Miguel Ángel Pérez Reynoso
La realidad dentro de la cual vivimos hoy en día, ha cambiado radicalmente, las escuelas que antes estaban abiertas permanentemente han sido secuestradas debido a la pandemia por coronavirus. Los docentes viven en una constante zozobra de no saber cómo será el regreso a partir de agosto en que arranca el próximo ciclo escolar. Bajo este contexto la educación nacional se aferra a encontrar a las buenas y los buenos docentes que ayuden a sacar adelante al país de este bache pedagógico postpandémico.
En este sentido habrá que pensar que un buen docente hoy en día no es el que sabe más, ni el que se adapta de la mejor manera a las condiciones adversas del contexto. No, un buen docente o una buena docente, hoy en día, es aquella persona (hombre o mujer), que tiene la capacidad de moverse de manera versátil y encontrar siempre la veta pedagógica de la práctica en contexto, y transformar a la adversidad en una oportunidad para educar.
Los buenos docentes hoy en día no son los que leen el currículo y lo adaptan favorablemente a los escolares a su cargo. No, las y los buenos docentes son personas que leen la realidad y se anticipan a lo que viene, que involucrar a los sujetos en la comunidad, que hacen participar a las y los apáticos, que entienden a los sujetos escolares en su contexto y garantizan las mejores condiciones educativas. Garantizan dar mucho más a los que menos tienen en términos simbólicos y culturales.
Es por ello que educar hoy en día es superar lo más pronto posible el trauma pandémico y las brechas pedagógicas que socialmente se han ensanchado y crear una nueva normalidad, basada en la atención cara a cara y en el principio de inclusión y justicia educativa, que se viva en las relaciones cotidianas y en las prácticas concretas.
La pandemia ha modificado muchos elementos de la realidad social bajo la cual vivíamos y en ello se desprende un contexto e incertidumbre de muchas preguntas que aún no tienen respuesta. Es por ello que las y los buenos docentes deberán aprender a estar ahí para colocar por encima de todos y de todos, el dispositivo pedagógico en la acción que sirva como, como recurso y estrategia de trabajo.
También en ello hemos reconfigurado e la noción de un buen docente y de una buena docente, que incluso abre la posibilidad de la conectividad y el manejo tecnológico, pero siempre vigilado desde la mediación pedagógica como punto nodal en el trabajo educativo.
Las buenas docentes y los buenos docentes desafortunadamente no se forman en las escuelas Normales, ni tampoco en los centros de formación inicial del magisterio, tampoco es la simple acumulación de experiencias a lo largo de la vida profesional. Termino diciendo, que las y los buenos docentes son aquellas intelectuales profesionales de la educación, que se están reinventando continuamente, que se hacen preguntas, que reflexiona su hacer, que viven fusionados en la comunidad y se distancian de ella para guardan una distinción de carácter profesional. Esas docentes y esos docentes requiere el sistema que levanten la mano para regresar al trabajo en agosto próximo.