El artículo 76 de la Ley General del Servicio Profesional Docente sentencia: “… el Personal Docente… que incumpla con la asistencia a sus labores por más de tres días consecutivos o discontinuos, en un periodo de treinta días naturales, sin causa justificada, será separado del servicio”.
Llegó el cuarto día. En una acción concertada entre los gobiernos de Chiapas, Guerrero, Michoacán, Oaxaca y el federal, la Secretaría de Educación Púbica cesará a cuatro mil 253 maestros que continuaron en el paro de la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación por más de tres días.
“¡No se la creyeron! —dice mi amigo El Maestro—, pensaban que el gobierno no se atrevería”. Lo expresa con pesadumbre, serán más de cuatro mil familias las que pagarán los platos rotos. La culpa es de los líderes, me comenta: “ellos no perderán el empleo, pues disfrutan —y de veras que la deleitan— de una licencia sindical. La carne de cañón paga por la soberbia de unos cuantos…”, omito los adjetivos que usó.
Parece que la CNTE perdió la madre de todas las batallas. El viernes, los manifestantes retiraron el plantón de Bucareli, con ánimos de llegar al Zócalo. Pero el gobierno usó la fuerza pública para contenerlos. El jefe de Gobierno, Miguel Ángel Mancera, avisó que no pasarían del Hemiciclo a Juárez ni que permitiría otro plantón allí.
Pero tampoco abandonó la negociación. Los líderes dijeron que irían a la sede de la sección 9, en la calle de Belisario Domínguez, pero se pasaron a la plaza de Santo Domingo. Ayer sábado, temprano por la mañana, la policía los desalojó y los mandó de regreso a sus estados.
El gobierno trae estrategia.
Ya no nada más emplea la advertencia y sanciones administrativas, escala los protocolos para lidiar con los movimientos de masas: despidos y el uso limitado de la fuerza pública. Los diferentes órdenes de gobierno lo hacen con la ley en la mano y la participación de observadores de las diversas comisiones de Derechos Humanos. Con ello, sin embargo, no evitan las críticas de los disidentes ni de los puros.
Los líderes de la CNTE no acusan recibo de que el contexto cambió. Quisieron utilizar sus tácticas de antaño, de intimidación y chantaje, pero sin músculo ni recursos abundantes. Querían hablar con el subsecretario de Gobierno, Luis Miranda, su mecenas en 2013 y 2014. No se les hizo. Luego, desde la plaza de Santo Domingo, el dirigente de la sección 22, Rubén Núñez, dijo que quería negociar con el secretario de Gobernación o con el Presidente. Perdió el sentido de las proporciones.
Senadores del PRD y PAN apoyan al gobierno porque respeta la ley. Los comerciantes y ciudadanos afectados por las marchas y plantones aplauden. Aunque todavía abunda la incredulidad. Si uno revisa los comentarios en los blogs de los periódicos y en las redes sociales, amplias franjas de la población sospechan que el gobierno no pasará de las palabras.
Sería conveniente que, sin dar a conocer nombres, el gobierno publicara cuántos maestros han sido cesados, escuela por escuela. ¡Transparencia obliga!
RETAZOS
En mi artículo del miércoles pasado expuse que si la SEP despedía a cinco mil maestros, tendría dificultades para encontrarles sustitutos en plazo breve. Subestimé la capacidad de previsión del gobierno; la SEP se preparó por semanas para enfrentar la eventualidad; el secretario de Educación Pública, Aurelio Nuño, anunció que tenía un ejército de reserva de 26 mil maestros dispuestos a suplir a quienes la SEP despidiera.
Mis colegas Lilian Hernández y Arturo Páramo documentaron ayer en Excélsior que la SEP ha cesado a más de nueve mil docentes por diversas faltas.
Ya se resolvió lo del Instituto Politécnico Nacional. Es cuestión de días para que la SEP informe que el subsecretario de Educación Superior, Salvador Jara Guerrero, renuncia por cuestiones personales.