Claudio X. González
El Anteproyecto de Ley de Educación de Oaxaca que envió una comisión tripartita (Sección XXII-CNTE, autoridad educativa local, Congreso local) al gobernador Gabino Cué es una afrenta a la reforma educativa pues omite preceptos torales avalados por el Artículo 3o. Constitucional:
1. No habla de los concursos para maestros, directores y supervisores como vía única para ingresar al servicio educativo, lo que indica que la S.XXII insiste en la venta y herencia de plazas y la entrega automática de las mismas a normalistas.
2. No señala la obligatoriedad de la evaluación universal de maestros, ni la causal de separación del servicio para aquellos que no se evalúen.
3. No prevé consecuencias para quienes reprueben dichas evaluaciones (capacitación obligatoria y, a la tercera reprobada, dejar el aula).
4. No reconoce al INEE como autoridad única para establecer los lineamientos de las evaluaciones, ni al Servicio Profesional Docente (SPD) como vía de mejora para los maestros oaxaqueños.
5. No menciona como causal de rescisión el que un maestro falte a clases tres días consecutivos o tres días discontinuos en un mes, sin justificación (el año pasado los niños de Oaxaca perdieron una cuarta parte del ciclo escolar).
Al no contemplar estos preceptos debería interpretarse, en estricta técnica jurídica, que prevalece la legislación federal. Sin embargo, la “interpretación política” que haría la S.XXII cuando se quiera evaluar a los maestros o poner a concurso plazas es que en la ley local no se hace mención alguna a evaluaciones, concursos, causales de rescisión, etc.
Más allá de las gravísimas omisiones, el Anteproyecto tiene preceptos abiertamente contrarios a la reforma (escalafón en lugar de Servicio Profesional Docente, o ingreso por perfil en lugar de concurso). También contiene conceptos confusos y contradictorios con la norma federal: se habla de la superioridad de lo “comunitario” (“principio de comunalidad”) y de los “usos y costumbres” sobre la letra de la ley. Eso podría hacer nugatoria la aplicación de la ley. Por otro lado, el Anteproyecto rescata una propuesta vetusta y autoritaria de la S.XXII (el Plan de Transformación Educativa de Oaxaca o PTEO) y dicta que todo programa educativo se sujetará a sus planteamientos. ¿Cuál es entonces la norma suprema?
Lo que sí queda claro es quién manda en la educación en Oaxaca: en el Anteproyecto la S.XXII se incrusta en programas y colectivos burocrático-sindicales (PRETEO, SFPTEO…), lo que amplía el control sindical sobre la política y el presupuesto educativo de Oaxaca.
La S.XXII pretende burlar la norma federal, así como mantener e incluso incrementar sus prebendas. Amenazan con no iniciar el ciclo escolar si no se aprueba el Anteproyecto en sus términos (¿Y los derechos de los niños?). El gobernador Cué pretende, y quizá también la Secretaría de Gobernación, ganar tiempo y que inicie el ciclo escolar. Los grandes perdedores en este “arreglo político” son, como siempre, los niños y jóvenes de Oaxaca, así como los verdaderos maestros, que llevan décadas en el abandono.
Si se acepta este Anteproyecto, se estaría generando un “estado de excepción” para el cambio educativo, lo que dejaría postrada a Oaxaca y endeble el edificio de la reforma que se levanta frágil y lento.
Procede que el gobernador Cué o los legisladores del estado cambien radicalmente el Anteproyecto. Pero si lo avalan, procedería una Controversia Constitucional por parte del Presidente de la República en contra de la ley educativa oaxaqueña. En ese caso, sería la SCJN la que tendría que decidir sobre el asunto, avalando la ley o declarando algunos de sus preceptos como inconstitucionales y, por tanto, inaplicables.
Ojalá no llegue a eso. El presidente Peña y la SEP pueden presionar a los poderes de Oaxaca (dejándoles en claro que interpondrán la controversia constitucional) y dar una señal de firmeza en la aplicación de la reforma educativa. En cambio, si ceden ante las presiones de un grupo chantajista y retardatario, y avalan a un gobernador timorato y acomodaticio, estarían enviando una señal muy equivocada: la ley ordena una cosa, pero usted puede hacer lo que le parezca.
A las reformas legales no hay que sacarles la vuelta, hay que aplicarlas, sobre todo donde más se necesitan.
* El autor es presidente de Mexicanos Primero.
@ClaudioXGG
Publicado en Reforma