David Auris Villegas
De acuerdo con numerosos expertos, estoy convencido de que la educación desempeña un papel fundamental en la batalla contra el cambio climático. Más allá de las discusiones teóricas, esta cultura ambientalista implica actuar en colectivos para salvaguardar el planeta.
La actual crisis climática nos mostró la terrible ola de calor que padecimos en julio, considerado el mes más caluroso de nuestra historia. Hay sequías, inundaciones, aumento del nivel del mar y tifones en todo el mundo que amenazan nuestra propia existencia. Si cada uno de nosotros continúa arrojando basura a nuestro entorno, pronto nos encontraremos con el destino de los extintos dinosaurios. Con una gran diferencia: ellos eran seres irracionales, pero nosotros poseemos la inteligencia que irónicamente en nombre del progreso estamos incendiando a nuestra hermosa pradera.
Consciente de que estamos a tiempo de salvar a nuestro único hogar, me atrevo a plantear algunas claves de acción en correspondencia con Los Objetivos del Desarrollo Sostenible al 2030, (ODS) que, en su inciso, 4.7, plantea que todos los alumnos adquieran los conocimientos teóricos y prácticos mediante la educación para promover el desarrollo sostenible.
En esta línea, las escuelas y universidades deben hacer el esfuerzo de cooperar e incorporar la educación ambiental en sus currículos. Esto implica enseñar a los estudiantes a: plantear, elaborar, evaluar y ejecutar proyectos ecológicos de cuidado del medio ambiente y compartir estas experiencias en las redes sociales para generar efectos multiplicadores.
El cambio climático ha de ser una línea de investigación obligatoria en el sistema educativo, sobre todo en las universidades y en los institutos, con el fin de buscar soluciones innovadoras a través de la investigación multidisciplinaria y lo más importante, publiquemos los resultados en los repositorios de libre acceso para masificar la conciencia ambiental.
Los estudiantes deben entender cómo sus decisiones diarias, desde el consumo de sus alimentos hasta el uso de energía, impactan en el medio ambiente. Al brindarles a los estudiantes la oportunidad de participar en acciones de cuidado ambiental, como la de limpiar las playas, estamos formando personas con dosis de sensibilidad ecológica.
Impulsar una cultura ambiental en las escuelas es vital para educar generaciones que respeten el medio ambiente y sean capaces de convivir en armonía con la naturaleza. Este estilo de vida no solo beneficia el entorno inmediato, sino que también empodera a los estudiantes para que asuman un papel activo en el cuidado del medio ambiente a lo largo de sus vidas.
Finalmente, la educación no solo proporciona conocimientos, sino también el poder de actuar como agentes ecológicos. A través de la implementación de estas ideas pedagógicas, podemos contribuir a frenar el cambio climático y, hagamos de nuestras clases un espacio de conciencia ambiental, donde germinen y crezcan las semillas de un planeta sostenible.
© David Auris Villegas. Escritor, columnista, pedagogo peruano y creador del ABDIV.
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