«Se puede delegar autoridad, pero no se puede delegar responsabilidad». Byron Dorgan
Al interior de las organizaciones como puede ser en un centro escolar, la falta de confianza y apoyo por parte de la dirección puede dementar la autonomía y la confianza al interior del equipo de trabajo. Esto es particularmente relevante en el contexto educativo, donde una dirección adecuada es crucial para construir un ambiente propicio para el aprendizaje, que es el principal objetivo de la escuela.
Cuando la dirección de una escuela cae en el patrón de una delegación ineficaz, los síntomas de una gestión problemática son evidentes: los docentes pueden sentirse menos empoderados y, por lo tanto, menos propensos a tomar iniciativa o innovar en su trabajo. Si la dirección escolar no confía en su personal, este sentimiento se transmite, haciendo que docentes dependan más de las instrucciones directas y sean menos creativos o proactivos. Este déficit de confianza puede llevar a la dirección escolar a intervenir excesivamente, dictando exactamente cómo deben hacerse las cosas, lo que a su vez disminuye aún más la autoconfianza del equipo de trabajo.
Sin embargo, el otro lado de la moneda revela el poder transformador de una delegación adecuada. Cuando la dirección deposita confianza en su equipo, estableciendo claridad en las expectativas y proporcionando apoyo sin gestionar a detalle cada cosa, las y los docentes tienden a asumir mayor responsabilidad y compromiso con su trabajo. Este acto de confianza alimenta su creencia en sus propias capacidades, lo que a menudo conduce a un desempeño mejorado y a la innovación dentro del aula, sin embargo, hay que tener en claro que, aunque se pueda delegar la autoridad, jamás será posible delegar la responsabilidad de lo que suceda por lo delegado.
Una delegación efectiva también promueve el desarrollo profesional de docentes, ya que les permite explorar nuevas estrategias de enseñanza y desarrollar sus propias habilidades de liderazgo. Quienes se sienten el respaldo para tomar decisiones son más propensos a experimentar con mejores métodos en muchos sentidos de su práctica profesional que pueden resultar en un aprendizaje más profundo y significativo para sus estudiantes.
Además, la delegación de autoridad fomenta la colaboración y el trabajo en equipo. Cuando docentes sienten que tienen voz y voto en las decisiones escolares, se crea una cultura de propiedad y responsabilidad colectiva. Esto no solo mejora la moral del equipo de trabajo, sino que también conduce a una mejor coordinación y cohesión al interior de la institución, factores que son fundamentales para el éxito de una organización educativa.
Una buena gestión en la delegación de autoridad deja en posibilidades a la dirección para enfocarse en la visión más a largo plazo y las estrategias institucionales. Al invertir confianza en su equipo, la dirección puede dedicar más tiempo entornos aspectos igualmente importante para el centro escolar, anticipando cambios y preparando a la institución para enfrentar nuevos desafíos.Así, una delegación ineficaz puede estancar el crecimiento y la mejora en un centro educativo, mientras que una delegación de autoridad adecuada puede construir una mejor institución, centrada en el aprendizaje y adaptada a las necesidades cambiantes de estudiantes y docentes. Porque la educación, es el camino…
Dr. Manuel Alberto Navarro Weckmann. Doctor en Gerencia Pública y Política Social.