Rogelio Javier Alonso Ruiz*
El inicio del siglo XX mexicano vio nacer una lucha revolucionaria que aglutinó a diversos sectores y líderes en torno al combate de la dictadura de Porfirio Díaz. Este movimiento armado tenía un doble propósito: el mejoramiento de la vida democrática del país, pero también de sus condiciones sociales. Uno de los principales líderes, Emiliano Zapata, veía con escepticismo los alcances de la revolución democrática, personificada en Francisco I. Madero. El Caudillo del Sur expresaba, un tanto pesimista, la intrascendencia del mejoramiento de las prácticas electorales ante los problemas serios que aquejaban al campesinado: “éste ha visto que con elecciones o sin elecciones, con sufragio efectivo y sin él, con dictadura porfiriana y con democracia maderista […], siempre y de todos modos él sigue rumiando sus amarguras, padeciendo sus miserias” (Magaña,1985, citado en Ávila, 2019, p.192). Así pues, las mejoras democráticas no habían permeado suficientemente en la resolución de los problemas agrarios.
A cien años de la muerte de Zapata, se ha suscitado en el país una reforma en materia laboral que, de acuerdo a sus promotores, apunta hacia la renovación de la vida sindical del país, destacando cambios en los mecanismos de elección de los dirigentes: aparece el voto universal, libre, directo y secreto. Si bien un voto de tales características representará un avance que debe ser celebrado en la vida sindical, vale la pena preguntarse qué tanto cambiará el rostro del SNTE a partir de la esto. Sin duda alguna esta renovación del voto pudiera favorecer la alternancia en las estructuras de gobierno del sindicato aunque, como se verá más adelante, no es tan simple como parece y es incierto que esta medida pueda impactar en áreas donde se requieren mejoras sustanciales.
Las modificaciones al estatuto del SNTE son necesarias para perfeccionar su vida democrática. Ejemplo de ello es el artículo 43 de este documento, el cual establece que los miembros de los Comités Ejecutivos Seccionales no podrán ser reelectos para el mismo cargo en el mismo Comité. Dicho de otro modo: sí es permitida la reelección siempre y cuando cambien de cargo. Esto ha provocado que la alternancia en varias secciones sindicales del país sea prácticamente imposible de alcanzar, pues en ocasiones más de la mitad de los miembros de los comités ejecutivos de un periodo repiten en el próximo, cambiando únicamente los cargos que ostentan. Popularmente, se dice que las elecciones de los comités ejecutivos sindicales en muchas ocasiones se han vuelto un mero juego de “canasta revuelta”. La situación anterior favorece una especie de monopolio de comisiones sindicales, que ha propiciado que existan docentes con más años desempeñando un cargo sindical que dando clases en las aulas. La eternización en el poder de ningún modo es una práctica saludable para la vida democrática. Sería conveniente entonces idear restricciones o límites reales en la reelección de quienes conforman los órganos de gobierno.
El mejoramiento de la vida democrática del SNTE también debe pasar por la modificación de las formas de consulta que se establecen en el estatuto y que prácticamente están en el olvido: el plebiscito y el referéndum. El estatuto señala que asuntos de orden político- sindical o normativo de alta importancia podrán ser consultados con los trabajadores de la educación, pero siempre por propuesta del Comité Ejecutivo Nacional. Si bien estas dos figuras de consulta son valiosas, el hecho de que sólo el órgano de gobierno máximo tenga acceso a proponerlas las hace prácticamente inservibles: no son de ningún modo un contrapeso que pudiera reorientar el actuar de los altos mandos. Por tanto, es deseable que existan mecanismos que permitan que otras instancias de la estructura sindical promuevan estas importantes vías de expresión de la voluntad de la base. Lo anterior pudiera garantizar que el sindicato actuara de manera más apegada a los intereses de sus agremiados, dándole así mayor representatividad: ¿qué hubiera pasado, por ejemplo, si se hubiera sometido a consulta la postura que debió asumir el sindicato ante la Reforma Educativa de 2013?
Sin duda el voto universal es un avance en la vida democrática del SNTE, pero no se debe perder de vista que es una pieza más del enorme rompecabezas de la realidad democrática del sindicato. La elegibilidad, la reelección, los mecanismos de consulta y la transparencia en el manejo de las financias, son tan solo algunos de los asuntos que merecen ser reconsiderados para promover un cambio que realmente impacte en la vida sindical. La democratización del SNTE no debe limitarse al perfeccionamiento de su sistema de elección, debe abarcar además la configuración de su estructura y los procesos por los que se rige el funcionamiento del organismo. Ojalá, a diferencia lo que veía Zapata en la realidad agraria del siglo XX, los cambios democráticos redunden en cambios reales en la vida interna del sindicato. ¿Qué tanto sirve el voto libre, directo, secreto y universal, cuando prevalecen situaciones que obstaculizan, por ejemplo, ejercer mecanismos de consulta de los agremiados o propiciar procesos de recambio en los cargos sindicales? No basta pues, el voto universal, es necesaria una reforma profunda de los estatutos.
*Rogelio Javier Alonso Ruiz. Docente colimense de Educación Primaria (Esc. Prim. Adolfo López Mateos T.M.) y de Educación Superior (Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima). Licenciado en Educación Primaria y Maestro en Pedagogía.
Twitter: @proferoger85
REFERENCIAS
ÁVILA, Felipe. Tierra y libertad: breve historia del zapatismo. Crítica: México, 2018.
SNTE. Estatuto. México: Autor, 2013.