De las grandes cifras, del pomposo informe del secretario de educación, hay que detenerse en las pequeñas historias para pensar en las implicaciones que ha generado la publicación de los resultados de la evaluación del desempeño docente dados a conocer el pasado lunes 29 de febrero (sic).
Como parte de las pequeñas historias tenemos el caso de la maestra Lupita S., ella trabaja en el nivel de preescolar en una zona del norte de Zapopan en Jalisco, ella con 18 años de experiencia goza de una muy buena fama entre sus compañeras de zona, la directora de su plantel así como la supervisora de la zona le reconocen notables méritos académicos demostrados en el trabajo de cada día, tiene muy buena relación con los padres de familia y en general con la comunidad en donde se ubica la escuela en la que labora, se involucra en actividades extraescolares, asiste a todas las actividades que se programan en la zona, etcétera, aun con ello obtuvo el dictamen de NO SUFICIENTE en la pasada evaluación, no le han aclarado en qué aspectos falló o por qué su veredicto es de no suficiente.
La maestra Lupita contrasta con la maestra Sonia, igualmente educadora, de la misma zona y del mismo plantel, con apenas 6 años de servicio, en su corta experiencia Sonia ha acumulado la fama de mala educadora, es poco comprometida, no aporta ni se involucra con el trabajo extraescolar, ve sólo por sus intereses personales, sin cooperar con el resto del colectivo, desde los ojos de los padres de familias se le considera como una educadora floja y poco eficiente, pero ella obtuvo el veredicto de SUFICENTE con el rubro de Bueno.
Así como la anterior a partir de las pequeñas historias, cabría la pregunta ¿ante qué asistimos? La evaluación orquestada por la SEP de manera obsesiva también ha servicio para incentivar a los flojos y estigmatizar a aquellos docentes que si cumplen en su trabajo, bajo un entorno de presión psicológica por el carácter de obligatorio, la actitud docente de estar de frente ante este tipo de pruebas atípicas es una competencia que se desarrolla de manera transversal, muy por encima de lo que la profesión había fomentado en tiempos anteriores (Arnaut, 2015, Congreso del COMIE en Chihuahua).
Estos casos que se relatan, y que son verídicos, demuestran una inconsistencia adicional del instrumento utilizado por la SEP, no mide ni se acerca en lo más mínimo a brindar elementos acerca de conocer y respetar la historia, trayectoria y el prestigio profesional acumulado por cada docente producto de su trabajo en vinculación con el entorno en donde desarrollan su tarea educativa.
La SEP y esta relación artificial entre prestigio/desprestigio se torna en un componente estigmatizante, a partir de la forma de cómo se hacen públicos los resultados y del procedimiento de cómo se les trata a los docentes NO SUFICIENTES. La SEP está generando un daño moral adicional que se suma a todo el daño colateral que ha generado su proyecto central de “Reforma educativa”. En conclusión, la evaluación al desempeño docente en el fondo es profundamente injusta porque termina por desprestigiar a docentes prestigiosos y termina enalteciendo a otros u otras que gozan (dentro de su contexto) de una fama no del todo decorosa. Sería bueno que la SEP y la SEJ respondieran al respecto de este tipo de daño emergente que están generando sus evaluaciones supuestamente educativas. Y atender las pequeñas historias como las que aquí se cuentan y que en su desbocada carrera por hacer avanzar su supuesto proyecto de reforma: han ignorado.
Profesor-investigador de la Universidad Pedagógica Nacional, Unidad Guadalajara. mipreynoso@yahoo.com.mx