Las campañas sirven para que los grandes temas se pongan sobre la mesa. Educación no es la excepción, por lo general los candidatos se centran en resaltar su importancia, el apoyo que brindarán en caso de ganar… y luego el círculo se repite. El que gana nombra a un titular para que le ayude a mantener los acuerdos políticos que permitan que tan importante sector transite sin complicar el escenario político. ¿Y la calidad educativa? Que espere otro sexenio. Como si tuviéramos tiempo. No relataré aquí las grandes decepciones que nos brindaron algunos gobernadores.
Entonces surge la pregunta más válida para los doce gobernadores recién electos, pero bien pudieran sumarse, al menos, los que llegaron el año pasado: ¿cuál debe ser la ruta para la Educación?
Vi un anuncio de un candidato (por fortuna, perdedor) que ofrecía apoyos a quienes obtuvieran promedio superior a ocho, es decir, proponía seguir alimentando la tragedia de México. El reto es ¿Qué vamos a hacer con la enorme mayoría de estudiantes que presentan bajo rendimiento? Atender a los poquísimos que sacan buenas notas, es garantizar que se mantenga e incremente la brecha de desigualdad.
Poca creatividad en las campañas permite que los candidatos ofrezcan transporte escolar, uniformes, útiles, lentes, computadoras, etc., pero poco o nada se dice acerca del aprendizaje, que es el meollo de la educación, pero esto no se alcanzará sin un involucramiento de la sociedad civil.
Un gobernante demócrata, sea del partido que sea, fortalece el tejido social. La participación es vital en el tema educativo y no siempre la sociedad hace su tarea. Hay que decirlo, muchas veces es omisa, pero exige resultados como si se involucrara.
Para ello, los Consejos Escolares y las Organizaciones pueden ser muy creativos si saben que serán escuchados, que sus planteamientos no serán sólo para la foto. Deberá darse vigencia al derecho de los padres/madres de familia a participar en el proceso educativo. Que se les reconozca siempre el papel vital que les corresponde como primeros educadores.
Sin docentes no hay calidad educativa. Un vigoroso programa de desarrollo profesional, diseñado con y para ellos, que valore su trabajo no nada más como una profesión, sino como misión. No sólo deben cuidarse y protegerse los logros laborales, sino fomentarse el reconocimiento a su talento, aportaciones y creatividad. La relación con el Sindicato debe llevarse a cabo en los mejores términos posibles. Sin embargo, no excluye que las autoridades abran mecanismos de comunicación directa con los directores y docentes. En la era de la tecnología, esto no debiera ser complicado. Todos hablan de los maestros, pero las autoridades no cuentan con mecanismos para hablar con ellos.
Para la infraestructura, nada como apoyarse en el Censo Educativo que el INEGI llevó a cabo de septiembre a diciembre de 2013, para elaborar los POA’s (Programa Operativo Anual). Actualizarse, si es el caso, pero no debiera dudarse en que el gasto público debe ejercerse con las prioridades que marcó el Censo de Escuelas, Maestros y Alumnos de Educación Básica (CEMABE). Dicho instrumento, no sólo registró las condiciones materiales y la asistencia de los docentes. También se les preguntó a todos en qué áreas deseaban recibir capacitación. Allí hay una mina de oro en información para la planeación.
¿De qué sirve la cobertura si no encuentran empleo los jóvenes egresados? Un gobierno debe realizar la tarea de vinculación para el autoempleo y el empleo. Este vincular sectores debería ser de cajón, pero no siempre se hace. La deserción escolar, sangría y drama de nuestro país, en buena parte se explica porque los jóvenes no encuentran la pertinencia, no hallan el sentido a sus estudios, no creen que les sirva para algo en la vida real. Y les urge ganar dinero en el mercado formal o informal, y lamentablemente, también en el crimen organizado. Para ello, los sindicatos, cámaras empresariales, universidades, medios de comunicación, organizaciones de sociedad civil, son indispensables en esta tarea.
En todos los niveles educativos, un buen gobierno debe ver como aliados a todos los actores, incluyendo a la educación privada. Erróneamente se ubica siempre con los ricos. Muchas escuelas comunitarias y particulares atienden a clases medias y bajas, y no reciben ningún tipo de ayuda, ni siquiera de la que es inmaterial. La prioridad es la escuela pública. Pero no ha de verse a la privada como un mal a tolerar.
La Reforma Educativa no acaba de aterrizar, y en algunos casos, va requiriendo ajustes. Por ello es vital la vinculación con los legisladores locales (presupuestos) y federales (presupuestos y legislación) que establezcan los marcos en los que hay que moverse.
El gran tema es el presupuesto en educación. El compromiso con la transparencia debe ser irreductible. Y demostrarlo.
La calidad de la educación requiere poner al centro al alumno. El Aprendizaje y su pertinencia es clave. La tecnología debe orientarse hacia allá. Buscar mecanismos innovadores, y mantener lo que funciona. La clave es el diálogo, no sólo para el arranque del gobierno, sino como un sello particular que los gobiernos impriman en su ejercicio del poder.
Mucho se puede lograr si los gobernantes que sepan de qué tamaño es el peso de las expectativas que cayeron sobre sus hombros, se decidan a gobiernos transparentes, con planes y programas que puedan alinear objetivos. Ningún gobierno puede todo. Por ello, define prioridades.
Los gobiernos que inician, o que tienen poco de haber iniciado, pueden subir escalones en los indicadores de todo tipo, y claro, en la calificación que sus habitantes les otorguen.
El mensaje de las urnas fue claro y fuerte. La gente espera respuestas muy rápido. Mayúsculo compromiso. Los gobernadores deberán comprometerse con la transparencia y la convocatoria social para responder al reto.
Presidenta Ejecutiva de Suma por la Educación
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