Sofía Gutiérrez Larios
Ahora que la escuela está en pausa y la infancia tiene tanto tiempo libre, es propicio reflexionar si el horario escolar en México se emplea de manera adecuada.
Es importante saberlo, porque está comprobado que el tiempo de enseñanza no garantiza el aprendizaje. De hecho, la UNICEF (2020) constata que dos tercios de la infancia y adolescencia en el mundo no adquieren los conocimientos mínimos de lectura y matemáticas en la escuela.
Especialmente atractivo es analizar el Programa de Escuelas de Tiempo Completo. Las escuelas primarias de jornada regular laboran 4 horas y media al día, mientras que las de Tiempo Completo trabajan de 6 a 8 horas diarias.
El Programa se inició en 2011, y abarca alrededor de 25 mil escuelas. Ha sido tema de reciente debate, dado que su presupuesto se redujo casi la mitad este año, y abundaron los rumores sobre su posible desaparición. ¿Vale o no la pena conservarlo?
Su objetivo, enmarcado en las reglas de operación, es: “Promover un mejor aprovechamiento del tiempo disponible, generar un mayor desempeño académico y el desarrollo de actividades que podrán estar relacionadas con el conocimiento del civismo, humanidades, ciencia y tecnología, artes, en especial la música, la educación física y la protección al medio ambiente.”
En su concepción ideal, el Programa conlleva numerosas bondades. Gracias a la ampliación del horario, los contenidos tienen más posibilidades de ser enseñados, así como el Inglés, y sobre todo, las actividades extracurriculares, como las artes y el deporte. Se acerca así a la meta de formar “Mentes sanas en cuerpos sanos”.
Es también un aliento para que padres, madres o tutores puedan cumplir con sus jornadas laborales. Recordemos que la escuela tiene una función social, y como tal, es propicio que respondan a las necesidades más apremiantes de las familias.
Los niños y niñas pasan su tiempo en entornos seguros, alejados de adicciones y ocios nocivos. Además, numerosas escuelas incluyen desayunos o comidas escolares, que fomentan adecuados hábitos alimenticios. El horario también permite organizar más encuentros recreativos con las familias, favoreciendo los esenciales lazos interpersonales. Y, por otra parte, los profesores encuentran una mayor fuente de ingreso.
Visto así, las Escuelas de Tiempo Completo representan un significativo beneficio. Sin embargo, también afrontan limitantes. Entre otros, muchas carecen de las actividades extra-curriculares para las que fueron diseñadas. Y permanecen dudas sobre una contundente mejora del aprendizaje.
De hecho, la investigación “Medición del impacto académico del Programa Escuelas de Tiempo Completo a través de los resultados de una prueba estandarizada” (Lara-García, B. et al, 2017), constató que son pocos los estudios que se han llevado a cabo para evaluar el impacto del programa. Tras comparar el rendimiento académico de alumnos ajenos y participantes de las Escuelas de Tiempo Completo, el mismo estudio indicó que los resultados de dichas escuelas no fueron mejores.
No obstante, el problema no es la existencia del Programa, sino su administración. La ampliación de la jornada escolar otorga efectivamente oportunidad de mejorar el aprendizaje, y de desarrollar las actividades antes citadas. Por lo tanto, sería un error suprimirlo. Necesita adecuarse para que funcione con eficiencia.
Por ejemplo, el estudio de Martinic (2015) establece que en Chile las escuelas con jornada extendida han logrado incrementar los puntajes de los alumnos en pruebas de aprendizaje. Sin embargo, además de la ampliación del tiempo fue necesario, entre otras medidas, fortalecer el equipamiento, la infraestructura, y dos horas semanales para el trabajo docente colectivo.
Cada escuela comienza, con su propia capacidad de gestión. Pero los servidores públicos son los primeros responsables, para no desaprovechar la gran oportunidad que se va esfumando por una incorrecta administración. Las familias, al ser de las principales beneficiadas, también pueden abogar para que la estrategia continúe.
Se trata de que nuestra Educación multiplique los modelos de éxito. Que supervise estrechamente y enmiende deficiencias, sin erradicar políticas de alto potencial. Con tal seguimiento se puede aspirar a la perfección.
Docente de primaria pública en Colima. Licenciada en Educación Primaria por el Instituto Superior de Educación Normal del Estado de Colima (ISENCO). sofiglarios@hotmail.com
Referencias
Diario Oficial de la Federación. ACUERDO número 21/12/19 por el que se emiten las Reglas de Operación del Programa Escuelas de Tiempo Completo para el ejercicio fiscal 2020.
Lara-García, B., Alonso, S.-Z., Ortega-Medellín, M. et al. (2017). Medición del impacto académico del Programa Escuelas de Tiempo Completo a través de los resultados de una prueba estandarizada. Un estudio de caso. Revista de Educación y Desarrollo., 69-80.
Martinic, Sergio (2015). El tiempo y el aprendizaje escolar. La experiencia de la extensión de la jornada escolar en Chile. En: Revista Brasileira de Educaçao vol. 20, num. 61. Disponible en: http://www.scielo.br/scielo.php?script=sci_arttext&pid=S1413-24782015000200479&lng=es&tlng=es#fn04
UNICEF. (2020). Education. Every child has the right to learn. Obtenido de UNICEF: https://www.unicef.org/education