Mientras el Presidente riñe con todo el mundo, en varias dependencias buscan acuerdos para paliar los efectos de la pandemia; no que con pactos se resuelva, pero sí amaina sus secuelas. No obstante, no salen en las mañaneras porque tal vez evoquen símbolos del neoliberalismo.
La Secretaría de Educación Pública, por ejemplo, tiene convenios con Microsoft y Google.
La semana pasada comenzó a circular una presentación en power point para exponer (podría haberle puesto un título breve) la Estrategia de Educación a Distancia: transformación e innovación para México “Propuesta integral frente al Covid-19”. No es de la SEP, es de Google for Education y YouTube, pero lo donan a México sin costo y a perpetuidad, aunque lo perpetuo tal vez caduque.
Esta estrategia se emparenta con la de Aprende en Casa, pero va más allá. No es un proyecto de corto plazo ni nada más para amortiguar la suspensión de clases; también persigue “establecer las bases de un sistema de educación a distancia sustentable y escalable, y contribuir a que los estudiantes refuercen las habilidades digitales para los trabajos del futuro”.
Hay corrientes teóricas que exponen que la educación escolarizada reproduce las condiciones de inequidad y desigualdad casi de manera mecánica. Otras abogan por la educación como un instrumento de inclusión social. Este proyecto contiene elementos de las dos tendencias.
Por una parte, la brecha digital discrimina a los más pobres (también escasos de capital cultural), pero del otro lado permite que ciertos segmentos sociales aprovechen las oportunidades para ascender en la vida.
La estrategia de educación a distancia de Google, tiene un diseño adecuado: define propósitos y alcances, además de cuatro ejes que se articulan entre sí: 1) establecimiento de la plataforma a distancia para la SEP; 2) contenidos (de muchos tipos y materias, con métodos, lúdicos unos, visuales otros); 3) capacitación y acompañamiento a docentes, padres de familia y estudiantes, también a funcionarios para que se apliquen; y, 4) métricas de uso.
En una primera fase la plataforma permitirá la creación de más un millón de cuentas en el programa piloto en la Ciudad de México, Jalisco y el estado de México. Incluye 40 horas de entrenamiento y soporte a los usuarios. El esfuerzo pedagógico se centra en organizar los contendidos de acuerdo con el currículo nacional, con capacitación previa, —un acierto— a maestros, funcionarios, padres de familia y estudiantes.
Los contenidos principales ya están elaborados en la plataforma “Red Magisterial”, pero habrá que innovar para hacerlos asequibles a padres y estudiantes. Incluye más de 12 mil clases, con más de 19 mil materiales educativos digitales. Ya se cuenta con 12 mil reactivos para evaluar.
Además, echa mano de otras plataformas educativas de acceso libre, como Khan Academy, CommonLit (para lectoescritura) y Simuladores Phet (para enseñanza de las ciencias); también de otras plataformas para aprender a usar la red con la mayor eficacia posible. La propuesta incluye un calendario de formación previa con webinars a partir del 20 de este mes.
Google se encarga del diseño y apoyo para ejecutar la estrategia en los estados. La oferta incluye cuentas en GSuite sin costo ni limite de tiempo. Ofrece, además, seguridad y privacidad a los usuarios.
No es la panacea, ni solucionará las fallas en nuestra educación, pero —pienso— es una aportación fundamental. Por desgracia, como siempre, los segmentos marginados serán los últimos en beneficiarse; no cuentan con aparatos ni conexión a la red. Claro, no es culpa de la escuela.
La otra grieta es la falta de motivación de muchos docentes para trabajar a distancia, la dificultad para incitar a los padres de familia que apoyen a sus hijos y ganarle la batalla a los juegos digitales que prefieren los niños, como dice uno de mis alumnos que estudia estos asuntos.
La estrategia vale. Espero que no le echen pleito desde Palacio por ser de una empresa neoliberal.