Ocho personas muertas, 41 policías federales y 14 estatales están heridos y 53 civiles fueron lesionados, según los primeros reportes de Jorge Ruiz Martínez, secretario de Seguridad Pública de Oaxaca. Este fue el trágico saldo al tratar de levantar un bloqueo carretero en Nochixtlán. ¿Fueron maestros los que murieron? ¿Les dispararon las fuerzas de seguridad federal o fueron los “infiltrados” o “grupos embozados”? Al momento de escribir estas líneas nada era claro.
Sorprende que a pesar de contar con múltiples medios de comunicación, la confusión en las redes sociales crece y los juicios sumarios se multiplican. A esto hay que sumar que a casi de 48 horas de la tragedia, la Secretaría de Educación Pública, en voz de su titular, no ha hecho pronunciamiento alguno. No me imagino qué cosas estará discutiendo Aurelio Nuño con sus asesores y colaboradores. ¿Qué le habrá dicho el presidente? “Espera a que todo pase, es un problema local”; “no salgas tú a dar la cara, que lo hagan Gabino u Osorio Chong”.
Tarde o temprano tendremos que conocer la posición del titular de la SEP y espero que haya tenido tiempo para leer el contexto —como decía Paulo Freire— y decidir cómo va actuar en este mundo. Deseo que al menos el discurso intimidante hacia el magisterio lo haya atenuando a partir de lo ocurrido en Oaxaca. Insistir por esta vía creo que ya no le va a generar muchos adeptos, a menos que se declare simpatizante de Donald Trump.
Lo ocurrido en Nochixtlán cambia radicalmente el escenario político para implementar la reforma educativa. ¿Por qué? Porque vamos a atestiguar una reconfiguración de las coaliciones promotoras (Sabatier) y opositoras a la reforma. Independientemente de las ventajas que tiene (e.g. tratar de erradicar la venta y herencia de plazas y ubicar al mérito como principio del desarrollo personal), algunos actores ya entraron —entramos— en una lógica muy distinta. Las percepciones se transformaron y con ello, la realidad.
Fue interesante que Mexicanos Primero (M1) haya publicado inmediatamente un comunicado de prensa lamentando la muertes de las personas, haciendo un llamado a todos para que prevalezca la cordura y la serenidad, diciendo que no se arriesgue a los niños durante las protestas y que se respete tanto el derecho a la manifestación como el de libre tránsito. En un tuit, David Calderón, director de M1, incluso se pronunció por el diálogo entre la SEP y la Coordinadora Nacional de Trabajadores de la Educación (CNTE).
Como sabemos, M1 ha apoyado explícitamente la reforma educativa, ha denunciado sus fallas y ha combatido los vicios de la CNTE, pero no por ello se quedaron inmunes ante la tragedia.
Otros actores que también ya parecen estar ubicados en otro juego distinto a sólo apoyar la reforma son algunos legisladores. Representantes de los partidos que impulsaron el Pacto por México, ahora urgen al gobierno de Peña Nieto a resolver el conflicto con el magisterio en diversos estados. Este es el caso de los coordinadores de los diputados federales de Acción Nacional, Marko Cortés y del Partido de la Revolución Democrática, Francisco Martínez Neri (Nota de Fernando Damián, MILENIO, 20/06/2016). Incluso, Juan Carlos Romero Hicks, presidente de la Comisión de Educación del Senado ha expresado que ya analizan llamar a comparecer al secretario de Gobernación y al de Educación Pública por los hechos trágicos de Oaxaca (El Universal, 20/06/16 nota de Alberto Morales). Ojalá prospere la comparecencia en el Senado y se les interrogue a ambos funcionarios a qué grado la carrera presidencial está jugando un papel preponderante en el caso de Nochixtlán.
Pero regresemos a la reconfiguración de coaliciones. La iglesia también ya se manifestó sobre lo ocurrido en el sureste. Raúl Vera, obispo de Saltillo, condenó los hechos de Nochixtlán al decir que el estado mexicano ha implementado una estrategia para que los jóvenes no se manifiesten en contra de las reformas estructurales que sólo acentúan el neoliberalismo en el país (El Universal, nota de Raúl Torres, 20/06/16). ¿Qué tal? Un representantes del clero utilizando la retórica clásica de la izquierda mexicana. Interesante.
La violencia en Oaxaca cambió sustancialmente el escenario de la implementación de la reforma. Los actores que tajantemente la rechazaban, ahora ya tienen más municiones y seguramente lograrán un grado de coordinación mayor a partir de la tragedia de Nochixtlán. En resumen, la coalición opositora será más grande. Y los que, por otra parte, pensábamos que erradicar la venta y herencia de plazas y privilegiar el mérito sobre otros mecanismos de selección (dedazo, favoritismo, clientelismo) es imprescindible, tendremos que construir una nueva retórica a partir del injustificable evento de Oaxaca e insistir en que el diálogo se abra, lleguen los argumentos a los órganos legislativos y técnicos correspondientes y se enmienden las leyes actuales. La norma no puede ser la base de un discurso intimidatorio.
¿Ven como sacarle la vuelta al debate público y parlamentario; así como actuar de prisa según los “tiempos políticos” y por lo que “marca la ley” no es sano para la democracia de México? Al final, todos perdimos.