La Escuela Secundaria Anexa a la Normal Superior de México (ESANS) es, para decirlo en pocas palabras, la mejor escuela pública de ese nivel en el Distrito Federal y una de las 30 más destacadas a nivel nacional de acuerdo con los estándares establecidos por la prueba ENLACE. Tiene 556 alumnos en el turno vespertino y 552 en el matutino; es la escuela con mayor demanda en el DF; enseña dos lenguas extranjeras (francés e inglés, en horas de clase que suman seis a la semana); todos los laboratorios están equipados con computadoras y pizarrones digitales conectados a internet; la Asociación de Padres de Familia trabaja bien con 30 vocales (uno por grupo) y atiende a tiempo necesidades puntuales de sus hijos; desde 1990 las clases de computación son obligatorias; 99% de sus alumnos egresan en el tiempo reglamentario de tres años, ni un día más; tiene bajos índices de reprobación; no registra deserciones y atiende poquísimas solicitudes de cambio de plantel, y desde hace varias décadas han organizado tan bien su actividad académica y de aprovechamiento del tiempo —mediante la elaboración de horarios académicos y de talleres que requieren la paciencia de un orfebre—, que los alumnos de la mañana siguen trabajando académicamente por las tardes y los de la tarde pasan sus mañanas en la escuela: son los llamados contraturnos, durante los cuales desarrollan actividades cocurriculares como talleres de primeros auxilios, astronomía, guitarra, mandolinas y alientos, museografía, periodismo (donde publican su revista mensual El Águila) o fotografía digital. Total, que casi ahí viven. Lo que es seguro, es que pasan mucho más tiempo en la escuela que en sus casas. Y nada que reclamar. Una alumna lo dijo sin asomo de duda: “En mi casa hay problemas y en la calle más. Para mí es mejor quedarme en la escuela, en talleres o clubes, con mis amigos y compañeros, que en casa. Es mucho más lo que obtengo por quedarme en la tarde y no me importa que amigos de mi calle se burlen de mí por ser una ñoña”.
Voy de asombro en asombro. El discurso de los maestros de la Anexa bien podría ser el de maestros de países avanzados con los que nos comparamos (PISA dixit) pero quedamos muy lejos (“queremos que sean los niños los que tomen en sus manos el proceso educativo”; “los maestros somos más facilitadores y acompañantes que profesores con desplantes autoritarios frente al grupo”; “nosotros no castigamos el error, sino que estimulamos al alumno a que, una vez cometida la falla, aprenda de ésta y vuelva a hacer sus ejercicios”, dirán en una sucesión de entrevistas).
¿Qué modelo educativo quiere la SEP que se discuta? El de la Anexa podría ser imitado sin demasiado esfuerzo: rebasan por mucho el número efectivo de horas que emplean las escuelas de tiempo completo en el resto del país (al final del sexenio se quiere alcanzar un número de 40 mil en el plano nacional); la escuela no pide cuotas extraordinarias (es la Asociación de Padres la que solicita la colaboración económica pero entrega semestralmente un reporte pormenorizado de lo que se hizo con el dinero, que se utiliza para actividades extracurriculares o para la compra de un microbús o el equipamiento del laboratorio computarizado de física, y muy pocas veces para adquirir más cloro para los baños o pintura para arreglar un pizarrón —hace mucho que los pizarrones verdes de gis se descolgaron de las paredes para dar lugar a los pizarrones blancos e interactivos que trabajan con internet y marcadores de agua); los alumnos forman parte de quienes obtienen los mejores resultados académicos en todo el país; los maestros hacen con gusto su trabajo (el 50% de ellos lo son de tiempo completo y la mayoría son egresados con altas calificaciones de la Escuela Normal Superior), y la mayor parte de los egresados se colocan fácilmente en los primeros lugares de los exámenes de admisión para las preparatorias 6 o 9 de la UNAM o de escuelas particulares, incluyendo la preparatoria del TEC y el Liceo Franco Mexicano que ofrecen becas a alumnos de excelencia de la Anexa. ¿Entonces? Es verdad que esta secundaria, que depende de los servicios educativos de la SEP en el DF, cuenta con la particularidad de estar vinculada a la Normal Superior —lo que no ocurre con ninguna otra—, y que su directora rinde cuentas al director de la Normal, pero aun así sus logros académicos son producto más de la organización, el uso eficaz del tiempo, la participación y apoyo económico de los padres de familia y el espíritu de experimentación pedagógica con la que nació en 1955, que de recursos adicionales —“no tenemos recursos extras, a veces ni se acuerdan de nosotros”, dice la subdirectora del turno matutino Gabriela de la Hoz Arévalo.
Hay en la secundaria Anexa, como en casi todas las escuelas de ese nivel educativo en el país, problemas de violencia y acoso escolar. La maestra Verónica Rodríguez Colín, directora del plantel —35 años de servicio y 32 de ellos laborando en la Anexa—, informa que se ha puesto a un asesor (tutor) por grupo que funciona como orientador y cuya misión es integrar al grupo y evitar el bullying. Cada año levantan una encuesta para que los niños puedan detectar tanto a quienes sufren de acoso como a quien agrede. “Hay que ser muy persistentes y en esto cuenta mucho el trabajo en equipo”, dice la maestra Rodríguez Colín, orgullosa de que en su escuela casi no haya agresiones, riñas o drogas.
Ese muchacho que toca la batería, Camilo, era una lata, me dice la maestra De la Hoz Arévalo. A todos golpeaba y con todos se peleaba. Hijo de burócratas, agredía y hacíabullying a los niños de primero de secundaria. Desde que está en el ensamble de alientos ha podido canalizar su energía. El auditorio Rafael Ramírez, de 600 butacas, lo tuvimos sólo para nosotros. Una actividad masiva de escuelas de la zona fue suspendida la misma mañana de nuestra visita y el ensamble de alientos, el coro y el grupo de cuerdas ofrecieron una muestra de su coordinación y desempeño musical. Los instrumentos los pone la escuela y algunos son adquiridos por los alumnos. En total, más de cien alumnos de la escuela participan en las actividades de canto y música. “A Camilo le cuesta trabajo la batería, pero le fascina. Esperamos que en tercero ya no tenga la actitud agresiva”, confía la subdirectora.
Pero son los padres de familia los que dan una singularidad a este modelo educativo. “Mucha gente piensa que somos los consentidos de la SEP, pero a veces ni nos hacen caso. Tenemos mucha participación de padres de familia”, dice la directora. Por cada peso que los padres consiguen para la escuela, con un tope máximo de 50 mil, la institución pone otro tanto. El activismo de los padres —que integran también el Consejo de Participación Social— ha hecho posible una parte sustancial del equipamiento de aulas y laboratorios. La ESANS tiene conectividad permanente a internet y un aula de medios. El laboratorio de matemáticas funciona con calculadoras individuales conectadas a la computadora de la maestra, que es capaz de observar los ejercicios de cada uno de sus alumnos en el momento en que lo están haciendo.
La maestra Rodríguez Colín lo dice sin rubor: La experiencia de la Escuela Secundaria Anexaa la Normal Superior se puede replicar sin problemas en el país. “Por supuesto. El modelo educativo de la Anexa se puede imitar. Con disposición se puede repetir, a lo mejor fortaleciendo los recursos humanos. Estoy convencida de ello. Profesores en ambos turnos para que puedan cubrir todos los grupos en horario matutino y vespertino. Es muy fácil la aplicación del modelo”, sonríe e invita: la mesa de la dirección ha sido puesta para comer.
@rubenalvarezm
Este reportaje fue publicado en la revista Nexos de mayo.
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