Carlos Ornelas
Buena parte de la historia de los sistemas educativos del mundo se explica por el propósito de incorporar al mayor número de infantes y adolescentes a la escuela. Por un largo tiempo, el crecimiento de la matrícula legitimaba a los gobiernos.
Pero llegó la globalización, economistas de varias partes concibieron nuevas teorías, entre ellas la del capital humano, que no revela mucho. Y poco a poco comenzó a cambiar la ideología que gobernaba a los sistemas. Crecer era insuficiente, la calidad tomó la ventaja en las consignas de reforma y del derecho a la educación.
También —bajo el manto de organismos intergubernamentales— los números tomaron importancia. La calidad, dijeron, puede medirse con pruebas para saber qué tanto aprenden los alumnos de lo que se supone deben aprender. Vino el auge de los exámenes estandarizados. Éstas dicen que los estudiantes están en la escuela, pero aprenden muy poco. Dos piezas de divulgación con baterías de datos impresionantes dan cuenta de ello.
El primero de Noam Angrist, Harry Patrinos, Simeon Djankov y Pinelopi Goldberg, Mapping the Global Learning Crisis (https://bit.ly/3LnVcAx), compila bases de datos sobre estudios locales e internacionales y organiza un nuevo conjunto, “Resultados Armonizados del Aprendizaje”, que abarca al 98% de la población mundial.
El estudio documenta que, aunque las tasas de escolarización superan el 90% en todas las regiones en 2010, el aprendizaje es bajo y apenas ha variado en las dos últimas décadas. En esta nueva base, la puntuación mayor es de 625. En el último año disponible, Estados Unidos tiene una puntuación de 545, México de 453 y Uganda de 391. Estamos muy por debajo de la media.
El otro informe es una reseña refinada de Felipe Martínez Rizo, “Los sistemas educativos de América Latina entre 1997 y 2019: una lectura de las evaluaciones regionales del LLECE (Laboratorio Latinoamericano de Evaluación de la Calidad Educativa)”, en Este País (https://bit.ly/3sDWFKb). El LLECE es una red de colaboración entre instancias de evaluación de la educación de países de América Latina y el Caribe; forma parte de la Oficina Regional de Educación para América Latina y el Caribe, de la Unesco.
Martínez Rizo, resume: “Solo tres países presentan avance en las tres áreas y los dos grados evaluados en 2019: Perú con las mayores diferencias, Brasil con diferencias un poco menores y República Dominicana con avances en todas las áreas, aunque partiendo de un nivel muy bajo, por lo que se mantiene al fondo de la tabla. Argentina y Guatemala presentan retrocesos en las cinco evaluaciones y México en cuatro”.
Aunque los despachos citados alertan sobre la baja capacidad del sistema educativo mexicano para educar a su población, es mejor mantener a los niños en las escuelas que afuera. Malicio que ni las becas ni los nuevos libros de texto que propone la SEP servirán de mucho. Menos, cuando los fieles de la Cuarta Transformación reniegan de la calidad educativa.