Una visión educativa dibuja a grandes rasgos la escuela que aspiramos tener. Sirve para focalizar los esfuerzos de todos hacia un futuro deseado. Lo visionario del Modelo Educativo de la SEP es el planteamiento de “una nueva cultura escolar”. Caracteriza la cultura actual como “el enfoque administrativo”, que “ha producido dinámicas indeseables como la subordinación de lo académico, la burocratización, la superposición de tareas, la ineficiencia, la pérdida de tiempo y de sentido, a la par de frustración personal y colectiva en las comunidades escolares.” (Modelo Educativo, p. 19) “Al enfatizar el seguimiento de indicadores formales como vías para ejercer la autoridad y el control, el enfoque administrativo reduce la función de la supervisión escolar a vigilar que las escuelas observen reglas y tareas que les han sido definidas externamente. “ (p. 21)
La visión que el Modelo Educativo nos proyecta consiste en alcanzar una nueva cultura escolar caracterizada por “comunidades con autonomía de gestión”: “centros escolares que fomenten el trabajo colaborativo y colegiado, el aprendizaje entre pares y la innovación. El nuevo enfoque busca impulsar la planeación estratégica y la evaluación para la mejora continua, así como el uso efectivo del tiempo en las aulas y la creación de ambientes adecuados para el aprendizaje.” Esto implica “habilitar y facultar gradualmente a las escuelas para que, bajo el liderazgo del director, se logre la participación de toda la comunidad educativa en la toma de decisiones de organización interna y de contextualización curricular, así como en el uso de los recursos financieros conforme a las necesidades específicas de cada plantel y con efectos verificables en la mejora del servicio educativo. (p 22).
Expertos e investigadores educativos varios han opinado que el Modelo Educativo es “correcto pero incumplible” (http://tinyurl.com/j3cr3rg). Ángel Díaz Barriga, investigador del Instituto de Investigaciones sobre la Universidad y la Educación de la UNAM, sostiene que la propuesta está “bien diseñada”, pero las metas educativas “están pensadas para el primer mundo, y México no es Finlandia”.
Quizás lo incumplible aquí en México quedó resumido en la frase “bajo el liderazgo del director.” Difícil será encontrar y empoderar líderes transformadores en cada escuela, ya que el entrenamiento y la experiencia de los directivos escolares actuales ha sido velar el cumplimiento de normas y reglamentos emanados desde la cúpula burocrática. Se propone una nueva cultura escolar en que el líder de cada escuela logre “la participación de toda la comunidad educativa en la toma de decisiones”, para formar un consenso sobre las necesidades específicas de su plantel, haciendo una diagnosis basada en datos duros (pruebas de desempeño académico, tazas de asistencia y deserción, resultados de otros procesos evaluativos, etc.) y datos blandos (encuestas de opinión a padres, maestros y alumnos). De esta diagnosis, la comunidad educativa desarrolla, implementa, y mide el progreso de planes de mejoramiento contenidas en una “Ruta de Mejora”.
En su informe de la Gestión Escolar en México (2015), Rafael de Hoyos del Banco Mundial identificó un importante freno a la calidad educativa en México como “las pocas habilidades de liderazgo de los directores de escuela.” Indicó que “la problemática en México radica, al igual que en muchos otros países, en que los directores de escuela no han sido capacitados para fijar metas de rendimiento educativo, planeación y motivación para el personal docente a su cargo.”
¿Que sabemos del liderazgo educativo eficaz? Recientemente, equipos de investigadores de la Universidad de Toronto y la Universidad de Minnesota (Wallace Foundation, 2010) estudiaron gestión de liderazgo en más de 180 escuelas y concluyeron, “No hemos encontrado un solo caso de una escuela que mejore niveles del desempeño académico de sus alumnos en la ausencia de liderazgo talentoso.”
Según este estudio, “el efecto de liderazgo para mejorar el desempeño académico de los alumnos sucede mayormente porque el líder eficaz fortalece una comunidad profesional – un ambiente especial dentro del cual los profesores trabajan juntos para mejorar sus prácticas y mejorar el aprendizaje de los alumnos. La existencia de una comunidad profesional, a su vez, está fuertemente asociado con la utilización generalizada de prácticas de instrucción directamente ligados con mayor desempeño estudiantil.”
¿Dónde están las propuestas para fortalecer el liderazgo educativo en México? Su ausencia sorprende, porque parece ser el ingrediente principal que falta para el cambio de cultura en las escuelas planteado en el Modelo Educativo. Una búsqueda reciente reveló dos posgrados en liderazgo educativo en México: La Universidad Hebraica anuncia una “Maestría en Liderazgo y Dirección de Escuelas Innovadoras”, y Mexicanos Primero y el Tecnológico de Monterrey colaboran para el “Diplomado Internacional para Líderes Educativos Transformadores”. Oferta insuficiente, ¿no les parece? ¿Cómo “habilitar y facultar gradualmente a las escuelas” para tal cambio de cultura escolar de envergadura nacional?