Atendiendo a la naturaleza de este artículo, es necesario plantear al menos una tentativa de propuesta que sea factible y motivadora desde una perspectiva integradora y global, que atienda según el rol a todas las personas beneficiarias del Servicio Social, que va más allá de las propias estudiantes. Por ello, hablemos hoy del sentido del Servicio Social en nuestro tiempo como un motor de aprendizaje, pero más allá como experiencia memorable para la comunidad.
Urge, en aquellos casos que no sea así, gestionar desde la comunidad dicha experiencia para desacreditar con fundamentos y evidencias las malas prácticas. Pero también, urge en casos de lícito cumplimiento de las premisas de acreditación dotar de mayor significatividad las experiencias que se desarrollan en el desempeño.
La pregunta enunciada en el titular debe ser prioritaria para la comunidad educativa. Para toda la comunidad educativa, sin excluir a ningún agente. ¿Por qué? porque hablamos de Servicio Social, es decir de experiencia social, en comunidad, algo que no se vive exclusivamente para uno mismo. Y, algo no menos baladí, es un servicio de acreditación obligatoria para la obtención del título correspondiente.
Desde estas premisas, una respuesta posible es la creación de redes de Aprendizaje Servicio (ApS); no será la única, pero sí una opción contrastada en diversos contextos con probado éxito. El ApS se sustenta en un principio inherente al acto de educar: Desarrollar aprendizajes que reporten competencias a las alumnas para mejorar el mundo y las adquieran en ejecución práctica. A la par que dichos alumnos promueven la posibilidad de mejora real en el contexto donde están aprendiendo, produciendo aprendizajes “secundarios” en las personas con las que interactúa.
Actualmente una de las figuras destacadas del ApS es la española Roser Batlle [1], afirma un axioma de la propuesta que realizamos: las estudiantes no son las profesionales del mañana, son las ciudadanas de hoy. En consecuencia, son parte activa de la sociedad, pudiendo involucrarse en procesos de cambio. Las instituciones de educación superior deben gestionar ese talento y vincularlo con necesidades sociales. En sintonía, afirma el Doctor José María Puig, catedrático de Teoría de la Educación, el ApS es una manera de educar, que impregna el proceso de sentido en contacto con la realidad.
Pero, ¿Cómo empezar a gestionar Servicios Sociales como procesos de ApS?
A continuación, expondremos un esbozo en fases: estructuración institucional, vincular institución con alumnado, dotar de herramientas pertinentes, generar comunidad y acompañamiento, por último, abrir diálogos.
La primera es labor de la institución educativa pertinente, algunos ejemplos ya desarrollados son las experiencias de la Universidad Autónoma Nacional de México o algunos departamentos de la Universidad de Monterrey. Las instituciones educativas superiores públicas o particulares deben conformar un departamento de desarrollo del Servicio Social más allá de lo estrictamente administrativo. Conformado por un equipo interdisciplinar que gestione acciones de diseño, desarrollo e innovación de propuestas de intervención en problemas concretos que vendrán dados en cada contexto y relación con instituciones de proyección.
La segunda fase de involucración de alumnas en proyectos gestionados o a petición de ellas. Es decir, trabajar el Servicio Social como un ámbito transversal del currículum desde lo antes posible hasta su realización en la comunidad, atribuyendo al servicio social un sentido y finalidad desde un camino conocido.
La tercera, siguiendo las ideas del doctor Puig, por un momento olvidar la fundamentación académica. El ApS como medio para el desarrollo de la Servicio Social es una herramienta de acción. Por lo tanto, dotar de herramientas prácticas y pertinentes a las alumnas. Formación en trabajo en equipo, escucha activa, gestión emocional,…, y todas aquellos aspectos relevantes para desarrollar la cooperación, colaboración y solidaridad.
La cuarta fase de generación de comunidad y acompañamiento es crucial, ya que las alumnas se sumergen en el contexto real a desarrollar el servicio. Es este momento el de mayor tensión, por lo que el acompañamiento de tutores e iguales es fundamental. Sobre todo, el acoplamiento de los roles y la generación de comunidad, es decir de unidad que coopera. Los tutores conocen el contexto e interactúan con las personas del mismo. Ahora es el momento de ceder definitivamente casi todo el control, incluso en algunos casos todo el control.
La quinta y última, abrir espacios de diálogo en sentido amplio, más allá de la evaluación de la que el Servicio Social carece. A menudo las prácticas académicas en contexto reales vienen unidas a toma de notas de campo, bitácoras, listas de cotejo, etc. Desde las prácticas basadas en el ApS se derivan con facilidad encuentros de intereses por ámbitos de acción, por disciplinas, por actores educativos, por actores sociales. Encuentros donde se evalúe los progresos, las dinámicas y las propuestas de mejora, así como se construya un discurso enriquecido y retroalimentado del significado propio de la realización del Servicio Social y las competencias que se adquieren.
En conclusión, el Servicio Social de carácter obligatorio para todos los estudiantes de educación superior vinculado institucionalmente a entidades académicas y dependencias de la administración pública debe plantearse desde la oportunidad de generar una experiencia memorable para la educanda y la comunidad. La posibilidad real pasa por el Aprendizaje Servicio, donde todas las personas juegan un papel fundamental de construcción de soluciones a problemáticas sociales presentes y abordables. El Servicio Social desde la perspectiva burocrática, credencialista y extremadamente formal carece de sentido más allá de lo que no ha de ser repetido.
Psicopedagogo, especialista en Currículum, Tecnología e Inclusión. Maestría en Gestión del Conocimiento y Tecnología Educativa. epedagogo@franlozano.es http://www.franlozano.es
Notas al pie:
[1] Roser Batlle: pedagoga, especializada en aprendizaje-servicio, comunicación en público, educación en el tiempo libre, educación en valores y educación para la ciudadanía.
[2] José María Puig, Catedrático de Teoría de la Educación de la Universidad de Barcelona y miembro del Grupo de investigación en Educación Moral (GREM).