Las palabras que el Secretario del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación (SNTE), Juan Díaz de la Torre, pronunció durante la presentación de las “Estrategias didácticas, guía para docentes de educación indígena” (Educación Futura 11/11/2016), en cuanto a que “en el magisterio nacional no hay lugar para la mediocridad, la incompetencia, ni la desazón”; retumbaron en su gremio, conformado por miles de trabajadores adheridos a esa organización sindical.
Como era de esperarse, las expresiones que éstos últimos escribieron (ver la página de Facebook: Educación Futura), fueron de rechazo y antipatía hacia esas declaraciones. Obviamente, el descontento que prevalece en buena parte del gremio es más que evidente. No obstante lo anterior, es que cabe preguntarse, ¿cuáles son las razones que motiva a los trabajadores a manifestarse de esta forma?, ¿por qué el líder sindical no goza del respaldo unánime sobre los asuntos que en su materia le corresponde realizar?, ¿cuáles son los argumentos que son utilizados para denostar el trabajo que realiza el Secretario General de tal sindicato? Pues bien, le invito a que vayamos por partes porque de este asunto, hay mucha tela de donde cortar.
Como sabemos, la llegada de Juan Díaz de la Torre al frente del SNTE, se dio después de que fuera detenida la maestra Elba Esther Gordillo, líder vitalicia – hasta ese momento – de la misma organización sindical. En la designación como tal, desde mi punto de vista, no está el problema, sino en lo que se destapó con la aprehensión de la profesora Gordillo y que redunda en un solo aspecto: malversación de recursos económicos de los trabajadores adheridos al sindicato más grande de América.
El fenómeno de la corrupción al interior de la estructura sindical le pegó, y le sigue pegando al profesor Díaz de la Torre. Obviamente, éste trae sobre su espalda este penoso y lamentable incidente que, difícilmente, podrá eliminar dado que hasta la fecha, sigue sin existir una transparencia en el manejo de las cuotas que se les descuentan a los trabajadores cada quincena. Punto nada sencillo de tratar, dado que el esquema de transparencia que ha “propuesto” no es transparente ni clarifica el destino de los dineros de los mentores, administrativos y del personal de asistencia la educación.
En segundo lugar, considero que en lo que va de su gestión, este profesor, se ha dedicado a “capotear” las aguas turbulentas que el mismo Sistema Educativo Mexicano (SME) genera como parte de un proceso de formación de los mexicanos. Es cierto, ha impulsado – como no se había visto – su programa de capacitación del magisterio a través de lo que se conoce como el Sistema Nacional de Desarrollo Profesional (SINADEP), lo cual es aplaudible; sin embargo, la naturaleza de su organización no estriba en este asunto, dado que le corresponde a su patrón realizarlo, quien, hasta la fecha, no ha logrado capitalizar esta plataforma capacitadora de los maestros en cuanto al modelo pedagógico que emana de la mal llamada Reforma Educativa. De hecho, si analizamos el carácter defensor de los derechos de los trabajadores del organismo sindical, nos daremos cuenta que de las negociaciones que ha mantenido con la Secretaría de Educación Pública (SEP), solo ha obtenido magros resultados, consecuencia lógica de las circunstancias económicas del país, mismas que no permiten generar las condiciones para una educación de calidad.
En tercer lugar, ha sido claro el apoyo que este líder le ha dado a la Reforma Educativa. Los discursos, las expresiones y las declaraciones ahí están y, si usted gusta, puede analizarlas. A todas luces, con las acciones que hasta la fecha ha emprendido, se hace manifiesto este asunto. Nada menor por cierto, pero que me permite argumentar sobre la existencia de un pacto “en las alturas” para que la “transformación” educativa a la que reiteradamente alude Aurelio Nuño y el Presidente Peña Nieto, pase planchadita, con la finalidad de atender los requerimientos internacionales que emanan de la Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico (OCDE) – solo por citar un ejemplo –. Se imagina lo que pasaría su posición fuera contraria a ésta y se exigiera las condiciones para que los maestros realizaran mejor su trabajo. Ojo, no me refiero únicamente al pago de salarios, sino a todos aquellos elementos que son indispensables para la realización de un trabajo eminentemente pedagógico y didáctico.
Hablar de mediocridad en un contexto en el que el descontento y polarización magisterial y social es más que evidente, corre sus riesgos y, seguro estoy, que el maestro Juan Díaz de la Torre los conoce. ¿Será que estemos ante el declive de una organización que por más que se siga lo contrario ha perdido fuerza, legitimidad y credibilidad? Es posible.
Cosas por hacer puede haber y muchas, por ejemplo, el que se realice un ejercicio de transparencia y acceso a la información sobre los recursos que maneja dicha organización sindical. Conocer el destino de tales recursos, es un imperativo básico y primordial si es que desea obtener esa parte de credibilidad a la que hago referencia pero, ¿lo hará?
Ahora bien, es cierto que este Sindicato ha sido mayormente conocido por sus prietitos en el arroz, ¿será posible relanzar una imagen en la que la honestidad, transparencia y cumplimiento de sus fines sean la punta de lanza para posicionarse de nuevo ante su gremio y la opinión pública? También es posible pero la pregunta sigue siendo la misma, ¿lo hará?
Sobre este asunto, recuerdo un texto de Rosa María Zuñiga, “La institución escolar, lugar de deseos y lucha de poderes” (1990), en el que se plantea que no puede existir en una institución, un objetivo superior que el que la misma organización establece, ¿cuál sería el objetivo de este Sindicato?, ¿lo pondrán en marcha para beneficio y respaldo de toda la base trabajadora? Tiempo al tiempo.