Tal vez hoy como nunca en México pudiera pulsarse la máxima de Antonio Gramsci de que “la política es educación y la educación es política”, aunque no en el sentido elevado en que el filósofo italiano lo planteó. Sirvan de ejemplo cuatro viñetas de la política educativa que se concatenan de manera compleja.
CPrimera, defensa. El secretario de Educación Pública, Otto Granados Roldán, en una conferencia de prensa en Los Pinos, hizo un alegato en favor de la Reforma Educativa que emprendió este gobierno. Si bien las cifras que proporcionó muestran avances y pueden cotejarse, su discurso tiende a salvaguardar la política educativa del presidente Peña Nieto. Expresó que “el país ha hecho un gran esfuerzo por el diseño e instrumentación de la reforma. Es una inversión muy relevante, no sólo en términos presupuestales, sino políticos, institucionales, humanos, que sería una tragedia que se viera interrumpida”. La intención del gobierno —intuyo— es consolidar la reforma lo más que pueda; blindar todo lo hecho es imposible.
Segunda, embate. En su gira por Michoacán, Andrés Manuel López Obradorratificó su intención de cancelar la Reforma Educativa. Excélsior reportó que, en Puruándiro, AMLO amonestó a los docentes y los conminó a despabilarse: “Ya es hora de que los maestros despierten, porque en la pasada elección, no es un reproche, es un señalamiento fraterno, la pasada elección todavía votaron por los partidos que votaron la mal llamada Reforma Educativa, ahí estuvieron votando por el PRI, por el PAN, por el PRD”. Además, les dijo: “Ya es tiempo de que los maestros tengan conciencia y que se vote por una transformación”.
Algo no me cuadra con el mensaje de AMLO. Él fue el candidato del PRD y ciertos de sus fieles de hoy fueron afanosos promotores de la Reforma Educativa.
Tercera, perorata. El gobernador de Oaxaca, Alejandro Murat, se reunió el jueves con la comisión política de la Sección 22 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación con el fin de resolver sus demandas. Los líderes de la S-22 mostraron su “buena voluntad” al abrir un carril de la carretera Oaxaca-Puerto Ángel. Pero mantenían bloqueado el aeropuerto, el plantón en el zócalo, la toma de la terminal de ADO y las casetas de la autopista Oaxaca-México. Además, según sus voceros, estaban en paro y diez mil de sus militantes estarán en la Ciudad de México el 4 de junio para forzar a la Secretaría de Gobernación a abrir una mesa nacional de negociación con la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación.
Cuarta, foros. El Consejo Mexicano de Investigación Educativa, que agrupa a la elite de investigadores de la educación del país, organiza foros en varios temas que arrojen elementos de diagnóstico y propuestas para una mejor política educativa en favor de México. Quieren hacer llegar sus propuestas a los candidatos a la Presidencia de la República y dialogar con ellos o sus representantes. Aspiran a elevar el nivel de las campañas electorales.
Política: La SEP quiere apuntalar sus logros; AMLO, echarlos para atrás; la S-22 causa desmanes —aunque el gobierno local diga que nada más diez por ciento de las escuelas está en huelga— y los investigadores piden racionalidad.
Esas cuatro vías —razonamiento, presión, ataque y amparo— no corren en líneas paralelas, se entrecruzan. La política, coligo, a veces deseduca. Por más que los investigadores quieran discursos razonables y profundos, las campañas son para conseguir votos; la hondura conceptual no los consigue. La movilización y el chantaje que practica la CNTE le producen frutos, aunque los docentes abandonen las escuelas. Si los maestros no tienen conciencia, ¿con qué convicción irán a votar? Y sí, como dijo el secretario, sería una tragedia cancelar la reforma.