Frentes políticos puede considerarse la posición editorial de Excélsior. En su entrega del 9 de septiembre sentenció: “Urge acabar con la guerra entre magisterio y gobierno federal”. Apremio que acaso comparta la mayor parte de la población, aunque haya interesados en que se prolongue, porque de esa manera, piensan, se debilitará más la presidencia de Enrique Peña Nieto.
En el mismo Excélsior, dos días antes, el escritor Francisco Martín Moreno rescata una anécdota de Ernest Hemingway en la Habana: un parroquiano espantaba a la clientela y exigía tragos gratis en una cantina porque llevaba a un león viejo, desdentado y sin garras. Pero nadie se daba cuenta, hasta que Hemingway se animó, se acercó a la bestia y observó sus miserias. Entonces lo expulsó; la clientela se cebó contra el embaucador.
Francisco Martín Moreno insinúa que la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación es como ese león marchito. No me cuadra muy bien la metáfora. Cierto, la CNTE ya no tiene los dientes que mostraba hasta, digamos, julio de 2015, cuando el gobierno recobró el Instituto Estatal de Educación Pública de Oaxaca, pero tampoco languidece. Todavía tiene bastante capacidad para hacer daño.
En Oaxaca la Coordinadora experimenta una retirada táctica. Regresa a clases, pero sigue con su bloqueo a las oficinas del IEEPO, plantones aquí y allá y los normalistas con cierre de casetas. Alguien dirá que sólo extiende su agonía, pero pienso que sus cuadros se preparan para una resistencia prolongada; hoy esconden sus garras, ya las mostrarán con furia en 2018, un año que vislumbro crispado.
Si la CNTE de Oaxaca plantea ese repliegue, los maestros disidentes de las secciones 7 y 40 del Sindicato Nacional de Trabajadores de la Educación, los otros pilares de la Coordinadora, continúan acelerados. Sus dirigentes reclaman que el gobierno federal les cumpla “promesas” que les hizo el exsubsecretario de Gobernación, Luis Enrique Miranda.
Según los disidentes, la Segob les hizo la oferta de suspender de facto la Reforma Educativa en Chiapas, con todo lo que ello conlleva. Gaspar Romero reportó que José Luis Escobar Pérez, vocero de la disidencia en ese estado, dijo que los acuerdos alcanzados con Miranda no fueron de tipo personal, fue ante una institución del gobierno y, por lo tanto, exigen que sean respetados (Excélsior, 11 de septiembre).
Escobar Pérez manifestó que la CNTE-Chiapas cuenta con un plan de acción para los próximos días. Señaló que a partir del lunes 12 tomarían el palacio de gobierno, la presidencia municipal de Tuxtla Gutiérrez, el Congreso del estado, las oficinas de Hacienda federal y estatal. ¡Lo cumplió!
El lunes los disidentes anunciaron que los bloqueos a las oficinas serán permanentes, plantaron barricadas con cercas de la policía y que el 15 de septiembre intentarán boicotear el Grito de Independencia y, al día siguiente, bloquear la ruta del desfile militar. Parece que no los amedrenta la presencia de fuerzas federales ni se amilanan ante los ultimatos que les lanza el gobierno.
Extrañan a Luis Enrique Miranda en Gobernación. Ayer estuvo en Chiapas luciendo su nuevo cargo, pero no trascendió si negoció y “prometió” algo más a los disidentes. En todo caso, ya no es el interlocutor. Los maestros querellantes refrendaron, con palabras duras, su determinación de continuar con el paro y la movilización, “hasta donde tope”.
Para fines prácticos, al presidente Peña Nieto ya se le fue el sexenio. Se le mira incapaz de articular una política coherente para frenar a la CNTE. Esto lo aprovechan sus detractores para abonar al descrédito del gobierno. Es más, es injustificable que ahora premie a su compadre, Luis Enrique Miranda, ascendiéndolo a secretario de Estado, cuando él es el responsable de haber crecido a la Coordinadora.
Con esas nominaciones, Peña Nieto mismo socava sus reformas y hunde más a su presidencia. Dentro de poco sus adversarios ya no necesitarán atacarlo; él se encarga de boicotearse.
Los rugidos de guerra de la CNTE no los produce un león enclenque. Aunque decadente, la Coordinadora todavía tiene energía para condicionar la acción del gobierno. Éste dice, sin clases no hay diálogo; de Chiapas le responden, sin diálogo no habrá clases. ¿Ganará la CNTE de nuevo?
A fe mía que en el gobierno no existe un domador con los tamaños suficientes para enfrentar con éxito a ese león chiapaneco, aunque coincido en la urgencia de que la paz llegue al sistema educativo.