Lejos estoy de pensar que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación está derrotada, no es un volcán en extinción, duerme, pero puede hacer erupción en cualquier momento. De cualquier manera, parece que se agota la gasolina que le proporcionó la mañana triste de Nochixtlán.
La compulsión a crecer es la primera y suprema característica de la masa […] Su desintegración empezará en cuanto deje de crecer. Pues con la misma rapidez con que surge la masa, se desintegra […] Hay cierta impotencia en sus esfuerzos por perdurar. Elías Canetti, Masa y poder
En estas dos últimas semanas el gobierno, aunque con tácticas diferentes, avanza en la ejecución de la Reforma Educativa; ya por acción política y medios burocráticos, como en Chiapas, o mediante negociaciones públicas, como en Michoacán. En el Sureste, la Secretaría de Educación Pública, con el apoyo del gobierno local, realizó el concurso de oposición para el ingreso a la profesión docente. En Michoacán, el gobierno local orquesta una negociación (el gobernador en persona lleva la batuta) con grupos disidentes.
No obstante que a primera vista pudieran considerarse —como dicen en estadística— eventos independientes, pienso que los sucesos de Chiapas y Michoacán obedecen a una estrategia integral; el gobierno se propone reducir el poder de la CNTE y desmovilizar a la masa de maestros disconformes con la Reforma Educativa.
La aplicación del examen en Chiapas no suscitó la protesta enardecida de quienes hasta hace unas semanas estaban en huelga. La SEP no oculta su júbilo porque alrededor de diez mil aspirantes participaron en el examen de oposición. Esos candidatos presentaron pruebas de conocimientos y habilidades para la práctica docente, de habilidades intelectuales y de responsabilidades ético-profesionales. También en diversas especialidades, como educación bilingüe.
En Michoacán, el gobernador, Silvano Aureoles, se embarcó en acciones que parecían de alta inseguridad, pero luego se notó el cálculo político. Primero, cambió (no se puede hablar de una remoción) a la secretaria de Educación del estado, Silvia Figueroa Zamudio, por Alberto Frutis Solís. Su primer acto fue liberar, mediante el uso de la fuerza pública, el edificio de la Secretaría que la CNTE había ocupado cinco meses. De inmediato, el nuevo secretario despachó a sus casas (o plazas) a altos funcionarios que se identifican con la Coordinadora, los colonizadores más notorios.
Tras el acto de fuerza, que no provocó las movilizaciones que algunos vaticinaban, el gobierno local convocó a la discusión del Programa Democrático de Educación y Cultura para el Estado de Michoacán, que propuso la facción de la CNTE.
Este acto público mostró dos cosas importantes. Primera, que la propuesta de Programa no pasa de ser un conjunto de declaraciones sin fundamentos teóricos ni pedagógicos consistentes. Segunda, que la facción disidente es en realidad una federación de pequeñas partidas peleadas entre sí. El presidente Enrique Peña Nieto se apersonó para brindar apoyo al gobernador y reafirmar que la Reforma Educativa va.
Si uno creyera a pie juntillas en la máxima de Canetti, la desintegración de la CNTE está en camino. El gobierno cada vez le arrebata más recursos, le quita comisionados y restringe sus espacios de colonización. Mas, como arguyen quienes quieren ver los cambios prometidos por la Ley General del Servicio Profesional Docente puestos en práctica ya, el gobierno va lento. Las operaciones de Chiapas y Michoacán son pequeños atisbos que no marcan un triunfo definitivo. Es más, algunos ven la acción del gobernador Aureoles como una claudicación.
Pienso que los verdugazos contra la CNTE no son definitivos, de ninguna manera es un cadáver. Además, no hago votos porque se extinga, veo más peligro del otro lado. La facción mayoritaria del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación se comporta como un volcán apagado, pero a fe mía que, sin alborotos, se prepara para hacer erupción en 2018, en las campañas electorales. Ahí se verán sus aspiraciones de mantener colonizado el gobierno de la educación.
Sin embargo, sin movilizaciones, sí observo que la CNTE siente cierta impotencia —y hasta angustia— en sus afanes por persistir.