Sonia del Valle/La Mala Educación
Aunque parezca increíble, la respuesta al título de este texto, entraña una enorme complejidad.
De acuerdo con el Sistema de Información y Gestión Educativa (SIGED) de la Secretaría de Educación Pública (SEP) en el ciclo escolar 2016-2017 (la cifra más actual), había 1 millón 11 mil 589 docentes de educación básica.
Hasta aquí la cosa pinta relativamente bien si aceptamos que la autoridad educativa es la encargada de allegarse de la información sobre la planta docente en el país. Información que recaba a través del Formato 911 que entregan los directivos de las escuelas al inicio y al término del ciclo escolar a la autoridad educativa estatal, y de ahí pasa a la autoridad educativa federal para conformar los indicadores educativos.
Insisto, hasta aquí todo bien. De acuerdo con el SIGED, que concentra en una plataforma la información que envían las autoridades educativas estatales a la Federación, hay 1 millón 11 mil 589 “docentes”, y en su mayoría son mujeres, 712 mil 487, en contraste con la minoría que son hombres, 299 mil 102.
Pero el SIGED también advierte al pie de página que cuando se refiere a “docentes” significa el “conjunto de individuos adscritos a un centro de trabajo, de acuerdo a la función que realizan en el mismo. A cada uno se le considera tantas veces como en centros de trabajo esté adscrito”.
Esta acotación cambia la respuesta sobre el número de maestros y maestras que hay en México, pues si un docente trabaja en dos escuelas o tres, no se puede saber cuántos maestros y maestras hay en México.
La misma estadística señala que hay 1 millón 874 mil 775 “personal” que trabajan en la educación básica, pero quien consulta no puede saber si todas esas personas trabajan como docentes en las escuelas; si trabajan todos en las escuelas o en cualquier tipo de centro de trabajo, porque para la SEP y sus homólogas, un centro de trabajo puede ser una escuela, una supervisión escolar, las oficinas de la burocracia estatal o las oficinas de los maestros comisionados a cuestiones sindicales.
Así que de la cifra anterior no se puede saber cuántos son docentes y lo otro que no se puede saber es si la SEP y yo entendemos lo mismo por esa categoría, para mí el docente es una persona que trabaja con un grupo de alumnos; hay otras personas que tienen plaza de maestro, pero que son supervisores escolares, asesores técnicos pedagógicos, subdirectores, jefes de sector, directores de área, y hasta líderes sindicales, pero que no están frente a grupo.
Además de la definición, se advierte otro asunto. Cuando la SEP desagrega la información señala lo siguiente:
Directores con grupo: 90, 303
Educación Física: 101,824
Educación Artística: 53,180
Educación Tecnológica: 56,237
Idiomas: 68,551
En total tenemos 370,095 “docentes” que realizan labores de enseñanza con las y los estudiantes en diversas asignaturas de educación básica, pero desconocemos cuántos dan clases frente a grupo en preescolar y primaria y cuántos dan clases en secundaria de las asignaturas clave, como Español, Matemáticas, Ciencias.
También la estadística de la SEP al referirse al “personal” que trabaja en la educación básica, arroja otros dos datos: 359,477 realizan funciones administrativa y 106,164 son directores sin grupo.
Tomando en cuenta los datos que desglosa la SEP, tanto de docentes con asignatura, directores y administrativos, hablamos de 835,736, lo que significa que hay 1,039,039 que no están en estas categorías y que podrían ser maestros frente a grupo.
Lo interesante de la información estadística de la SEP, es que el dato no cuadra.
Si lo comparamos con la categoría “docentes”, que eran 1,011,589, la diferencia son 27 mil 450 y la cuestión se complica, con otro dato que proporciona la SEP. Dice que hay 1,071,950 grupos de educación básica.
Si tomamos como cierto el dato de 1,011,589 de la categoría “docentes”, la diferencia con respecto al número de grupos revela un problema de grandes proporciones, pues hablamos de 60 mil 361 grupos sin maestros.
Si tomamos como referencia el dato del 1,039,039, el cual se infiere al descontar de la categoría “personal” a quienes son docentes de asignatura, directores y administrativos, el drama disminuye a casi a la mitad, pues habría 32 mil 911 grupos sin maestros.
Este ejemplo de las estadísticas de la SEP muestra claramente que no hay el más mínimo esfuerzo por parte de la autoridad educativa por informar sobre el principal activo del sistema educativo mexicano que son las y los maestros.
No solo desconocemos cuántos maestros y maestras hay en México; cuántos son hombres y cuántos son mujeres en el caso de los directores, los maestros de educación física, artística, idiomas, o del personal administrativo.
Tampoco sabemos nada sobre lo que la SEP llama “docentes”. Y esto es quizá lo que me parece más grave. ¿Todos los docentes están frente a grupo, tienen las mismas condiciones de trabajo o perciben el mismo ingreso?
No sabemos, igualmente, si todos los grupos están cubiertos y si entendemos lo mismo al hablar de un grupo. Si un grupo, por ejemplo en primaria, solo requiere de un docente o requiere, además, del docente de educación física y de idiomas.
No sabemos como sociedad cuántos grupos debe atender un docente, una vez definido el mejor esquema posible. Es decir, un grupo de primero de primaria debe tener: un docente frente a grupo, un docente de idiomas, un docente de tecnología y un docente de educación física o no, con uno es suficiente.
Navegamos a ciegas en el sistema educativo mexicano y lo seguiremos haciendo e insistiendo sobre lo mucho que falta por hacer o sobre el avance o el fracaso de una reforma, mientras no sepamos, si son todos los que son, son los que están y los que necesitan estar.
Por ello, la necesidad de contar con una política de comunicación educativa, que es mucho más que emitir un boletín de prensa, lanzar un video, hacer un informe o subir un conjunto de números inconsistentes en una plataforma web.
Una política de comunicación educativa podría centrar sus esfuerzos en explicarle a la sociedad mexicana cada parte del sistema educativo nacional, para construir un diálogo informado, y una base de conocimiento público común sobre el sistema educativo mexicano. Y bien podría empezar por explicarnos la estadística educativa, y sus categorías.