesiones político-laborales hechas a los líderes del magisterio indígena, fue imponiéndose por encima de la formación y preparación pedagógica de los equipos técnicos y los profesores bilingües.
La actual directora general -Rosalinda Morales Garza- asumió el cargo en 2008 y desde entonces ha sido una posición dada al SNTE, cada dirección de área trabaja por su cuenta y tiene su propia dinámica, estructural y operativamente se le asigna recursos cuando el secretario determina que un tema en materia indígena es prioritario. Cuando Gómez Morín, asumió la Subsecretaría de Educación Básica (2001-2006) planteó establecer una Dirección General de Equidad e Inclusión Educativa en lugar de la Dirección General de Educación Indígena, la cual estaría conformada por grupos de maestros y especialista en contenidos, lenguas, materiales educativos, etc., trabajando en una visión integral de la enseñanza de lenguas indígenas se dedicaría a la atención de los grupos vulnerables.[iii] En los próximos meses veremos si el actual subsecretario de Educación Básica, Gilberto Guevara Niebla, podrá hacer realidad esta añeja iniciativa.
Espacios de transformación educativa, ¿es posible?
Con la derogación de la reforma educativa otras modificaciones que se perfilan en la Subsecretaría de Educación Básica apuntan a fusionar las dos grandes direcciones generales: la de Materiales Educativos y la de Desarrollo Curricular. La novedad sería la creación de la Dirección General de Formación Inicial y Continua, las cuales han permanecido separadas desde 1993 para regular -más no controlar- las políticas de formación docente. La reorganización de la SEP y la SEB abrirá espacios de transformación, pero también de retroceso si no se liquidan los esquemas viciados, las prácticas y culturas administrativas de falta de colaboración, cooperación, comunicación, disputas, rencillas internas, duplicación de funciones, rupturas entre las unidades administrativas.
El esquema departamental no ha sido superado, continúa fragmentado en direcciones generales, las cuales trabajan de manera aislada, distanciadas una de otra. Los constreñimientos organizacionales, técnico-pedagógico y de densidad política, se entretejen de forma tal que, han incidido de manera negativa en el desarrollo institucional de la instancia educativa. La debilidad institucional está relacionada con la implementación de reformas educativas fragmentadas e incompletas, las cuales han estado orientadas a perseguir objetivos técnico-financieros, en particular la renovación del aparato educativo, que al mejoramiento de la Educación Básica. Esta situación ha impedido desarrollar capacidades técnicas e institucionales de la institución educativa. La burocracia tiende a estructurar un conjunto de mecanismos de autoprotección, en forma de complejos procedimientos burocráticos y en opacidad informativa. Los cuerpos burocráticos y técnicos tienen fuertes restricciones para adaptarse a cambios en las políticas por el efecto del legado de lógicas y culturas institucionales construidas a lo largo del tiempo.
La SEP y la SEB siguen funcionando bajo complicaciones endémicas: restricciones burocráticas, rencillas internas entre direcciones, luchas políticas de cotos de poder, competencia dañina, falta de colaboración, desconfianza y ruptura de los procesos internos. Todos estos elementos han sido parte de la estructura rígida, vertical y autoritaria de la dependencia educativa, sin que medien frenos o mecanismos de comunicación e información que faciliten la coordinación entre funcionarios, lo cual ha impedido desarrollar capacidades técnicas e institucionales de la instancia educativa.
El desafío mayor será terminar con la fragmentación y la feudalización del sistema y los subsistemas educativos. Esto podrá alcanzarse con la refundación de la SEP y la SEB como instancias más reguladoras y menos elaboradoras y la incorporación de cuadros de dirección técnico-administrativa que antepongan intereses personales por el servicio público educativo.
*Becaria posdoctoral del Instituto de Investigaciones
sobre la Universidad y la Educación, IISUE-UNAM
twitter: @rrgonzaga23
[i] Disponible en: https://drive.google.com/file/d/1sUE-TYav1ON-6not38aMW9pc5GkaYlzT/view. Consultado: 13 de diciembre de 2018.
[ii] Disponible en: https://www.lajornadamaya.mx/2018-11-27/Enrique-Ku-Herrera-asumiria-direccion-general-del-Conalep. Consultado: 30 de noviembre de 2018.
[iii] Ver Rosalina Romero Gonzaga (2015) “Diseño político-administrativo y capacidad institucional de la Subsecretaría de Educación Básica, 1978-2012”. Tesis para obtener el grado de Doctorado en Ciencias Políticas y Sociales. Disponible en: http://132.248.9.195/ptd2015/agosto/091336668/Index.html