Comenzaba el mes de marzo y los periódicos digitales y redes sociales difundían una noticia que, prácticamente, llevaban al mismo título: Otorga Morena senaduría a líder del SNTE. Noticia que a más de uno pudo causarle cierta extrañeza, sin embargo, la verdad de las cosas, es que ya venían sucediendo una serie de eventos que indicaban que el líder de lo que alguna vez fuera conocido como el sindicato más grande de América Latina, sería premiado por este partido político que, entre sus filas, puede hallarse a lo más rancio de la política mexicana.
Fiel a su costumbre, días más tarde este líder sindical, ni tarde ni perezoso salió a declarar a la candidata presidencial Sheinbaum “amiga del SNTE”. Así lo hizo cuando el triunfo electoral de 2018 condujo a Palacio Nacional al actual presidente de México; en ese entonces, seguro de sí mismo y sin un dejo de vergüenza en el rostro, Alfonso Cepeda Salas declaró que el “SNTE sería aliado y ejército intelectual de López Obrador y de la 4T”. Obviamente a este personaje, a su estructura sindical y a buena parte del magisterio, se le olvidó que meses antes, en eventos púbicos, junto con Juan Díaz de la Torre, levantaron una y otra vez la mano de José Antonio Meade, candidato opositor a López Obrador. Curiosamente, el SNTE le ofrecía a este candidato tricolor, poco más de 300 mil maestros para que llevaran votos y vigilaran el proceso electoral, repito, de 2018.
No, no creo que la candidatura plurinominal al senado le haya sido otorgada por la lucha magisterial emprendida para eliminar la Unidad del Sistema para la Carrera de las Maestras y Maestros (USICAMM), copia mal hecha de lo que fuera la Coordinación Nacional del Servicio Profesional Docente (CNSPD) impuesta con la reforma peñanietista; no, no creo que la candidatura plurinominal le haya sido otorgada por su incesante lucha para que los pensionados y jubilados tuvieran un régimen de pensiones acorde a sus derechos, necesidades y demandas; no, no creo que la candidatura le haya sido otorgada por la lucha encarnizada que sostuvo con el actual gobierno, para que se lograra que todos los trabajadores de la educación tuvieran un mejor salario, mejores condiciones de trabajo, mejores sistemas de formación profesional, mejores servicios de salud, mejores gestiones en cada uno de los estados, entre otros; no, no creo que por estas y otras cuestiones le hayan otorgado dicha candidatura al senado de la República, sería muy, pero muy ingenuo pensarlo.
Entonces, ¿sería ingenuo pensar que los trabajadores de la educación votarán a favor de la candidata propuesta por Morena solo porque el líder del SNTE es su “fiel” aliado? A fuerza de ser sincero, pienso que buena parte del magisterio no votará por la propuesta de la derecha, es decir, a favor de la coalición denominada “Fuerza y corazón por México” integrada por el PAN, PRI y PRD. Eso es clarísimo porque, hasta el momento, las ideas y discursos que ha expresado su representante con relación al tema educativo, reflejan un regreso a la historia reciente vivida durante el sexenio de Enrique Peña Nieto y, particularmente, con el sargento Nuño.
¿Por qué si Claudia Sheinbaum se dice una candidata de izquierda y que representa a un partido de izquierda, no ha entablado diálogo con ese magisterio disidente y activo que mucho favoreció la campaña política de López Obrador?, ¿por qué establecer alianzas con lo más representativo del charrismo sindical en nuestro país, específicamente, con la cúpula del SNTE?, ¿acaso se vislumbra una reforma educativa que no reformará nada porque habrá continuidad en lo propuesto en 2019 y solo se maquillará el más claro corporativismo con una democracia simulada?
Parece obvio que, con la apuesta al SNTE, el status quo permanecerá y, por tanto, el régimen neoliberal existente en la educación de nuestro país estará más vivo que nunca.
Es falso que, en el sistema educativo nacional, con la llegada de López Obrador a la presidencia haya desaparecido la mal llamada calidad educativa porque, es claro que, tanto en las formas de contratación o promoción de los trabajadores de la educación, como en el mismo plan de estudios 2022, la vena neoliberal está presente. No niego que en dicho plan 2022 se ha pretendido dar un viraje importante, sin embargo, éste contrasta cuando se establece, igual que antaño, un programa sintético desde el centro, con un programa analítico que nada más no acaba de nacer porque la estructura vertical y autoritaria del sistema y de la SEP no lo favorece, o bien, porque se sigue privilegiando la cultura de la calificación en lugar de la evaluación propiamente dicha, de carácter formativo. Y bueno, de las formas de ingreso y promoción al magisterio mejor ni hablamos, es clarísimo que en la reforma educativa de 2019 solo se eliminó el carácter punitivo de la evaluación hacia el magisterio, sin embargo, hoy por hoy, la USICAMM resultó peor de lo que era la CNSPD.
Qué hará ese magisterio disidente, qué hará la candidata de la “izquierda” mexicana, por quién votará el gremio; pregunto esto porque, para ser sinceros, en esta ecuación el único “ganón” ha sido el líder del SNTE.
¿Verdad que el charrismo sindical trae buenos dividendos?
Pobre SNTE, qué SNTE tan pobre.