Eduardo Grajales*
Como aquella vieja caricatura del Pato Lucas donde, buscando tapar un hoyo abría otro, así se encuentra la Unidad del Sistema para la Carrera de las y los Maestros (USICAMM) que, en su lógica de acabar con la corrupción y el tráfico de influencias en el otorgamiento de plazas magisteriales, y pese haber puesto mil y un trabas a los aspirantes a este espacio laboral, le siguen metiendo goles a la institución, lo más paradójico es que ahora no fueron los aspirantes, ni vivales de la educación, sino un autogol desde sus propias instituciones y bajo sus propias decisiones.
Resulta que buscando impedir la venta de constancias con validez curricular, un hecho recurrente en estos procesos, la USICAMM consideró que las Escuelas Normales, Universidades Pedagógicas y Centros de Actualización del Magisterio, serían la mejor opción pues además de que ellas “son impartidoras de capacitación a docentes”, no se prestarían a la corrupción ni caerían en alguna tentación económica, y con estos argumentos les delegó la enorme responsabilidad de integrar el Catálogo Nacional de Cursos 2022, donde se encontraría los cursos que serían reconocidos para ser tomados en cuenta, como uno de los factores a calificar a los aspirantes.
Nada más equivocado.
Con esta decisión que vulnera el inciso E, fracción V, del Artículo 39 de su propia Ley, la USICAMM de tajo dejó fuera a prestigiosas instituciones públicas y privadas que brindan capacitación profesional, a las que indirectamente estigmatizó de corruptas, y además esa determinación le resultó en sentido contrario, pues fueron estas mismas instituciones las que inscribieron –y puede que lo sigan haciendo- cursos de empresas privadas que hoy están haciendo justo lo que la Unidad tanto criticó: lucrar con el proceso de admisión docente.
Un ejemplo describe esta situación que podría ser más compleja y abriría la posibilidad de abrir expedientes administrativos por posibles negligencias como el tráfico de influencias a más de un funcionario educativo de comprobarse presuntos ilícitos, e incluso amparos promovidos por empresas o instituciones públicas y/o privadas a las que se le estuviera vulnerando su derecho a formar parte de ese Catálogo.
Se trata de la empresa Centro de Investigación Educativa y Capacitación Institucional que promociona sus cursos “Taller elaboración de textos académicos”, “Taller tendencias metodológicas contemporáneas desde la diversidad pedagógica”, y “Curso taller desarrollo de habilidades socioemocionales”, para aspirantes a plazas magisteriales. Hasta acá no habría nada de extraño si no fuera porque lo hace informando fehacientemente que estos cursos fueron reconocidos por la USICAMM en su Catálogo 2022, e incluso expone el fragmento del documento oficial para darle validez a su publicidad.
Ahora bien, es importante aclarar que el hecho de que una empresa privada se dedique a capacitar y obtenga registros de validez oficial no es nada negativo, por el contrario, es algo que abona a la calidad educativa, lo que sí resulta a todas luces una situación inequitativa radica en el cómo una empresa privada pudo obtener un acceso que, a decir de las autoridades de USICAMM era exclusivo para las tres instituciones públicas antes citadas, con el argumento de que desde ahí se desarrollan cursos especializados para las y los maestros, cuando esto no es del todo cierto.
Y acá surgen las preguntas: ¿Estableció la USICAMM algún procedimiento legal para que empresas privadas del ramo obtengan la posibilidad de aparecer en el Catálogo? ¿Si los hay porque la USICAMM no los hizo públicos en su momento, para abrir la posibilidad a otros capacitadores y brindar mayores opciones a los aspirantes que buscaban capacitarse? ¿Bajo qué argumentos se dejó fuera a muchos otros centros de capacitación públicos y privados? ¿Y qué diferencia hay entre los cursos que brindan las Escuelas Normales, CAM y Pedagógicas cuando son estas mismas las que contratan los servicios de las empresas particulares?, por citar algunas.
Con el objetivo de aclarar esta situación quien escribe contactó a uno de los representantes de la institución privada, el maestro Jesús Velázquez, un prestigiado docente y capacitador, quien manifiesto su sorpresa al señalar que, como empresa ellos no tenían previsto que la USICAMM los contempla en sus catálogos, lo cual sin embargo les dio gusto al enterarse. Al preguntarle cómo pudo haber sucedido lo anterior, respondió:
“El año pasado, nos pidieron de la escuela normal de Mactumactzá varios cursos para sus alumnos de la académica de sexto semestre, ellos eligieron los temas, destinaron para ello un presupuesto muy bajo, pero dado el compromiso que tenemos con la educación, los impartimos con toda la calidad que caracteriza nuestros procesos formativos. Debido a que la impartición de los cursos está debidamente sustentada, y las constancias de los mismos fueron emitidas por nuestra consultoría con todos los requisitos y firmadas y autorizadas por la DGESUM, los cursos aparecieron en el catálogo porque supongo que era la única manera de que se las hicieran válidas a los alumnos normalistas que tomaron los cursos. La verdad hasta a nosotros nos causó sorpresa, pero a la vez mucha alegría y satisfacción saber que nos habían incluido en el catálogo de la USICAMM. Así estuvo todo”, detalló.
Para complementar este trabajo periodístico quien escribe realizó una solicitud de información para para conocer qué procedimiento realizó USICAMM y en respuesta al derecho a la información, la Unidad en su contestación se lava las manos inmediatamente al señalar que, avalar esos cursos fue una responsabilidad exclusiva de Dirección General de Educación Superior del Magisterio de la SEP, y añade que si alguien debe rendir cuentas sobre este tema es justamente esa institución dirigida por el profesor Mario Chávez Campos.
Con estos dos argumentos cobra sentido por qué los cursos de la empresa privada que se encuentran en el Catálogo contienen las siglas DGESUM, como se puede apreciar en la gráfica que la misma empresa publica en su página de Facebook y en su grupo Red de Maestros Competentes.
Aunado a su respuesta la USICAMM asegura no contar con ningún convenio de colaboración con consultoras privadas, por lo que aduce que es la DGESUM la que reguló el procedimiento.
Al indagar más sobre este asunto, oficios girados por la UPN, CAM y DGESUM a la USICAMM sólo dan cuenta de que estas instituciones enviaron a petición de esta última sus catálogos, sin que esta reparara en revisar si estos efectivamente fueron diseñados, impartidos y avalados por estas instituciones, o si estas contrataron a otras empresas para su impartición, lo que deja ver la laxitud en los trámites administrativos y pedagógicos de la Unidad y de las instituciones a cargo de escoger los cursos que en teoría fortalecen la excelencia educativa de los nuevos docentes.
Ahora bien, a pesar de que la DGESUM no ha respondido a una solicitud de información para que dé a conocer cómo es que una institución privada está inserta en el Catálogo de USICAMM, se corrobora que los cursos de la empresa fueron impartidos a alguna Normal, CAM o Universidad Pedagógica, lo que manifiesta otro error administrativo por parte de la Dirección de la SEP, que no diferenció entre los cursos otorgados por las propias instituciones que coordina de los que contrataron estas, o bien pensando negativamente hasta un presunto tráfico de influencias donde solo algunas empresas capacitadoras recibieran este beneficio (recordemos que son alrededor de más de 40 mil aspirantes los que estuvieron buscando cursos de capacitación hace apenas unos meses), hecho que sería lamentable si se toma en cuenta que la lógica de combate a la corrupción ha sido prácticamente el slogan de éste gobierno y de la Unidad, desde el inicio de sus operaciones.
Baste recordar a su titular Adela Piña Bernal, señalar en varias ocasiones las frases de “no se dejen engañar”, “todos los trámites son públicos”, “hay muchos vivales” y demás arengas que han concurrido en una serie de impedimentos y obstáculos al que ahora se ven objeto no sólo los aspirantes, sino instituciones privadas que por años han capacitado y trabajan legalmente brindando orientación y asesoría a los aspirantes.
Y es justamente esto lo que debe quedar de manifiesto, si ya la Unidad emitió lineamientos para casi todo el proceso -algo que hay que reconocer- valdría la pena que regule también el tema de los cursos de capacitación, desde cuales serán, hasta quienes los pueden impartir, con razones no solo administrativas y jurídicas sino con bases pedagógicas, pues no es posible que a unas empresas (por error o contubernio) si les sea concedido ese beneficio, mientras que a otras ni siquiera se les dé pie para hacer las gestiones en el marco de la ley.
Sea como fuere el hecho de oligopolizar los cursos resulta un sinsentido, pues de entrada limita la posibilidad de acceder a ellos so pena que no existe diferencia alguna entre los cursos de formación docente que se brindan en una institución de educación superior, pública o privada, a los que se brinda en las Normales, CAM y Pedagógicas, pues todos aquellos currículos que obtienen validez oficial necesariamente pasan por la revisión de la SEP, que otorga finalmente este certificado.
Y más paradójico es que muchas de esas instituciones abocadas al ramo magisterial como las antes citadas recurren a instituciones de educación superior e incluso a consultorías privadas, para que les brinden capacitación como puede constatarse con el objetivo de este reportaje. En fin, es un tema que da sin duda para otro análisis…
De todo lo anterior lo único que se desprende es que, después de querer tener el control de todos las etapas y espacios del proceso de admisión a la USICAMM ya le metieron gol, y resulta que ahora no fueron ni los vivales que tanto señala, ni a las empresas a las que tanto desconfía, esta vez fue en su propia casa y con sus propias decisiones. Abundaremos.
*Profesor y articulista