En días pasados, el Consejo Nacional de Evaluación de la Política de Desarrollo Social (Coneval) dio a conocer su Informe 2014 (IEPDS), el cual presenta datos importantes sobre la pobreza en México y además, ofrece “información de las mil 504 evaluaciones a programas, acciones y políticas de desarrollo social realizadas entre 2007 y junio de 2014”. Ante ello, es necesario preguntar: ¿han servido los programas ideados por las distintas administraciones para ampliar nuestras opciones de vida? ¿Cuál es la relación entre lo que gastan los gobiernos y los resultados de los programas? ¿Ha disminuido la pobreza en México? ¿Qué significa ser pobre?
Según el Coneval, una persona es pobre cuando se combinan dos situaciones. Una, si su ingreso es insuficiente para la adquisición de bienes y servicios requeridos para satisfacer sus necesidades y dos, si no tiene acceso a —al menos— un derecho como educación, salud, vivienda de calidad, servicios básicos en la vivienda y alimentación. En el último tercio del gobierno de Felipe Calderón la pobreza aumentó en términos absolutos. Mientras en 2010 había 52.8 millones de personas pobres, para el 2012 este número subió a 53.3. Esto representa 45 por ciento del total de la población; es decir, cuatro de cada diez mexicanos son pobres.
Si analizamos el número de personas por el tipo de carencia (educación, salud, vivienda, servicios básicos y alimentación) los cosas siguen preocupando. Aunque la proporción de personas sin acceso a servicios educativos disminuyó de 2010 al 2012, no lo hizo de manera tan pronunciada (apenas 1.5 puntos porcentuales) como sí ocurrió en otros sectores como el de la salud. ¿Qué programas y acciones se pusieron en marcha en este sector para disminuir en casi ocho puntos porcentuales la proporción de personas que no tenían acceso a los servicios de salud? Si fue el Seguro Popular el principal causante de esta mejora, ¿no tendríamos que imaginar y poner en marcha en el sector educativo un esquema que también sea altamente eficiente para lograr que un mayor número de personas completen, con calidad, su educación básica y salgan del analfabetismo?
Con respecto a la evaluación de programas, el Coneval reporta que en el periodo 2013-2014, 50 por ciento del total de los programas circunscritos a la política social debieron “reorientarse sustancialmente” mientras que 41 por ciento debieron corregir sus actividades o procesos. Entonces, si 91 por ciento de las acciones encaminadas a mejorar la vida de los mexicanos tuvo que cambiarse es evidente que hay un problema con su diseño. Lo que ahora habrá que indagar es si fueron efectivas. ¿Qué dice el Coneval al respecto?
La respuesta es un llamado a ejercer la crítica pública: pese a que se ha incrementado el gasto en desarrollo social en los últimos 20 años, las personas aún no gozan de servicios de calidad y por lo tanto, el disfrute de los derechos es limitado. Si bien el Seguro Popular afilió a un número considerable de personas, sus pacientes son los que más se quejaron de no recibir atención a sus problemas de salud.
El caso de la educación también decepciona. Este sector es el que más capta recursos del presupuesto ejercido en desarrollo social (34.3 por ciento) y el que cuenta con el mayor número de programas; 98 para ser exactos ¿y éstos han dado resultado? Muy en la tónica de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE), el Coneval señala que la calidad educativa —entendida ésta como el puntaje logrado en la prueba PISA— no mejora a pesar del cuantioso presupuesto y la existencia de múltiples programas.
Ante tal ineficiencia es necesario saber qué resultados está dando la iniciativa de la Secretaría de Educación Pública (SEP) de haber integrado múltiples programas en bolsas de recursos únicas. ¿Abona esta decisión a la transparencia y evaluación rigurosa? ¿Qué posición tiene el Instituto Nacional para la Evaluación de la Educación (INEE) con respecto a la evaluación de políticas y programas educativos que practica el Coneval? ¿Qué elementos analíticos va a aportar el INEE para tratar de elevar la efectividad de los programas en beneficio de la mayoría?
Como consecuencia de la transición democrática, constatamos la creación de una nueva serie de organismos técnicos, independientes y autónomos como el Coneval, el INEE y también el Instituto Federal de Acceso a la Información (IFAI). Todos ellos operan con relativa independencia de los gobiernos, están dirigidos por personas cuyo perfil es más académico que político y sobre todo, tienen la misión de construir y ofrecer información “objetiva” sobre los distintos asuntos públicos del país. El Coneval, por su parte, nos ha puesto en la mesa información para cuestionar la política social de México; ahora es tarea de los distintos sectores iniciar estudios más profundos, construir críticas fundadas, expresarlas públicamente y tratar, con el voto ciudadano, de impedirles la llegada al poder a las élites que encabezan gobiernos que han demostrado ser ineficientes. Por cierto, el Informe del Coneval incluye un sugestivo análisis sobre la Cruzada Nacional contra el Hambre.