Miguel Ángel Pérez Reynoso
El guatemalteco Augusto Monterroso, escribió la fábula / metáfora más corta en la historia de la literatura, “Y cuando desperté, el dinosaurio aún estaba ahí”. Hago referencia a esta bella pieza de la literatura mundial, para escribir el presente artículo.
Estamos cerca de cumplir un año del contexto de pandemia que ha servido entre muchas otras cosas, para modificar radicalmente las condiciones de vida y de relaciones sociales de la mayoría de los países del mundo. Los tiempos –dice el teórico de la historia Pierre Vilar- son largos o cortos según como se vivan, apenas se cumplirá un año de contingencia y para muchos ha sido como una eternidad.
En el mes de marzo del año pasado cuando las niñas y los niños despertaron la escuela ya no estaba ahí. Y no es que se hubiera ido para otra parte, el entorno y las decisiones en la esfera política obligaron a cambiar los esquemas de atención educativa al cerrar las escuelas, medida que llega hasta ahora.
La pandemia por coronavirus no sólo deshabilitó a las escuelas como únicos espacios autorizados para la atención educativa, también ha servido para modificar la relación entre la sociedad y las instancias encargadas del servicio educativo.
A un año de distancia tenemos cifras lamentables, en nuestro país se reconoce oficialmente la cifra de cerca de 350 mil muertos por Covid, en los EUA la cifra llega ya al medio millón y habría que sumar las muertes en Europa y Asia. Pero no solo tenemos esos datos lamentables, también en la última etapa (la más crítica dicen las autoridades locales), las formas de relación y de comportamiento social también se han visto afectadas por el contexto de pandemia.
Sin embargo, no sólo las escuelas han cerrado sus puertas y cuando niñas y niños despiertan tienen que buscar o aceptar otras formas de vincularse con el estudio y la formación a partir de permanecer en casa.
También para los adultos y los adultos mayores se han cancelado muchos espacios, con pretexto del botón rojo el gobierno local de manera absurda y autoritaria ha restringido el acceso a espacios públicos, (plazas, centros comerciales, etc.) a muchos adultos mayores de 60 años. El gobierno local ha confundido los grupos de edad, no es lo mismo tener 60, que tener 80 o 90 años. Esta estrategia autoritaria, excluyente, y discriminatoria habla de la filosofía del gobierno local de ser autoritario, excluyente y discriminatorio.
El despertar ante esta realidad no ha sido la más gratificante posible para muchas personas, el confinamiento o hacinamiento, el permanecer en casa se está traduciendo en cobrarle la factura a muchas personas que comienzan a vivir una especie de ansiedad por el aislamiento extremo. No sólo sienten que les falta respirar aire fresco o como dicen los poetas hace falta respirar un aire de libertad que comienza a perderse, también sienten que el mismo sentido de la existencia ha cambiado radicalmente.