Al escuchar música de marimba, el 11 de mayo, se activaron mis recuerdos e invitaron a una reflexión. Me trasladé a la comunidad (La Guadalupe Yosocani, Oaxaca) donde inicié mi servicio como docente de educación primaria.
Para los eventos sociales había que preparar un programa (bailables, rondas infantiles, poesía individual y coral, obras de teatro, etc.) de más de 30 números a fin de mantener, a los padres de familia y posibilitar una convivencia amplia (éstos eventos son fiesta en la comunidad). Atendía 6 grados, ahora que lo recuerdo me sorprende el esfuerzo realizado para preparar un evento de esa naturaleza. Aunque la hazaña no termina allí, sino en ser creativos para elaborar vestuarios que no implicaran costos altos (utilizamos periódicos, papel y todo material de desecho posible).
Valoro la formación pedagógica que tuve en la escuela normal, pues aprendí actividades artísticas y llevé cursos de creatividad, en gran medida fue lo que me permitió enfrentar con pericia estos retos y tengo la certeza de que después de 23 años de servicio soy recordado y bien querido en esa comunidad que añoro.
Al parecer la SEP y el INEE no contemplan entre sus prioridades la formación estética de los estudiantes, pues la evaluación atiende aspectos administrativos y teóricos que no garantizan el mejor desempeño docente, pues “del dicho al hecho hay mucho trecho”.
Me surge una inquietud sin pretender caer en la denostación de los egresados de otras instituciones de educación superior ¿tendrán las habilidades para instruir un bailable o una ronda infantil? ¿para preparar a los declamadores individuales o coordinar una poesía coral? Tal vez sean hábiles para actuar, no lo dudo, aunque los mejores actores al parecer son las autoridades que sin saber de la vida en la escuela pretenden proyectarse como sabios a partir del manejo perverso del término calidad.
A propósito del término, sorprende el discurso de Luisa García, quien exige educación de calidad y pide que los docentes cumplan con el calendario escolar. Hay un simplismo en el discurso, pues asocia calidad con cantidad de días de trabajo, ¿Por qué la SEP ha aprobado un calendario escolar de entre 185 a 200 días? La misma se dice representante de Comités de Padres de Familia en Oaxaca, aunque no menciona quien la nombró (debe informarlo). Tengo la certeza que no fueron los C.P.F. de las escuelas y comunidades.
La susodicha refiere que rechaza el paro indefinido que los maestros impulsan por la defensa de la escuela pública y el empleo, pues afirma que la decisión fue tomada por “unos cuantos” ¿Cuántos comités de P.F. participaron para acordar eso que ella declara? ¿No será por la instrucción de una sola persona que ni siquiera es padre de familia? Menciona además que “son” quienes nos pagan con sus impuestos y no se equivoca, pero ¿no se da cuenta de que a ella se le paga con nuestros impuestos para confrontarnos? Que interesante que reconozca que los maestros vivimos de los impuestos del pueblo, pero no debe omitir que la junta militar del IEEPO, la SEP, el INEE, EPN, Senadores, Diputados, Expresidentes, demás funcionarios y comparsa vive de nuestros impuestos y debe si es honesta manifestarlo y exigir que no se despilfarre el dinero del pueblo.
El contraste es con la manifestación que una región hizo éste 12 de mayo en la capital del estado para manifestar su respaldo a la jornada de lucha del magisterio. En las demás regiones también hay bases de apoyo y por qué no reconocer, hay grupos contrarios, generalmente votantes de un partido político que amenazan a los trabajadores.
Los casos refieren la posición de defensa o aniquilación de la escuela pública, por la defensa se manifiestan muchos, por la aniquilación solo una ¿representante?
Hay mucho que hacer para fortalecer la escuela pública, pero no se logrará agrediendo al magisterio, sino construyendo una solución de manera conjunta, por el bien del país. Esos maestros que hoy el estado mancilla, han enseñado a leer y a escribir a generaciones.
Docente de la Unidad 203 de la Universidad Pedagógica Nacional, Ciudad Ixtepec, Oaxaca.
Doctorante en Pedagogía, FFyL-UNAM